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Agricultura

Una plaga y la sequía reducen la cosecha de algarroba en un 60% en la Cooperativa de Sant Antoni

El pequeño escarabajo ‘Xylosandrus compactus’ es un eficaz portador de enfermedades que propaga al excavar galerías en los troncos y ramas.

Descarga de algarrobas en la Cooperativa de Sant Antoni

Descarga de algarrobas en la Cooperativa de Sant Antoni / J.A. Riera

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Sant Antoni

Hace un mes, en la Cooperativa Agrícola de Sant Antoni se daban con un canto en los dientes si la producción de algarrobas de esta campaña caía sólo un 15% respecto a la del año pasado, cuando se gestionaron 870 toneladas. Pero ha sido peor, mucho peor. De momento (aún no ha concluido la recogida, pero casi), sólo se han recolectado 171 toneladas, cuando a estas alturas de 2024 ya había 435 toneladas a buen recaudo en el almacén del Camí de sa Vorera. Son 264 toneladas menos, un 60,7% por debajo de la cosecha de hace un año.

¿La culpa de este drástico descenso de la cosecha de algarroba? Según Juan Antonio Prats, gerente de la Cooperativa de Sant Antoni, la tienen varios factores. La sequía, por segundo año consecutivo y que en este tórrido verano ha sido especialmente brutal, es la principal. Pero ligada a ella se encuentra el segundo factor: la proliferación, hasta convertirse en devastadora, de un insecto que ya estaba presente en la isla desde hace tiempo, el Xylosandrus compactus, que el Servicio de Sanidad Forestal del Govern balear ya tiene identificado como una plaga forestal.

Conocido como el escarabajo negro de la ambrosía o de ramillos, esta pequeña y aparentemente inofensiva especie originaria de Asia oriental y que ha colonizado las islas (y buena parte de España, Italia y Francia) «probablemente a través del comercio de plantas vivas y madera» es un riesgo para los vegetales leñosos. Puede afectar a más de 225 especies pertenecientes a 62 familias, tanto en ámbito forestal como agrícola y ornamental, entre ellas, al algarrobo, pero también al laurel, el lentisco, la encina, el cerezo o el madroño.

En realidad, el escarabajo en sí no es el que daña al árbol: el problema es que es un eficaz portador de enfermedades. Las hembras de xylosandrus perforan los troncos leñosos vivos y entran en el xilema (tejido leñoso de las plantas vasculares, que transporta principalmente agua y minerales de una parte a otra de estos organismos), donde excavan galerías, pero no se alimentan de la madera del árbol: «La importancia de la colonización de estos escarabajos —explica el Servicio de Sanidad Forestal del Govern— radica en la propiedad que tienen de transportar hongos e inocularlos en los vegetales, que en muchos casos pueden desencadenar graves enfermedades sobre las plantas». Es decir, el daño que producen al horadar en el tronco es mínimo, pero los patógenos que porta con él pueden ser letales.

Poda, corte y destrucción

Se nota que el algarrobo está infectado porque parece marchito. Sus hojas y brotes se secan, la corteza se decolora y aparecen chancros (heridas) en la corteza. En España se detectó por primera vez en un jardín particular de Balears en noviembre de 2019, hace seis años.

Para controlar su expansión se recomiendan métodos expeditivos: poda, corte y «destrucción inmediata de las partes afectadas». En Ibiza se han podado y arrancado ya numerosos algarrobos este mismo verano, como habrá visto quien haya dado una vuelta por zonas como Forada y Buscastell: «Lo mejor es, si ya está infectado, cortarlo y quemar las ramas», apunta Prats.

Entre la sequía y el escarabajo negro de la ambrosía, pocos productores de algarrobas se han acercado de momento a la Cooperativa de Sant Antoni, sólo 130, cuando a estas alturas de 2024 ya habían llevado allí sus cargamentos un total de 234 agricultores, un centenar más.

Ni con incentivos

Y eso que la Cooperativa ha intentado animar a los productores con un par de incentivos. Por una parte, regalando pequeños algarrobos a los proveedores (si bien algunos los rechazaron porque «ya tienen suficientes»); por otra, pagando por kilo por encima del mercado. Sant Antoni ofrece 0,4 euros el kilo de algarroba, cuando en Valencia está cinco céntimos más barata: «Hemos apostado por dar un buen precio pero no sé si lo vamos a recuperar, pues el garrofín está a la baja. Vamos a costes este año. No vamos a ganar nada y esperemos no ir a pérdida, pero se ha puesto ese precio para fomentar el cultivo de algarroba. La gente ve que hay poca cosa, se cansa y dice que por cuatro algarrobas no les merece la pena cogerlas», indica el gerente de la Cooperativa.

La sequía ha provocado que el fruto esté «muy seco por falta de agua». De ahí que en la Cooperativa estén preocupados por el rendimiento que dará el garrofín (la semilla, que se utiliza en la industria alimentaria, por ejemplo en la de helados): «Este año, la algarroba, al ser pequeña y seca, dará poco garrofín. Estamos haciendo pruebas y a ver si llegamos al 10,5 o al 11% de rendimiento y así cubrimos». Normalmente, la media de rendimiento es del 12 al 12,5%.

Y todo esto ocurre con el árbol que, en principio, se proponía como relevo del almendro, mucho menos resistente a la pertinaz sequía que azota estas islas: «A ver qué pasa el año que viene», se encomienda Prats, que espera que lo sucedido los dos últimos años sólo sea un bache en el camino y se recuperen las producciones de antaño.

Mal de muchos, este problema no sólo afecta a Ibiza. En Mallorca están en las mismas por culpa del xylosandrus y de la sequía. Allí esperan recoger un 50% menos de algarroba (en Ibiza se va ya por el -60,7%) y a un precio que ronda los 0,45 euros.

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