Este es el metal más caro del mundo: 1,3 millones de euros el kilo

En toda la Tierra solo hay una tonelada de este metal, pero se necesita para cosas muy importantes

Este es el metal más caro del mundo: 1,3 millones de euros el kilo

Este es el metal más caro del mundo: 1,3 millones de euros el kilo / Wikipedia

Jorge López

Jorge López

Cuando pensamos en los metales más preciosos y caros de la Tierra, nuestro cerebro los relaciona directamente con el oro, el platino... Sin embargo, en la naturaleza existe otro metal que es mucho más caro y raro cuyo valor puede alcanzar los 1,33 millones de euros el kilo.

Hablamos del osmio, un elemento que pertenece al grupo del platino que es extremadamente difícil de extraer, pero que su demanda ha crecido muchísimo debido a los usos que se le da.

Se emplea en síntesis orgánica (como oxidante) y en el proceso de tinción de tejidos (como fijador) para su observación mediante microscopía electrónica, y en otras técnicas biomédicas. Las aleaciones de osmio se emplean en contactos eléctricos, puntas de bolígrafos y otras aplicaciones en las que es necesaria una gran dureza y durabilidad.

Puede que el osmio no sea un nombre muy conocido, pero es un auténtico peso pesado, literalmente. Con la mayor densidad de todos los elementos naturales, este metal de color azul plateado contiene una asombrosa cantidad de masa en el espacio más pequeño. Forma parte de los metales del grupo del platino (MGP), que también incluye el rutenio, el rodio, el paladio, el iridio y el propio platino.

Lo que hace tan especial al osmio es una combinación de rareza extrema, métodos de extracción complejos y propiedades excepcionales a las que científicos, ingenieros e incluso joyeros de lujo encuentran difícil resistirse.

Más que una roca brillante: usos en el mundo real

El osmio no sólo se guarda en cámaras acorazadas o colecciones privadas. Trabaja entre bastidores en algunas de las tecnologías más avanzadas de la Tierra. En los instrumentos de precisión, la resistencia del osmio al desgaste y la corrosión lo convierten en un material muy utilizado para plumillas de estilográficas de alta gama, contactos eléctricos e incluso componentes aeroespaciales.

En química orgánica, es un potente catalizador. Y en geología, los isótopos radiactivos del osmio ayudan a los investigadores a datar rocas y fósiles, revelando secretos del pasado profundo del planeta. Incluso en medicina hay un interés creciente por su potencial en el diagnóstico por imagen y el tratamiento del cáncer.

Pero quizás lo más visible sea que el osmio ha entrado con fuerza en la joyería premium, donde su durabilidad y su forma cristalina única -brillante como los diamantes negros- están conquistando a los coleccionistas que quieren algo realmente único.

El precio no es una exageración. En el mundo sólo se producen unos pocos kilogramos de osmio al año, principalmente como subproducto de la extracción de minerales de platino y níquel. El proceso de refinado es laborioso e implica múltiples rondas de purificación para alcanzar una forma utilizable. Y, a diferencia del oro o la plata, el osmio no se encuentra en grandes vetas explotables: sólo existen trazas, a menudo ligadas a otros metales.

Según los expertos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), esta extrema escasez, unida a la creciente demanda en los mercados especializados, está disparando los precios hasta la estratosfera. Y como no existe un mercado de osmio a gran escala, su compraventa suele limitarse a acuerdos privados entre coleccionistas y comerciantes.

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