Alarma por los extraños efectos secundarios de este medicamento: adicción al sexo, al juego y a las compras

Afectados por estos efectos secundarios dan la voz de alarma

Alarma por los extraños efectos secundarios de este medicamento: adicción al sexo, a jugar y a las compras

Alarma por los extraños efectos secundarios de este medicamento: adicción al sexo, a jugar y a las compras / Freepik

Los testimonios de varias mujeres y hombres en un amplio reportaje de la BBC han hecho saltar todas las alarmas. Casos gravísimos de adicción al sexo, al juego y a las compras compulsivas provocados por un medicamento sin que los afectados hubiesen recibido información previa por parte de los médicos que se lo recetaron de que eso les podría ocurrir.

Se trata de un popular fármaco para tratar el Parkinson y el síndrome de piernas inquietas, pero con efectos secundarios devastadores en la vida de algunos pacientes: adicción compulsiva al sexo y al juego. Esta es la alarma lanzada en las últimas horas por una decena de mujeres en el Reino Unido que han tomado ropinirol, un agonista dopaminérgico.

Estos medicamentos funcionan estimulando los receptores de dopamina en el cerebro, aliviando los síntomas de la enfermedad de Parkinson y el síndrome de piernas inquietas. Pero, en algunos casos, pueden provocar efectos secundarios inesperados y potencialmente destructivos.

Conuductas sexuales arriesgadas y detenciones

Los pacientes a quienes se les recetaron medicamentos para trastornos del movimiento, incluido el síndrome de piernas inquietas (SPI), dicen que los médicos no les advirtieron sobre los efectos secundarios graves que los llevaron a buscar conductas sexuales arriesgadas.

Veinte mujeres aseguraron a la BBC que los medicamentos que les dieron para el síndrome de piernas inquietas, que provoca una necesidad irresistible de moverse, arruinaron sus vidas.

Un informe de la farmacéutica GSK, al que ha tenido acceso la BBC, muestra que en 2003 descubrió una relación entre los medicamentos, conocidos como agonistas dopaminérgicos, y lo que describió como una conducta sexual "desviada". Citó el caso de un hombre que agredió sexualmente a una menor mientras tomaba el medicamento para el Parkinson.

Si bien no hay ninguna referencia explícita a este efecto secundario en los prospectos para pacientes, el organismo regulador de medicamentos del Reino Unido informó de que había una advertencia general sobre el aumento de la libido y los comportamientos perjudiciales. GSK afirma que los prospectos también mencionan el riesgo de una "alteración" del interés sexual.

Algunas de las mujeres que describieron sentirse atraídas por conductas sexuales de riesgo aseguraron que desconocían la causa. Otras dijeron sentirse obligadas a jugar o comprar sin tener antecedentes de tales actividades. Una acumuló deudas de más de 150.000 libras.

Claire, una de las afectadas que desarrolló el síndrome de piernas inquietas con sus embarazos y que fue recetada con ropinirol, cuenta en el reportaje que empezó a salir de su casa de madrugada para buscar sexo. Vestida con una blusa transparente, le enseñaba el pecho a cualquier hombre que encontraba. Lo hacía con regularidad, dice, y en lugares cada vez más peligrosos, a pesar de tener pareja.

Claire narra que le llevó años relacionar estos impulsos con su medicación, y que desaparecieron casi de inmediato al dejar de tomarla. Siente una profunda vergüenza y está mortificada por el peligro al que se expuso.

Ludopatía y apetito sexual

Los comportamientos impulsivos, como la ludopatía y el aumento del deseo sexual, se han incluido desde hace tiempo como efectos secundarios en los prospectos de los agonistas dopaminérgicos, y se cree que afectan entre el 6 % y el 17 % de los pacientes con síndrome de piernas inquietas (SPI) que los toman.

Los fármacos actúan imitando el comportamiento de la dopamina, una sustancia química natural del cerebro que ayuda a regular el movimiento. Se la conoce como la "hormona de la felicidad" porque se activa cuando algo nos produce placer o nos sentimos recompensados.

Pero los fármacos agonistas pueden sobreestimular estos sentimientos y subestimular la apreciación de las consecuencias, lo que conduce a un comportamiento impulsivo, según los académicos.

Los casos de lo que el informe de GSK de 2003 describió como "conducta desviada" involucraron a dos hombres a quienes se les prescribió ropinirol para la enfermedad de Parkinson. En uno de ellos, un hombre de 63 años agredió sexualmente a una niña de siete años, lo que resultó en una pena de prisión.

Los documentos decían que la libido del perpetrador había aumentado significativamente desde el inicio de su tratamiento con Ropinirol y que su "problema de libido se resolvió posteriormente" después de que se redujera su dosis.

En el segundo caso, un hombre de 45 años cometió exhibicionismo descontrolado y conducta indecente. Se informó que su deseo sexual había aumentado antes de que le recetaran ropinirol, pero sus impulsos se intensificaron después del tratamiento.

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