Tras sufrir el ataque a cuchilladas presuntamente cometido por su primo, Álvaro B. F. fue capaz de alertar a su padre para pedir ayuda. El progenitor avisó de inmediato a la Policía Nacional y los agentes se encontraron con una escena trágica en la calle Juan Fernández de Gres, número 7, en el barrio de A Batundeira de la parroquia de Velle. Ana B. R., de 22 años, yacía muerta en la entrada del domicilio. Su novio Álvaro se encontraba en la habitación colindante, malherido. Los agentes le preguntaron quién había sido el autor.

El joven de 25 años repitió, con dificultad, balbuceando: “Diego, mi vecino; Diego, mi vecino; Diego, mi vecino”. Después perdió la consciencia y fue trasladado de urgencia al hospital de Ourense, donde ayer permanecía en el servicio de reanimación. Este supone, según el magistrado Luis Doval, el “primer indicio claro de autoría material del hecho” contra el presunto homicida Diego R. T., en prisión provisional desde el pasado sábado. Está investigado por un presunto delito de homicidio doloso, consumado, y un presunto delito de homicidio en grado de tentativa. Este lunes, el magistrado acordó su ingreso en agudos psiquiátricos del hospital de Ourense, para que se realice una valoración de su estado y para restaurar el tratamiento, puesto que llevaba meses sin tomar la medicación pautada.

"Por motivos no aclarados pero actuando con el ánimo ostensible de acabar con la vida de ambos”, acometió presuntamente a los dos jóvenes, “de forma simultánea o sucesiva"

En su auto, el juez detalla “indicios sólidos” para concluir que los hechos “fueron ocasionados de forma dolosa e intencional” por Diego R. T., de 35 años, cuyo domicilio en una casa galpón se encuentra al lado del de las víctimas. En base a las diligencias de la UDEV de la Policía Nacional, y a la espera de los exámenes psiquiátricos a los que será sometido el investigado, así como de la declaración que pueda prestar el joven malherido si se recupera, la investigación apunta a que sobre las 4.50 horas de la madrugada del viernes 19, el presunto homicida accedió a la vivienda en la que residían su primo Álvaro y la novia de este, Ana, “con los cuales mantenía buena relación previa, pues el detenido vive en el inmueble colindante, lo que facilitó que le franqueasen el acceso a tal hora”, introduce el juez.

El presunto homicida, durante el registro en su casa. FERNANDO CASANOVA

“Por motivos no aclarados pero actuando con el ánimo ostensible de acabar con la vida de ambos”, acometió presuntamente a los dos, “de forma simultánea o sucesiva”, empleando un cuchillo “de importantes dimensiones” con el que había salido de su domicilio. Las múltiples puñaladas causaron la muerte a Ana y dejaron gravemente herido a Álvaro, que pese a todo consiguió alertar. Tras intentar deshacerse del cuchillo en una finca colindante, el detenido abandonó el lugar de los hechos y regresó a su vivienda, en la que se encontraba su madre. La mujer declaró a la Policía que su hijo le había contado que iba a matar unos conejos y la dejó encerrada con llave en la casa. La testigo escuchó los gritos de los vecinos.

El magistrado destaca que los indicios que señalan a Diego “se han obtenido gracias a la inmediata personación en el lugar de los hechos de agentes de la policía”. La sala del 091 recibió la llamada a las 5.30 horas de la madrugada informando de que dos personas habían sido apuñaladas. Alertó el padre del chico, que esperó a los agentes en el exterior para indicarles el lugar de la emergencia.

La casa de Velle en la que ocurrió el crimen. BRAIS LORENZO

Los policías hallaron en casa del detenido un chubasquero, un guante y un pantalón ensangrentados. El cuchillo del crimen, en una finca colindante. Un agente vio "claramente en los antebrazos del detenido restos de sangre”

El interior de la vivienda se encontraba revuelto, “con signos de haberse producido una pelea o lucha”, según el auto de prisión. Puertas y ventanas de la casa estaban cerradas y la puerta principal tenía las llaves por dentro, sin indicios de que hubiera sido forzada. El padre del joven malherido indicó a los policías que ese Diego al que señaló la víctima era el vecino de al lado. Los agentes saltaron el cierre entre las dos parcelas, revisaron el exterior y llamaron a la casa galpón del sospechoso. Abrió la madre y detrás estaba él. Tras identificarse como Diego, fue detenido por los policías en el acto. En ese momento, un agente “observa claramente en los antebrazos del detenido lo que parecen ser restos de sangre”, hace constar el juez.

Los policías efectuaron una inspección del exterior e interior de la casa del presunto homicida. Hallaron, sobre el cubo de la basura un chubasquero con restos de sangre, un guante ensangrentado sobre la mesa y un pantalón vaquero en el sofá, también con sangre. El cuchillo del crimen estaba en una finca aledaña, a dos metros de la linde. “La situación del detenido, ensangrentado, y la aparición del arma, compatible con el ataque, en el recinto de su propiedad, de forma casi inmediata a cometerse los hechos, constituyen otro indicio claro de la autoría de la agresión”, dice el juez.

La madre declaró que la dejó encerrada en casa tras decir que iba a matar unos conejos. La mujer escuchó gritos de los vecinos. El hijo regresó y ella vio cómo se quitaba ropa ensangrentada

La casa galpón en la que residía el detenido. Está al lado de la vivienda de las víctimas. J.F.

El investigado declaró que se levantó a las 5 de la madrugada, se preparó un té y no salió de la finca, hasta que la Policía apareció y lo detuvo. “La declaración del detenido no aporta en absoluto elementos exculpatorios”, afirma el juez

Ante el juez estaba “orientado”

Además, “la declaración espontánea de la madre” de Diego R. T. “constituye otro indicio incriminatorio” adicional. Según su testimonio, sobre las 3.30 o 4 de la madrugada, su hijo la encerró en casa con llave y salió del domicilio manifestando que iba a matar unos conejos. Regresaría unos minutos después. En ese intervalo, la progenitora escuchó gritos de los vecinos. Cuando Diego regresó, le dijo que venía de matar unos conejos y se cambió de ropa. Según la madre, dejó el pantalón y el chubasquero ensangrentados sobre un sofá y una papelera. “La declaración del detenido no aporta en absoluto elementos exculpatorios”, afirma Luis Doval tras enumerar los indicios en su contra.

El comisario de Ourense, Juan Carlos Blázquez, dijo que Diego R. T. estaba “catatónico, alejado de la realidad” al ser detenido. El forense lo examinó el sábado. “Se muestra consciente y orientado en el espacio tiempo”, observó el juez. El presunto homicida negó la autoría. Declaró que la noche previa se acostó sobre las 12, tras estar matando unos pollos ese día. Dijo que se levantó a las 5 de la madrugada, se preparó un té y no salió de la finca, hasta que la Policía apareció y lo detuvo. El juez añade que “el investigado refiere ideas de perjuicio en relación a las víctimas y que se encuentra mal” –estaba apesadumbrado por su situación vital–, y también aseguró que no toma drogas ni alcohol en la actualidad.

Una vista desde el interior de la prisión de Pereiro. IÑAKI OSORIO