El día a día en pleno confinamiento no es fácil para nadie, pero la situación se complica cuando las personas tienen necesidades especiales. Son muchos los mayores que viven solos y requieren un control más exhaustivo en estos momentos; después están los enfermos de Covid-19 y los posibles contagiados, que han de respetar un aislamiento total; también hay jóvenes que deben completar las tareas que sus profesores envían a través de internet, pero no tienen acceso a la red. Para todos ellos, entre otros muchos, existe una vía de escape, una salida a algunos de sus problemas: los voluntarios de Protección Civil de Sant Antoni.

«Todas las semanas realizamos dos contactos telefónicos con personas mayores que están solas para preguntarles si tienen algún tipo de necesidad», explica Domingo López, voluntario de Protección Civil desde 1992. Son personas que no pueden ni deben salir de casa al ser población de riesgo, a las que los voluntarios ofrecen su apoyo ya sea llevándoles alguna medicación o haciendo la compra por ellos. Una atención se ofrece también a aquellos enfermos o posibles contagiados de Covid-19 que están en aislamiento total.

«No se puede vivir con miedo, pero sí hay que extremar las precauciones». Los voluntarios tratan con personas que se han contagiado, y a la vez deben tener mucho cuidado de no ser portadores asintomáticos del virus y poder transmitirlo a aquellos a los que ayudan. «No hay que exponer a riesgos innecesarios. Vamos con mucho cuidado».

Controlar zonas precintadas e informar por megafonía son otras de las funciones de los voluntarios, que instan a volver a casa a quienes encuentran por la calle paseando. «Algunos lo entienden, otros no».

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