El cautiverio francés en Cabrera
Localizan el cementerio de los soldados de Napoleón
Frédéric Lemaire y su equipo de arqueólogos sitúan en una extensión de unos dos campos de fútbol de superficie del canal de ses Figueres de Cabrera la zona de sepulturas de los 4.000 soldados de Bonaparte que fallecieron en la isla entre 1809 y 1814, en lo que fue el primer campo de concentración de la historia.

El trabajo de campo, nuevos documentos hallados y la interpretación de mapas de los supervivientes han permitido localizar el camposanto de los cautivos en la zona señalada. / Google Earth
La misión francesa que desde el año 2001 investiga el cautiverio en Cabrera de 12.000 soldados del Ejército de Napoleón Bonaparte entre 1809 y 1814, derrotados en la batalla de Bailén de 1808 y abandonados en la isla en penosas condiciones, en lo que hoy se considera el primer campo de concentración de la historia, acaba de realizar un descubrimiento muy relevante que puede dar un gran salto cualitativo en el conocimiento de aquellos años de horror.
«Hasta la fecha no hemos encontrado restos de ningún cuerpo, pero sí hemos podido localizar en Cabrera el cementerio de aquel cautiverio», desvela Frédéric Lemaire, jefe de la misión arqueológica francesa, mientras detalla los resultados de la última expedición de noviembre de 2024.
«La vegetación actual en la zona y el grosor de los sedimentos recientes dificultan la detección de las sepulturas. Sería necesario un trabajo de mecanización parcial, pero resulta incompatible con las restricciones de un Parque Nacional como Cabrera», aclara.

Localizan el cementerio de los soldados de Napoleón / DM
«Por este motivo se están considerando para el próximo año diferentes métodos de detección no invasivos, como la técnica LIDAR (Light Detection and Ranging) que mediante láser permite medir y cartografiar objetos y estructuras que de otro modo serían invisibles, así como la termografía por dron», avanza Lemaire.
«El primer sitio funerario, denominado Vallée des Morts o Colline des Morts por los mismos prisioneros, según los testimonios de los supervivientes, se encuentra indudablemente en la desembocadura del pequeño valle del Canal de ses Figueres, justo debajo del monumento, lo que, además, explica su ubicación», concreta Lemaire. «Es cierto que la nuestra es la interpretación deductiva, pero los últimos archivos descubiertos apuntan en esa dirección», subraya. «Esta casi certeza también se debe a nuestras observaciones de campo. Junto a un geoarqueólogo estudiamos, in situ, el mapa de Gille y comprendimos cómo había representado la topografía, a partir de los picos. Y finalmente, definimos un perímetro de búsqueda que corresponde a dos campos de fútbol», explica. «Es una superficie demasiado grande para ser diagnosticada con medios manuales, dada la vegetación y el recubrimiento sedimentario», considera.
El regimiento de Dragones y su cueva particular
La misión de noviembre de 2024 de los arqueólogos franceses centró su investigación en las cuevas que fueron ocupadas por los desnutridos soldados cautivos, adoptando en ellas un estilo de vida troglodita, a cambio de escapar de la disciplina militar de las chabolas levantadas alrededor del puerto. Estas cavidades subterráneas, algunas inaccesibles, conservan todavía fosilizados los vestigios de su apropiación por parte de estos robinsones imperiales desafortunados. En ellas se encuentran construcciones de piedra, botones de uniforme por decenas y fragmentos de vasijas cerámicas. En esa topografía del horror que los arqueólogros franceses han completado, destacan la Cova des Burri, que ocupó el regimiento de los Dragones, la de l’Amic, y sobre todo la de Cap Ventós, por sus cincuenta metros de profundidad y por ser una catedral de estalactitas con cientos de inscripciones. También han explorado la cisterna del castillo, entre el embarcadero y la fortificación, que coincide con la descripción del cirujano superviviente Auguste Thillay.
«No tenemos pruebas directas», reconoce Lemaire. «No hemos encontrado elementos materiales incontestables en las excavaciones o en la superficie. Ningún hueso todavía ha visto la luz», confirma. «En mi estudio de 2024 ¿Dónde están los muertos, dónde están los cuerpos? planteé la posibilidad de la destrucción total o parcial de las tumbas en la zona que ahora hemos localizado, debido a su escasa profundidad y la importante erosión provocada por las inclemencias del tiempo. Esta hipótesis, que se repite en Waterloo, podría explicar la cantidad de restos humanos esparcidos por el suelo y recogidos por los marineros bajo las órdenes del príncipe de Joinville. Lo que también explicaría la elección del sitio para la construcción del Monumento».
Frédéric Lemaire hace referencia al Príncipe de Joinville, Francisco de Orleans, almirante de la marina francesa que en 1847 levantó en ese lugar un monumento en honor de los soldados de Napoléon cautivos, reuniendo en un osario huesos esparcidos de prisioneros muertos que se habían hallado en aquellos años. Pero nunca se encontró una sola sepultura de los aproximadamente 4.000 soldados franceses que murieron en Cabrera durante el horror del cautiverio. Fallecidos de hambre, sed, enfermedades, locura o frío. Y también asesinados a manos de sus propios compañeros de armas o incluso víctimas del canibalismo, en episodios que fueron duramente reprimidos. Tal fue el horror de aquella prisión sin barrotes.
Fredéric Lemaire, que lleva más de 19 años siguiendo las huellas del Gran Ejército por los campamentos y campos de batalla que fueron clave en la expansión napoleónica, sus grandes victorias y también sus derrotas, y es autor de una tesis sobre los soldados de Bonaparte en el campo de batalla, no duda de la importancia que tendría el hallazgo por primera vez de los cuerpos de los soldados franceses muertos en Cabrera en el cementerio que ha localizado.

Localizan el cementerio de los soldados de Napoleón / DM
«Existe una gran expectación en la comunidad científica», admite. «Y creo que el hallazgo de restos humanos sería un evento destacado. Pienso que para Cabrera, ya no basta con poner palabras a las cosas, sino cosas a las palabras», afirma. «Esa es la razón por la que me gustaría concentrar la investigación en la fosa común formada con esos restos erráticos».
Lemaire considera que «la historia de la deportación de prisioneros a Cabrera es excepcional, pero sigue siendo desconocida. Sin embargo, es sintomática de un cambio crucial que ocurre en el giro del siglo XIX: la guerra de masas», subraya. «De hecho -confirma-, el cautiverio francés de Cabrera fue percibido muy rápidamente por los contemporáneos como un acontecimiento sin precedentes», asegura. «En ese sentido, la isla es un lugar de memoria cuya importancia va más allá del marco europeo. Mi trabajo contribuye a este desarrollo, del que presumo todo su potencial. En este contexto general de ‘marcha hacia la guerra’ del cual somos testigos desafortunados, es importante poner en valor lugares que dan testimonio de las consecuencias dramáticas de los conflictos, a menudo fratricidas; mostrar la realidad de la violencia colectiva, pero también las manifestaciones de resiliencia y solidaridad humana», argumenta el investigador.

Localizan el cementerio de los soldados de Napoleón / DM
«De manera provocadora, diría que todo está por hacer en Cabrera», exclama Lemaire. «Se ha escrito mucho sobre la isla-prisión sin realmente conocer el sitio y su complejidad, sin conocer sus ‘rincones’», sostiene. «A diferencia de la ciencia histórica, la arqueología se alimenta de detalles tangibles para proponer una nueva narración. Vuelvo a abrir la investigación retomando todas las piezas, desde la derrota de Bailén y la llegada de los primeros convoyes de prisioneros. Hay que saber de qué cifras se habla para determinar, por ejemplo, el número posible de muertes y luego tratar de entender la gestión funeraria», sostiene. «No estoy aquí como juez», señala. «Trabajo sobre las causalidades, no sobre las responsabilidades. La arqueología es la ciencia que estudia la memoria material de los hombres, no los archivos de los vencedores», defiende el jefe de la misión en Cabrera, en la que participan el Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (INRAP), el colectivo AASCAR, el Museo Nacional de Historia Natural y la Fundación Napoleón.
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