A Diego Pérez-Milá Denis, acostumbrado a dirigir el ferry 'Ciudad de Mahón' lleno de pasajeros, le parece estar viviendo una pesadilla. Ahora, en las rutas Barcelona-Ibiza y Barcelona-Mahón solo transporta camiones y palés cargados con productos de primera necesidad: alimentación, oxígeno medicinal, materiales para los hospitales y algunos otros, muy pocos, destinados a la construcción.

La vida a bordo también ha cambiado enormemente tanto para este capitán como para los 30 tripulantes que conviven en el buque de 180 metros de eslora: «Todos vamos con mascarilla y guantes y respetamos mucho la distancia de seguridad». También el control de limpieza es tan estricto y exhaustivo que Pérez-Milá no duda en afirmar que «el barco solo huele a lejía».

Para este capitán de Trasmediterránea la palabra tristeza define perfectamente la situación que se está viviendo dentro y fuera de la nave por culpa del coronavirus. «Echo mucho de menos el poder comer con mis compañeros, ya que era el momento en el que hablábamos y pasábamos un rato agradable». Tampoco puede saludar a los transportistas que viajan en el buque, muchos conocidos desde hace años. Para ellos también la travesía en barco es diferente. Antes todos se reunían en la cafetería a tomar algo, y ahora van directamente a sus camarotes, donde les espera un paquete con el menú que preparan en la cocina.

Confinado en el barco, el capitán asegura que esta situación «nos va a hacer reflexionar y enseñar a valorar más a la gente que queremos». También apunta que gracias a los tratamientos contra el coronavirus se está erradicando una pandemia que «ha estado a punto de acabar con la humanidad».

11

Trabajos esenciales en Ibiza en tiempos del coronavirus