Entrevista | Susana Gisbert Fiscal de delitos de odio
"Yo dudé mucho si denunciar o no, y más conociendo el sistema judicial, pero hay que hacerlo"
Activista y formadora contra la violencia de género, ayer impartió la conferencia inaugural de la Universitat d’Estiu d’Estudis de Violència de Gènere de la UIB en la que alertó sobre el retroceso que está lucha está viviendo en los últimos años

La fiscal Susana Gisbert, ayer en Palma. / B. Ramon
Mar Ferragut Rámiz
Le pregunto el título de su conferencia: ‘Violencia de género, ¿estamos retrocediendo?’
Sí, y si no estamos retrocediendo, desde luego no avanzamos y en violencia de género todo lo que no sea avanzar es retroceder.
¿Qué podemos hacer?
Primero, tenemos que hacer el camino inverso: la violencia de género era un problema social y lo convirtieron en un problema político y tenemos que hacer el camino inverso. Cuando se convierte en un elemento de conflicto entre partidos entonces se pone o se quita según criterios que están muy fuera de lo que es el problema social.
¿Entiende que haya mujeres que prefieran no denunciar, que se no se atrevan, que desistan...?
Sí, porque ven cosas como las que le pasaron, por ejemplo, a la víctima de ‘la manada’: fue cuestionada, perseguida, buscaron sus datos... Muchas mujeres cuentan experiencias que no son buenas. Ahora, puede que denunciar no dé todas las respuestas, pero no denunciar no da ninguna. La mayoría de las mujeres asesinadas no habían acudido nunca al sistema judicial.
Usted misma ha denunciado como víctima de un delito de odio.
Sí, y me costó mucho tomar la decisión, más conociendo el sistema judicial: sabes que tienes que comparecer varias veces, que es pesado, que te pueden cuestionar, que además al ser una persona algo conocida puedes salir en los medios... Era difícil, pero vi que yo no puedo estar diciéndole a la gente que denuncie y luego no practicar con el ejemplo. La experiencia me ha sido muy útil para entender cómo se sienten las mujeres. No es nada fácil. De hecho, yo pienso que si supieran lo duro que es denunciar e introducirte en un proceso judicial no serían tan frívolos al hablar de las denuncias falsas.
¿Qué responde a los que insisten en las denuncias falsas?
Es fundamental tomarse en serio las estadísticas. No se puede afirmar que hay un 20% de denuncias falsas cuando los datos del Consejo General del Poder Judicial, de Interior o de Fiscalía hablan de un 0,01%. Además, hay que distinguir entre denuncias falsas y absoluciones: que una persona sea absuelta no significa que la denuncia sea falsa. Muchas veces no se consigue probar el hecho por falta de pruebas, por miedo de la víctima a declarar, porque los testigos no comparecen... Quien afirme que hay un alto porcentaje de denuncias falsas debe demostrarlo con datos, no con percepciones.
No hay ámbito exento de machismo, ¿pero diría que el de la justicia es especialmente machista?
La sociedad es machista, y la justicia no es una excepción porque es un reflejo de esa sociedad. Ahora bien, a mí, como jurista y defensora de los derechos de las mujeres, me molesta y ofende la expresión ‘justicia patriarcal’, es injusto que se generalice así cuando dentro de la judicatura y la fiscalía hay muchas personas trabajando con firmeza para que la justicia sea verdaderamente justa.
¿Basta con formar a los trabajadores del ámbito judicial o se combate algo cultural tan incrustrado que no debemos esperar avances inmediatos?
No podemos esperar, cada año de espera pueden ser 40 mujeres asesinadas. Cada vez hay más formación en la carrera judicial, pero hay que ir más allá, tenemos que formar a todas las personas que intervenimos en los procesos de violencia de género y, muy importante, también a todas las personas que no intervienen en esos procesos: si a ti te entra un procedimiento y no te das cuenta de qué violencia de género, el caso no pasará a los especialistas. Y la formación tiene que ser obligatoria, sino acabamos yendo siempre los mismos, y el tema debería tener más importancia en las oposiciones.
La segunda sentencia del caso Dani Alves absolvió al futbolista al considerar que el testimonio de la víctima no era creíble, cuando en primera instancia los jueces sí la consideraron creíble. ¿Cambia ese segundo criterio algo a nivel de doctrina, de jurisprudencia...?
Ni la primera sentencia cambió todo ni la segunda tampoco, harían falta varias sentencias para crear jurisprudencia. El testimonio de la víctima por sí misma os prueba bastante para enervar la presunción de inocencia y ni esta sentencia ni otra la ha cambiado. Sigue diciendo lo mismo, lo que pasa es que dice: en este caso el testimonio no cumple las circunstancias. Yo no estuve en el juicio, pero ambas sentencias me parecen fundamentadas y eso despista, a la sociedad general, y también a los juristas. Es muy difícil de explicar.
Ley del ‘solo sí es sí’: ¿se hizo bien pero jueces machistas la aplicaron mal, como se defendía desde Podemos? ¿Se hizo mal ? ¿Hubo un poco de las dos cosas
Está bien hecha, pero tuvo un agujero técnico importante. Hay que decir es que no es solo la reforma del Código Penal ni la revisión de penas, tiene partes muy positivas en lo social, en prevención, en formación... pero a eso no se le ha hecho ni caso cuando para mí era lo más importante. En cuanto a la reforma penal, a largo plazo es positiva, castiga más lo que merece más castigo, pero no previeron que, en el periodo de transición, habría revisiones que podían interpretarse de una forma determinada. Aunque los tribunales podían haber interpretado de otra manera, también cabía la interpretación que hicieron. Fue un defecto técnico llamativo, pero que ya no está produciendo efectos, los delitos cometidos tras la entrada en vigor de la ley ya tienen penas más altas.
¿Cada vez hay más delitos de odio o cada vez se denuncia más?
No lo puedo discernir. En 2024 aumentaron bastante y siguen aumentando. Si la infradenuncia en violencia de género es un problema, en delitos de odio es el doble: se estima que en violencia de género se denuncia solo entre el 20 y el 30% de los casos, en delitos de odio estamos entre un 10 y un 20%.
¿Qué experiencia personal ha tenido con casos de acoso y persecución digital, y qué implica que líderes políticos como Luis Alvise Pérez fomenten este tipo de comportamientos?
Por un lado, como comentamos antes, he vivido una experiencia personal de acoso por parte de alguien que estaba envuelto en un procedimiento de violencia de género y estaba convencido de que yo era la persona implicada, aunque no lo era. Me persiguió, en redes sociales me llamaba ‘feminazi’ y otras cosas.... Denuncié y fue condenado. Luego, está el caso de Alvise [el eurodiputado fue denunciado por presunto acoso y mensajes hostiles en redes sociales contra ella], que todavía está en trámite, donde también he sido víctima de acoso digital. Es fundamental denunciar estas situaciones, porque no se puede consentir que alguien con tanta capacidad de influencia y seguimiento, como un líder político, propicie mensajes de odio y persecución en redes. Es algo que hay que combatir para proteger a las personas y a la sociedad.
Pese a haber sufrido acoso digital e insultos en las redes sociales, defiende no abandonarlas.
Muchos se han ido de X, pero yo creo que hay que estar, hay que resistir. Cerrar los ojos no es respuesta, hay que estar ahí y dar una réplica.
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