Un ataque sorpresivo por la espalda tras una discusión originada después de que la víctima, de 66 años, le recriminara un supuesto robo de marihuana por parte de los sobrinos del acusado —móvil que manejan las acusaciones—, o una reacción totalmente desproporcionada producto del consumo del alcohol y las drogas ante unos tocamientos inesperados en "sus partes íntimas", como esgrime el asesino confeso.

Esas son las dos hipótesis sobre las que tendrá que dirimir un jurado popular que desde este lunes juzga a un hombre acusado de matar a martillazos a un amigo en Ontinyent en julio de 2019. Sobre la autoría del crimen no hay discusión alguna, ya que el propio asesino reconoce que le golpeó con el martillo en la cabeza. «Le propiné dos golpes, no más, luego me arrodillé y le pedí perdón porque ya no podía hacer otra cosa», aseguró ayer durante su declaración antes de romper a llorar supuestamente arrepentido.

El Ministerio Fiscal solicita para el acusado 23 años de prisión por un delito de asesinato al apreciar la circunstancia de alevosía. Pena que las acusaciones particulares elevan hasta los 25 años. Además se enfrenta a otros quince meses de prisión por un delito de hurto al haber sustraído a la víctima un teléfono móvil, así como una cadena y una cruz de oro de Caravaca que portaba, y que vendió en un establecimiento de compraventa de oro de Xàtiva.

Por su parte, la defensa del procesado reconoce parcialmente el crimen y solicita una pena no superior a los 15 años por el delito de asesinato y siete meses por el delito de hurto al contemplar las circunstancias atenuantes de drogadicción y haber cometido los hechos bajo la influencia de bebidas alcohólicas.

Los hechos ocurrieron la tarde del 6 de julio de 2019 en la calle Teixedors de Ontinyent en el domicilio de Horacio Gómez, de 66 años. El cadáver del fallecido por destrucción de centros neurológicos vitales presentaba casi una treintena de golpes en la cabeza que le provocaron un traumatismo craneoencefálico con dos fracturas craneales.

"Lo maté sin ninguna intención"

"Es verdad que lo maté, pero sin ninguna intención", alegó Manuel S. L., de 43 años y nacionalidad española, quien solo quiso responder a las preguntas de la fiscal y de su letrado. "No sabía que mi amigo era un poquito homosexual y cuando me tocó mis partes lo empujé y me marché al comedor a coger mi camisa", argumentó el procesado, que niega que atacara por la espalda a su víctima en el pasillo y que fue el propio fallecido el que se dirigió a él con el martillo haciendo referencia al tamaño de su pene. Fue entonces cuando, según la versión del acusado, le arrebató el martillo y lo golpeó en la cabeza, cayendo éste al suelo.

Las acusaciones sostienen que el asesino se aprovechó de la indefensión de su víctima, que había consumido alcohol y estupefacientes, y que estando ya este inerte en el suelo siguió dándole martillazos hasta matarlo.