El fiscal del caso de la manada de Cullera, en la que cinco hombres fueron detenidos y juzgados por acosar y someter a tocamientos a una mujer tras abordarla a la salida de la playa nudista del Mareny de Sant Llorenç de ese municipio de la Ribera Baixa, ha recurrido la sentencia absolutoria dictada en julio por la jueza de lo Penal número 18 de València y solicita a la Audiencia de València la nulidad de ese fallo y la repetición del juicio «ante un magistrado diferente».

Se basa el Ministerio Público en la «falta de racionalidad en la valoración de la prueba» basada en «la falta de racionalidad en la motivación fáctica, apartamiento de las máximas de la experiencia, la lógica y la razón, así como la omisión de valoración de algunas de las pruebas propuestas y admitidas». El fiscal, en un recurso corto pero duro, afea a la jueza que no haya creído a la víctima, es decir, que haya puesto en duda que su testimonio fue persistente en el tiempo, como se exige en estos casos, basándose en cuestiones semánticas, por un lado, y de cálculo espacial y temporal, por otro.

Así, la magistrada puso en duda a la mujer porque, respecto a los tocamientos, utilizó distintos términos como «culo», «cadera» o «pierna hacia el glúteo» –describió el tocamiento como un «arrastre»– en distintas declaraciones. Así, el fiscal le recuerda que «no haber utilizado siempre la misma palabra o grupo de palabras» no solo no merma la persistencia en al incriminación, sino que «al contrario, es un indicio tanto de su existencia [del abuso sexual]» y además «potencia notablemente la verosimilitud objetiva de la víctima».

Así, le recuerda a la magistrada que «las personas que declaran en los juicios no son robots. Al relatar los hechos, lo hacen de una manera dinámica, cambiando términos que son accesorios, pero respetando siempre la esencia de los hechos, la cual es que alguno de los acusados le tocó la parte trasera de la víctima con ánimo libidinoso» y con «comentarios machistas». 

El Ministerio Público pide en su recurso a la Audiencia de València que se repita el juicio con otro magistrado

En cuanto a cuestionar a la mujer por decir que fue con la mano cuando no lo vio –el tocamiento fue por la espalda–, el acusador público le refresca a la jueza que la mujer «describió muy bien la presión de arrastre» que sintió y que «la experiencia de la vida nos dice que hacemos con las manos».

Así mismo, la jueza echaba en cara a la víctima que no supiese cuánto tiempo tardó en atravesar la pasarela en la que fue abordada o la longitud de esta. El fiscal se lo deja claro: «No puede exigirse a las víctimas de este tipo de delitos una precisión milimétrica en el aspecto espaciotemporal propia de quien lleva un metro o un cronómetro».

Por último, recrimina a la juzgadora que no tuviera en cuenta el testimonio de la pareja a la que la víctima pidió ayuda y tampoco el informe médico forense. «Las dos testificales omitidas en la motivación de la sentencia», considera el fiscal, «son de vital importancia, ya que son las personas que vieron a la víctima instantes después de los hechos, describiendo su estado de ánimo, así como las risas de los acusados y demás circunstancias concurrentes, haciendo la juzgadora solamente referencia a la salida de los acusados en el coche» y obviando «toda referencia al núcleo esencial de las declaraciones».