Los integrantes de la Agrupación de Protección Civil de Sant Joan han tenido que reinventarse y hacerse un poco más duros para acometer nuevas misiones por culpa del Covid-19: fumigar las calles y llevar comida a las familias necesitadas. Juan Escandell, jefe de este equipo de voluntarios, asegura que «nota el cariño de los vecinos» aunque la mayor parte de las misiones se hagan por la noche, cuando los balcones están vacíos y las calles todavía más tristes. «Desinfectamos las vías públicas donde suele haber más concurrencia, como son las entradas de los supermercados y de las farmacias o los alrededores de los cubos de basura», apunta el jefe de Protección Civil de Sant Joan.

Otra misión que nunca habían tenido que hacer es llevar bolsas de comida procedentes de Cáritas o Cruz Roja a unas cuantas familias extranjeras que deben pagar el alquiler y ahora no tienen trabajo ni recursos. «Nos lo agradecen infinitamente porque están pasando una verdadera necesidad», dice Juan, a la vez que añade: «Me temo que va a haber más gente que lo pasará mal».

Este voluntario considera que la pandemia nos va a enseñar que «no necesitamos tantas cosas para vivir» y espera que también sirva de reflexión para conseguir un futuro con «menos estrés».

Entre los vecinos de Sant Joan, Escandell asegura que percibe mucha incertidumbre por lo que vaya a ocurrir en los próximos meses. A pesar del miedo a lo que llegará y el respeto por contagiarse del Covid-19, el responsable de Protección Civil cree que sus vecinos llevan bien el confinamiento porque muchos viven en el campo y están ocupados con sus huertas o sus gallinas, así que además se proveen muy bien de alimentos.

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