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INVESTIGACIÓN

La traqueotomía de la víctima del crimen de Chapela “facilitó” y aceleró su muerte

Aunque el cuerpo tenía “pocas lesiones” y de “escasa entidad”, esa antigua intervención en la tráquea y el tener comida en la boca fueron claves en su rápido fallecimiento por asfixia

Manuel Matanzas (izq.), este miércoles durante el juicio en la Ciudad de la Justicia. MARTA G. BREA

Los médicos forenses de la sede viguesa del Imelga saben lo que es tener ante sí a víctimas de crímenes en los que abunda el ensañamiento. Pero no fue esto precisamente lo que se encontraron cuando realizaron la autopsia a Roberto C.P., el vecino de Chapela (Redondela) asesinado en su vivienda en enero de 2021 en un caso que se enmarca en el trapicheo de drogas.

El cadáver presentaba “muy pocas” lesiones y de “escasa entidad”, todas localizadas en cara, cuello, brazos y piernas. Algunas eran “milimétricas” y no llegó a haber afectación de venas o arterias ni del hueso hioides del cuello, que quedó “indemne”. Con una clara causa del fallecimiento, la insuficiencia respiratoria provocada a través de una asfixia mecánica en la que el agresor utilizó un doble mecanismo –sujetó y comprimió el cuello de la víctima con el brazo al tiempo que le puso una mano sobre la boca–, los forenses consideran que hubo varios factores claves que fueron “muy facilitadores” de la muerte, en el sentido de que el asesino no necesitó hacer “tanta fuerza” y que el fallecimiento se produjo además “más rápido”.

La circunstancia más determinante fue que el fallecido tenía una antigua traqueotomía, pero también influyeron el que tuviese la boca llena de comida –en ese momento estaba cenando– y que, durante el ataque sufrido, se le desplazase la dentadura postiza.

Los dos forenses que realizaron la autopsia comparecieron este miércoles en el juicio con jurado popular que se celebra en la Audiencia de Vigo contra Manuel Matanzas, que afronta 18 años de cárcel acusado del asesinato del vecino que le vendía las dosis de cocaína. Y calificaron de “muy importante” esa antigua traqueotomía de la víctima, evidenciada por una cicatriz en la parte inferior del cuello. Es determinante, explicaron, porque eso implicaba que tenía la traquea “más tapada” de lo habitual. Si el orificio de entrada de aire en condiciones normales es de dos centímetros, en su caso era de “un centímetro”. “Con su capacidad para respirar ya restringida, el que además tuviese comida en la boca y que los implantes dentales se le desplazaran provocaron que no hiciese falta tanta fuerza [para asfixiarlo] y que la muerte se produjese de forma más rápida”, concluyeron.

Roberto C.P. fue hallado muerto en el suelo de su vivienda, con las muñecas y tobillos atados con cinta adhesiva y la boca tapada con ese mismo material. Un chaleco rojo le tapaba la cara. Acabaron con su vida asfixiándolo, tras ser atacado por detrás, y tenía un traumatismo nasal con desvío que podría ser compatible con un puñetazo. Había muy pocos signos de “defensa” o “resistencia”.

El que las cintas adhesivas estuvieran “perfectamente colocadas” evidencian que “ya estaba muerto o agonizando”, concluyeron estos profesionales, cuando fue atado. De lo contrario por “instinto” hubiese intentado quitárselas y esas cintas no estarían tan “tersas”. Esta consideración desmonta una de las líneas de defensa del acusado: aunque admitió haber agredido y maniatado a Roberto, aseguró que cuando se fue estaba vivo y atribuyó el crimen a una tercera persona que habría entrado con posterioridad a la vivienda.

Por otra parte, las forenses que examinaron al acusado descartaron enfermedad mental, pero sí tiene un trastorno de personalidad que le hace ser “impulsivo y desconfiado” y otro trastorno por la cocaína y el alcohol. Su inteligencia está “íntegra”, pero podría sufrir una “ligera merma” en el control de la voluntad por su “impulsividad”.

¿Un plan frustrado de trasladar el cuerpo para ocultarlo?

Una hipótesis que trasladaron hoy los forenses es que el hecho de que la víctima estuviese maniatada por delante con las muñecas sobre el abdomen podría haber respondido a un “proyecto” de trasladar el cadáver fuera de la vivienda para “hacerlo desaparecer”, incluso sin descartarse inicialmente la ayuda de alguna otra persona, pero esta cuestión fue descartada por los agentes de la Policía Nacional que se encargaron de la investigación y resolución del caso.

El juicio concluye mañana jueves, tras lo cual el jurado popular se retirará a deliberar para emitir su veredicto.

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