Homenaje
El hombre que casó a todo Sant Mateu ya es eterno
Antoni Costa Bonet ya permanecerá para siempre en Sant Mateu. Desde ayer, el que fuera exrector del pueblo durante cuatro décadas, da nombre a una calle. Entre los vecinos, su memoria sigue muy viva.

David Ventura

«A mi me bautizó, me dio la comunión, me confirmó y, poco antes de que se jubilara, me casó», explica Catalina Costa Costa. A su lado, Maria Costa Torres, que tiene algo más de edad, recuerda que ‘don Toni’ también le casó: «Fue en el 53», asegura. «¡Ya lo creo que lo conozco! A mi también me casó», comenta Toni Marí Marí quien, además, es el concejal del área de Sant Mateu.

Sant Antoni cambia el nombre de una calle de Sant Mateu en homenaje a Antoni Costa Bonet / J.A.RIERA
Ayer, en el homenaje que Sant Mateu tributó a Antoni Costa Bonet, rector del pueblo entre 1941 y 1983, era imposible encontrar a alguien que no hubiera sido casado o bautizado por una persona que, durante décadas, fue un faro para la comunidad. Porque don Toni no solo fue el cura, también ejerció de notario, abogado, cartero, maestro de escuela, psicólogo, impulsor de la cooperativa agrícola y, por si fuera poco, también tuvo su papel durante el tardofranquismo como colaborador de los grupos democráticos contrarios al régimen, ya que ofreció su rectoría como lugar de encuentro para sus reuniones.
«Hay la anécdota de que en una ocasión, una vecina le dijo, ‘don Toni, ayer por la noche vi muchos coches en el pueblo y gente que no sé a qué venía’. Y él le respondió, ‘no se preocupe, que son buena gente’». Quien recuerda esta anécdota es el historiador Felip Cirer, que define a su tío abuelo como una persona «muy bondadosa».
«Era de una familia muy pobre. Estudió idiomas porque su vocación era ser jesuita y hacer las misiones, pero el obispo Frit le dijo que debía quedarse en la isla para cuidar a su familia», rememora Cirer, quien señala que durante los años de la Segunda Guerra Mundial, don Toni salvó vidas: «Protegió a los Hanauer, una familia de alemanes judíos que se había refugiado en la isla. Fue quien los bautizó para que no los deportaran y así salvaron la piel».

El obispo bendice la urna con los restos de Antoni Costa Bonet. / J.A.Riera
Una calle y un regreso
Para celebrar a una persona tan querida, diversas entidades de Sant Mateu -la asociación de vecinos, la de personas mayores, los obreros de la parroquia y la colla de ball pagès- se pusieron en contacto con el Ayuntamiento de Sant Antoni para que la calle que conecta la iglesia con el centro social, llevara su nombre. «Nos lo pidió el pueblo y nos hemos puesto manos a la obra», explica el concejal Toni Marí Marí: «Así ya ha quedado inmortalizado, porque cuando a una calle le pones el nombre de alguien, casi seguro que ya es para siempre».
Además, también se han traído al pueblo sus restos mortales en una urna -el exrector murió en Mallorca, donde vivía su hermana, que fue quien le atendió en sus últimos años- para que don Toni pueda reposar en la que fue su casa durante media vida, la iglesia de Sant Mateu.

La nueva placa de la calle. / J.A.Riera
El hombre que lo fue todo
«En esa época, muchos vecinos no sabían escribir, y él les hacía de notario y les ayudaba a redactar documentos oficiales», explica Joan Bonet Riera, presidente de la asociación de personas mayores, quien también recuerda lo primero que le dijo cuando regresó a la isla y se reencontró con el párroco: «Que debía aprender esperanto».
Y es que don Toni aprendió de manera autodidacta inglés, alemán, francés y esperanto. Pero, además, siempre fue un defensor de la cultura y la lengua de la isla: «Él fue el primero que me dio clases de catalán, cuando todavía estaba prohibido», dice Joan Bonet.
«En esa época el maestro de la escuela subía al pueblo en moto y, cuando se le estropeaba, era él quien se ponía a darnos clase», comenta Joan Espença, quien comparte tertulia con Toni de Can Pau y Toni de Can Planeta. A los tres los casó don Toni, y los tres coinciden en su bondad: «Era bajito, y siempre hacía favores a la gente», dice Toni de Can Pau. «¡No cobraba!» comenta admirado Toni de Can Planeta: «Y eso que en aquella época había curas que cobraban por todo, pero mi boda no solo no la cobró sino que incluso me dio mil pesetas». «Tenía un barreño en la rectoría que hacía de nevera, y siempre tenía botellas allá, nos guardaban las Fantas», recuerda Joan Espença. «Y siempre tenía una de Veterano», completa Toni de Can Planeta, «de Terry no, él era de Veterano».

Joan 'Espença', Toni de Can Pau y Toni de Can Planeta. / D.V.
De nuevo en Sant Mateu
No falta al homenaje la familia directa de Antoni Costa, llegada desde Mallorca. «A mi tío abuelo lo recuerdo como un hombre muy culto, siempre rodeado de libros y contando historias. ¿Sabes esa gente que ves que son buenas personas? Así era él», recuerda emocionada Alicia Costa.
También acuden sus sobrinos, Antoni y Margarita Costa Costa, quienes agradecen a todas las asociaciones que se han movilizado para lograr este homenaje así como al Ayuntamiento, y coinciden en que era «una persona íntegra, buena, única y especial». Antoni explica que regresar a Sant Mateu le ha removido por dentro: «Fíjate este paisaje. Recuerdo este pueblo de niño, y se mantiene como era. Ojalá siga así durante mucho tiempo, significará que mantenemos nuestras raíces».
Tras el acto de presentación de la placa con el nombre de la calle, a la que asisten el alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, y el obispo de Ibiza y Formentera, Vicent Ribas, se celebra una misa. En una capilla lateral del templo, la dedicada a Sant Antoni, se ha instalado un retrato del exrector y se ha abierto un espacio para depositar la urna con sus restos. A su lado, reposa una lápida que reza: ‘Jo som el bon pastor’. «Toni fue el pastor durante casi cincuenta años de esta porción del pueblo de Dios que es Sant Mateu», señala el obispo durante la homilía.
Y cuando termina la misa es el momento de depositar los restos de don Toni en lo que será para siempre su hogar. Tras sellar la lápida, el pueblo entero aplaude. El hombre que les casó, ya es eterno.
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