Fiesta patronal
Sant Josep y el reflejo de una figura paterna que «está en crisis»
Más de un centenar de personas siguen las celebraciones de Sant Josep, en un día en el que tanto el obispo de Ibiza como el sacerdote del municipio reivindican el papel de San José y el valor de los padres. Tras la misa, el sol y el calor permiten seguir la procesión y disfrutar de música en directo en varios de los locales del pueblo.

Sergio G. Cañizares

El gran día de Sant Josep honra al patrón del que es el municipio más extenso de Ibiza y celebra la figura paterna, en recuerdo de quien, para la fe cristiana, fue el padre terrenal de Jesús. Un padre que «cuida, protege, enseña y guía con ternura», destaca el obispo de Ibiza, Vicente Ribas Prats, en el inicio de la misa solemne. Como es costumbre, Ribas conmemora la figura de Sant Josep y este 19 de marzo reivindica su papel, teniendo en cuenta que hoy en día «la figura del padre está en crisis».

Todas las imágenes del día grande de las fiestas de Sant Josep / J.A Riera
Para Ribas, y como también destaca el sacerdote del municipio, Yasser Peña, no sólo es importante la humildad y entrega con la que actuó San José cuando supo que María esperaba un hijo que no era suyo, también lo es el amor que le ofreció a Jesús, signo de lo que «significa ser un buen padre». Por eso, durante su intervención el obispo lamenta la situación que considera que se da en la actualidad: «Muchos niños crecen sin una referencia paterna, ya sea por su ausencia física o emocional, y la sociedad tiende a minimizar el rol del padre, presentándolo muchas veces como innecesario o irrelevante, pero es necesario para la estabilidad de la familia», ruega.
Muchos de los que seguramente intenten cumplir este rol a diario han sacado sus mejores galas del armario para celebrar esta gran festividad. Antes del inicio de la misa, llaman la atención sus trajes oscuros o los pendientes de oro que llevan las más veteranas del pueblo. También quienes, entre la vestimenta arreglada, destacan por calzar botas de montaña.
Pendientes de oro y botas de montaña
Sabine es una de estas personas, que desde un lateral de la plaza observa expectante lo que sucede. Admite que no sabe de qué va la cosa. Está en Sant Josep por otro motivo. Es de Colonia, Alemania, y forma parte de «un grupo especializado en senderismo». De hecho, ella y a sus cuatro compañeros han venido en autobús desde Santa Eulària, donde se alojan, para dirigirse hoy «al punto más elevado de la isla». Todos están esperando al resto de viajeros que hoy tienen el mismo propósito, el de subir a sa Talaia y alcanzar los 475 metros de altura.Ellos, unidos a los habituales viajeros del Imserso que acaban de llenar la plaza son ya elementos esenciales, como el repique de las campanas de la iglesia o el baile de la colla del pueblo, en este gran día. No sólo destacan por moverse en masa y cargar mochilas, también lo hacen por su agilidad para desenfundar móviles y capturar los movimientos del Grup Folklòric Sant Josep de sa Talaia.
Pedro llama la atención porque con el teléfono cogido con ambas manos a la altura de su mirada, se acerca mucho a los miembros de la colla para capturar detalles de su vestimenta: «Es que somos de un grupo de baile castellano y llevamos algunas cosas parecidas en nuestros trajes», adelanta, junto a su compañero Ángel.
Ambos vienen desde Palencia, algo en lo que insiste Pedro: «Palencia con ‘P’», repite para ahorrar confusiones. A su lado, se escucha a una de sus acompañantes defender, en una charla con un ballador, que «la jota castellana es también muy bonita», .
Bailes tradicionales y calor
Este grupo, además de su pasión por los bailes tradicionales, comparte lo que está disfrutando de estos días en Ibiza: «La temperatura es ideal», admite con una sonrisa Pedro, que lamenta que «en Palencia hace mucho frío».
Este miércoles, a diferencia del tiempo que predominó la semana anterior, en Sant Josep ha salido el sol y provoca la sensación de que las chaquetas sobran, sobre todo cuando se oye algún que otro «pero qué calor». Esta sensación se mantiene cuando, tras la misa, obreros de la iglesia y miembros de la corporación municipal inician la procesión que recorre la calle principal de Sant Josep. En ella ya destacan los castillos hinchables y la preparación de algunas de las seis bandas musicales que, tras la ceremonia matutina, ofrecerán música en directo delante de algunos locales del pueblo.
Josefa Palerm, que sigue la procesión, no sabe si se quedará a escucharles, porque viene desde Jesús y tiene que coger el coche. Ha venido con su marido, con quien acude todos los años a Sant Josep para ver la procesión y la actuación de ball pagès: «Es una celebración muy bonita», opina.
Además de bonita, será apetitosa para las más de cien personas que se amontonan en la plaza para seguir el baile del grupo folklórico y encontrar una posición que les permita llegar a las bandejas de orelletes o los vasos que se reparten, en esta ocasión con herbes eivissenques para quien quiera brindar.
En este bullicio, una imagen se sobrepone a todo: un padre que sostiene a su hija sobre los hombros mientras ella le pide que no se mueva, que no quiere perder detalle de lo que ocurre. Él atiende y la sostiene con ternura, compartiendo un gesto que se puede considerar la esencia de esta celebración.
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