La incertidumbre más absoluta se apoderó la pasada primavera, época dorada para las bodas, de todos los profesionales involucrados en la organización de estos eventos. Ibiza y Formentera, escenarios de bodas para parejas de todo el mundo, quedaron desiertas de enlaces durante toda la primavera, y los que se pudieron celebrar en los meses posteriores no fueron para nada como los novios esperaban.

La wedding planner Olga Arce afirmaba en el mes de abril: «Tengo una pareja que llevaba dos años organizando su boda, tenían los dos una ilusión... Y ahora van a tener que esperar un año más». En este caso, muchos familiares de la novia tenían que viajar desde Argentina, y no podían arriesgarse a que no estuvieran presentes. La profesional también comentaba la necesidad de posponer enlaces de parejas británicas, canadienses y de muchos otros lugares del mundo.

«Aunque el estado de alarma ya no esté vigente, las parejas no quieren casarse con 20 invitados», indicaban en la misma fecha desde Aguas de Ibiza Grand Luxe Hotel. Aunque fuera posible la celebración, los novios no querían arriesgarse a que sus invitados no asistieran a su enlace por miedo o a causa de las restricciones, y muchos prefirieron dejarlo para más adelante.

Los novios que sí decidieron dar el paso en la segunda mitad del año tuvieron que hacerlo de un modo que jamás esperaban, ni siquiera aquellos que no querían un gran evento. Porque el uso de mascarillas ha sido obligatorio en todo momento, aunque el número permitido de invitados ha ido variando a lo largo de los últimos meses.

La boda más inédita del año fue la de Christian Radtke y Liane Palmer, una pareja de 72 y 65 años que se casó a través de una vídeoconferencia. Los novios, ambos contagiados por el coronavirus, pronunciaron a la jueza el «sí ,quiero» desde la cama en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario (cada uno en una habitación distinta).