"¿Isidro Lozano está con usted?". María del Mar Martí, mujer de Isidro, no olvidará esa llamada. La del calvario. La del horror. "Sí, está conmigo, ¿ocurre algo?" Estaban haciendo la compra cuando el móvil sonó.

- "¿Su marido está ahí? Necesitamos que venga".

- "¿Pero es algo, digamos, grave? ¿Es algo que…?".

- "No, no. Necesitamos hablar con él".

Dejaron de comprar, acudieron de inmediato. La llamada la hizo un agente de la Comisaria del Distrito Oeste de Málaga. Cuando entraron, otro agente se dirigió a la mujer: "Su marido no va a salir. Nos lo vamos a llevar en el furgón". Era 13 de junio de 2017. Isidro entraba en prisión. Cruzó las puertas del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre ese mismo día, en calidad de preso, y pasó 352 días dentro. Era inocente. Lo gritó, lo grita.

Casi un año después, con doce kilos menos, ansiedad, depresión crónica, insomnio, fobias, hipotiroidismo, tromboembolismo pulmonar, fibrilación auricular y abundante medicación, consiguió demostrar su inocencia. Una agresión, que no cometió, le llevó al infierno. Una cadena de errores le llevó a prisión. Los primeros, importantes, los de la abogada que lo defendió; los segundos, sangrantes, los del juez que lo sentenció.

Isidro Lozano en una foto reciente, en libertad.

Una pelea, a 30 km de donde estaba Isidro

Estepona, junio de 2008. Dos personas denuncian una agresión en el parking del Hospital de Estepona. Los denunciantes afirman, según consta en la sentencia judicial a la que ha tenido acceso CASO ABIERTO, que tres personas, "Isidro Lozano y sus hermanos Eduardo y Juan Carlos", se acercan a su vehículo. Que uno de estos se dirige al lugar que ocupa el conductor; los dos restantes, al del copiloto. Que comienza una agresión que solo se detiene cuando una de las víctimas huye para pedir auxilio. No titubearon, su exposición fue firme. Preguntados, volvieron a confirmar los nombres, volvieron a dar tres: Juan Carlos, Eduardo e Isidro Lozano. La denuncia, falsa, siguió adelante. No hubo manera de frenarla. Isidro entró en prisión.

Los hechos: un piso okupado y un discusión

El 21 de junio de 2008, a las 9:00 am, Isidro sale de su casa y se encuentra con el primo de su mujer. Tuvieron una conversación agitada, jurídicamente se cerraría (y se cerró) con una multa por faltas leves. "Queríamos comprar una casa y mi primo y su pareja se habían metido en ella. Isidro le preguntó que cuándo se iban a marchar. Uno de ellos cogió a mi marido por la espalda y el otro le increpaba". Los vecinos, testigos de todo, dieron fe de lo ocurrido. "Le hicieron daño en el cuello y en la mano", recuerda María del Mar. "Fuimos al Hospital de Marbella -menos mal- y ellos a uno que había en Estepona".

Las visitas de todos los implicados a los hospitales resultarán claves. Cuando Isidro estaba siendo atendido en Marbella, los hermanos de este, conocedores de lo ocurrido, fueron al parking del Hospital de Estepona y los agredieron. De nuevo, la pareja entra al hospital para ser atendidos. Esta vez, uno de ellos, presentaba lesiones más graves. Ocho días después se presenta una denuncia por un delito de lesiones con el agravamiento de alevosía ocurrida en el parking del hospital. Denuncian que tres personas, Isidro, Juan Carlos y Eduardo, los agreden de improviso y los sacan del coche. Arranca el calvario judicial.

"Una persona no puede estar en dos sitios a la misma hora"

Aquella mañana, Isidro había discutido con dos familiares de su mujer y acabaron llegando a las manos. Isidro fue a curarse las heridas al hospital. De camino al médico, le contó lo ocurrido a sus hermanos y estos agredieron a los familiares, en represalia por lo que le habían hecho a Isidro.

"El teletransporte no existe, una persona no puede estar en dos sitios a la misma hora. Estábamos tranquilos, menos mal que habíamos ido al hospital", afirma la mujer de Isidro. Recuerda que ella y su marido solo querían que llegase el juicio, olvidar todo y descansar.

Según los documentos a los que ha tenido acceso CASO ABIERTO, Isidro tras la primera discusión -cerrada con una multa por faltas leves- entra en el centro médico de Marbella a las 11:23 horas y no recibe el alta médica hasta las 13:06 horas. En ese tiempo, le ve un traumatólogo y le hacen radiografías. Está probado, y firmado, que estuvo ahí, en esa franja, aquel del 21 de junio de 2008. La agresión por la que se le condena, según el doctor que atendió a uno de los implicados, sucedió en torno a las 12:00 en Estepona. El denunciante fue explorado a las 12:59 horas, cuando el traumatismo "llevaba una hora de evolución".

Su gran baza, el documento médico que le situaba lejos de los hechos, no sirvió al tribunal de la Audiencia de Málaga. Lo obvió, pese a formar parte de la prueba documental durante el proceso judicial desde el inicio de la fase de instrucción.

Hubo un 'error' en la defensa. Los tres hermanos contaron con una abogada "poco experta en penal" y que llevó las defensas de los tres acusados: la de los culpables, que luego reconocieron la agresión, y la de Isidro, inocente. Voces juristas lo consideran importante, pero no determinante. Isidro nunca debió entrar en prisión. Por si era determinante, sus hermanos, en un intento desesperado por hacer justicia con Isidro, se confesaron culpables de la agresión y proclamaron la inocencia de éste a través del diario SUR, que acompañó a Isidro durante el proceso.

Isidro y María del Mar en fotos cedidas del albúm familiar.

"La autoría queda acreditada a partir de la declaración de los perjudicados".

"La autoría queda acreditada a partir de la declaración de los perjudicados". Lo dijo la sentencia que lo condenó a cuatro años de cárcel y lo mantuvo el Tribunal Supremo. El Juez, Enrique Peralta, les dio a los denunciantes absoluta credibilidad. "Pensé que era una pesadilla. ¿Esto puede ser real?", lamenta María del Mar. El magistrado consideró la exposición, "clara, rotunda, permanente y sin fisuras". Lo que no vio fue el documento médico que demostraba que Isidro estaba en en otro lugar cuando se cometieron los hechos, no se pronunció. En el recurso de casación, el Tribunal Supremo, lo cuestionó.

"No sabemos si las horas son aproximadas, reales, si las pone la máquina, si se meten a mano”, que dio por probado que Isidro salió antes de lo que firma el médico, "a las 12:30 horas", le dio tiempo a acudir al parking y agredir -también ajustó la hora del suceso- "a las 13:30 horas" a los implicados, "dada la buena comunicación existente por carretera".

Desetimado el recurso, llegó el pánico, el terror. También los recursos. María del Mar acompañaba a Isidro en el calvario. Le sujetaba. Convivió durante años con la posibilidad de ser condenado por un delito que no cometió.

María del Mar e Isidro antes de que ocurrieran los hechos.

Una testigo

Presentaron recursos, la sentencia no cambiaba. No cambió. "Mi marido es inocente, por favor", le rogó más de una vez María del Mar al magistrado.

Se agotaron todas las vías e Isidro entró en prisión. El magistrado, además de la voz de las víctimas, dijo apoyarse en la de una testigo clave, la recepcionista que estaba en Urgencias cuando todo pasó. En su declaración, a la que también ha tenido acceso CASO ABIERTO, la mujer manifiesta que "no vio físicamente a los agresores y que no puede precisar cuántos ni quiénes iban en el vehículo que huyó tras la agresión".

Pese a todo, fue implacable: "debo condenar y condeno a Isidro Lozano como autor responsable criminalmente de un delito de lesiones", sentenció, el 4 de abril de 2014. En 2017 entró en prisión.

"Las dos noches que no lloré en todo el año, era por cansancio, porque caía fulminada por la medicación"

"Todas las noches lloraba", recuerda María del Mar. "Las dos noches que no lloré en todo el año, era por cansancio, porque caía fulminada por la medicación". Se desahogaba al caer el sol, luchaba de día. A su vida llegó Jordi Ventura, el abogado que venció a 'Goliat'. El "ángel de la guarda" de Isidro. No tenía todas consigo, pero luchó.

"Existían pruebas objetivas, materiales, que demostraban que Isidro no podía estar allí. El juez, Enrique Peralta, firma la sentencia haciendo descansar toda la prueba en base a la versión que ofrecen las dos víctimas. Aseguran que es muy detallosa, creíble, que tiene lógica…", explica Ventura. "Dice que a Isidro lo asisten, pero que el alta se la dan a las 12:30 horas, no sabemos de dónde lo saca porque no lo explica en la sentencia. Y esto es muy, muy importante, porque existe el deber de motivar una sentencia". 

Dos veces recurrieron al Tribunal Supremo, la puerta no se abrió. La tercera vez consiguieron lo imposible: vencer a la injusticia, que el Alto Tribunal, en un recurso extraordinario, reconociera el error.

Isidro en una foto compartida por la familia.

Preso de confianza, antisuicidio

Jordi Ventura y María del Mar luchaban contra los elementos. Isidro se apagó. "Todo se desestimaba", recuerda María del Mar. Un informe forense desaconsejó el ingreso de Isidro en prisión. A la parte psicológica, el cuadro neuropsiquiátrico, se le sumó un tromboembolismo pulmonar, "peligraba su vida". El juez también lo desoyó.

A la injusticia se le sumó el miedo. "En cada vis a vis, en cada cita con cristales, sentía que lo perdía", recuerda su mujer, que tuvo que aprender a moverse en la cárcel. "Nunca había estado en un sitio así, ni siquiera en un juicio".

Isidro perdió 10 kilos dentro. "Le pusieron un preso de confianza, de vigilancia, por si la desesperación le hacía caer". Más de una vez lo pensó. "Cada vez más delgado, muy bajo, se me caía el mundo encima. Yo salía de allí y decía: hay que sacarlo. Me impulsaba a seguir luchando porque veía que mi marido se me iba".

Pesadillas y fobias

Lo lograron. María del Mar luchó, Jordi Ventura encontró la fórmula e Isidro aguantó. "Fernández Lozano, Isidro", se oyó por la megafonía en Alhaurín de La Torre. Los presos y funcionarios celebraron la noticia. Aplaudieron. Le sabían inocente. Habían pasado 352 días. Abrieron la puerta de la celda. Salió.

Isidro recuperó la libertad, pero no su vida. Antes sonreía, ya no. Salía hacer deporte, ahora cuesta animarle para ponerse en pie. Tiene pesadillas, fobias y miedo. Su horror, con secuelas incurables, incluida una minusvalía del 51 por ciento, se saldó con 3.000 euros de indemnización y ningún perdón.

Judicialmente sigue luchando, tiene tres frentes: la querella por denuncia falsa a los que le hundieron sin piedad. Que el Estado reconozca el error, "no lo hacen", le han indemnizado por dilación en el proceso (3.000 euros), pero no ven error judicial, y "que el magistrado quede inhabilitado. Dictó sentencia sin motivarla. Modificó las horas, restó valor a un informe médico. Metió a un inocente en prisión. No puede volver a pasar", lamenta María del Mar. Luchan, además, por recuperarse. Les robaron un año juntos, llevan 26 caminando de la mano. No se soltaron, no se sueltan, nunca se habían separado antes de entrar en prisión.

Isidro y María en una foto de 1996.