Un empresario se enfrenta a una petición de cuatro años de prisión por la muerte en Palma de un trabajador en un accidente laboral que supuestamente intentó ocultar y hacer pasar por una caída doméstica. La víctima, un migrante africano de 48 años, cayó por una ventana cuando sacaba por ella una pesada estufa sin las medidas de seguridad adecuadas. El acusado no alertó a los servicios de emergencias y llevó al empleado al hospital en un coche. No informó a las autoridades del accidente laboral y presionó a la mujer del empleado para hacerlo pasar por una caída en su casa. "El mismo día del accidente vino a decirme que no podía contar que era un trabajador, sino un accidente doméstico. Me presionó muchas veces", explicó en el juicio la viuda, cuya denuncia llevó a la Policía Nacional a investigar lo ocurrido. El acusado alegó que se limitó a pedir a la víctima que vaciara una oficina, descargó en ella toda la responsabilidad y rechazó haber intentado ocultar el siniestro.

El accidente ocurrió el 27 de octubre de 2017 en una empresa de transportes en Son Ferriol. Según las acusaciones, el empresario ordenó a la víctima y otros empleados que retirasen varios muebles de una oficina situada en un primer piso. Como la escalera era estrecha y empinada, les dijo que los sacaran por una ventana y los descargaran sobre un palé de madera colocado en una carretilla elevadora. La improvisada plataforma quedaba unos 80 centímetros por debajo del borde de la ventana, por lo que había que sujetar los objetos en el aire antes de colocarlos.

Sin ninguna medida de seguridad, los trabajadores sacaron así una estufa de leña de hierro fundido que pesaba 45 kilos. La víctima tuvo que sacar parte del cuerpo por la ventana y acabó precipitándose al vacío desde una altura de cuatro metros. Cayó de cabeza y quedó inmóvil sobre un charco de sangre.

Lesión medular

Tras el accidente, nadie avisó a los servicios de emergencias. El empresario llevó a la víctima al hospital Son Llàtzer en los asientos traseros de un coche. Los médicos comprobaron que presentaba una lesión medular. Quedó tetrapléjico y ya no volvió a casa; el 23 de agosto de 2018 murió por las graves lesiones sufridas.

El trabajador vivía con su mujer y sus dos hijos, un bebé de nueve meses y un niño de cuatro años, en una casa situada junto a la empresa. La viuda declaró en el juicio, celebrado esta semana en un juzgado de lo penal de Palma, que el empresario maniobró para enmascarar como un accidente doméstico la caída del trabajador. "El día del accidente vino a casa y me dijo que no podíamos decir que era un accidente de trabajo, sino un accidente doméstico. Cada día, cuando íbamos al hospital, me prometía cosas para que firmara que había sido una caída en casa. Me presionó muchas veces para que cambiara mi versión", dijo. Según contó, tras el siniestro se limpiaron las manchas de sangre y se recogieron los muebles que había en la oficina. Un testigo confirmó las presiones del empresario a la mujer. "Me llamó para que intentara convencerla de que firmara la versión del accidente doméstico", declaró.

La mujer acabó marchándose de la vivienda una semana después del siniestro por las presiones del acusado y denunció lo ocurrido ante la Policía. El grupo de Homicidios abrió una investigación y la Inspección de Trabajo contactó con el empresario. Solo entonces informó oficialmente del grave accidente de su empleado.

Un inspector de Trabajo, la técnico de la empresa de prevención de riesgos laborales y una funcionaria de la conselleria de Trabajo que investigaron lo ocurrido fueron tajantes en el juicio sobre las precarias condiciones en las que trabajaba la víctima cuando sufrió el accidente. "Ese trabajo no tenía una evaluación de riesgos", "el método no era el adecuado", "no se puede bajar un objeto así por una ventana de esa manera", "no llevaba puesto ningun dispositivo anticaída", sentenciaron. Un médico forense ratificó además que el traslado del trabajador al hospital en los asientos traseros de un coche "no era adecuado" y pudo agravar las lesiones sufridas.

Antes de morir, la víctima contó a los investigadores que él quería bajar los muebles por una escalera porque consideraba peligroso hacerlo por la ventana, pero que su jefe le ordenó hacerlo así. El empresario rechazó esta acusación. En el juicio alegó que se limitó a pedir que vaciaran la oficina y que fue la víctima quien decidió el método. "Me despreocupé totalmente", dijo. Sobre el traslado en coche al hospital argumentó que lo hizo porque Son Llàtzer esta muy cerca: "Si no, se nos moría allí". También afirmó que no dio parte del accidente porque así se lo indicaron desde la asesoría laboral y aseguró que la víctima tenía a su disposición medidas de seguridad.

El hombre está acusado de delitos de homicidio imprudente y contra los derechos de los trabajadores. La fiscalía pide para él tres años de prisión y que indemnice a la mujer y los hijos de la víctima con 632.000 euros. La viuda, que ejerce la acusación particular, reclama cuatro años de cárcel y eleva la compensación a unos 700.000 euros. La defensa solicita la absolución, al entender que todo fue una negligencia de la víctima.