Fiestas de Sant Antoni
La lluvia conspira contra la Flower infantil
Los fuertes vientos que ayer azotaron la isla y la amenaza de lluvia deslucieron el arranque de la Flower Power de Sant Antoni, centrada en los más pequeños. Pese a que pocos se atrevieron a bailar, las actividades de animación infantil sí tuvieron una buena respuesta.
![Galería: Actividades infantiles en la Mini Flower de Sant Antoni](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/cb6c42ab-e579-4768-a15a-ba43f589f1e1_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Todas las imágenes de la Mini Flower en Sant Antoni / J.A Riera
Es la una del mediodía, el cielo está encapotadísimo y sopla un viento desapacible. A las doce ha empezado la fiesta Flower de Sant Antoni, uno de los momentos más esperados de sus fiestas patronales. La música terminará a altas horas de la madrugada, pero ahora es el turno de los más pequeños. A las doce y media se ponen en funcionamiento los talleres de animación infantil y, poco a poco, va llegando la gente al espacio del mercado navideño, ahora reconvertido en mercado hippie. Sin embargo, el ambiente no termina de arrancar.
«Qué flojo está esto, ¿no? Es que acabo de mirar el programa y me he confundido porque la música empieza a las siete de la tarde», comenta Jorgina Martínez, una madre que ha acudido con sus dos hijas de seis y tres años. Le aclaro que lo que empieza a las 19 horas es la Flower para adultos, y que la infantil se está celebrando justo en estos momentos: «¿En serio? Pues no hay nadie».
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Uno de los talleres infantiles. / J.A.Riera
Otros años, el Ayuntamiento de Sant Antoni había instalado una carpa en el Passeig de ses Fonts para que la Flower y el resto de actos programados se pudieran realizar a salvo del frío y de las inclemencias meteorológicas. Este año, quizás confiando en el cambio climático, no hay carpa. Delante del escenario, donde suena una lista de canciones, hay un espacio para bailar que ahora esta completamente vacío y, alrededor, los puestos de comida y bebida. Ya que nadie baila, los niños se entretienen con los talleres de disfraces. En ellos, las hijas de Jorgina se han ataviado como dos hippies perfectas: «¡El jersey de flores que lleva es suyo! Va al colegio a veces con él. La ropa es lo que hemos encontrado en casa, se han emmariol·lat. La cinta de flores para el pelo la compré en Las Dalias y el resto de adornos se los han hecho en los talleres».
Aunque la zona de baile está vacía, los puestos de animación infantil bullen de movimiento. Senda Vázquez, una de las monitoras, explica las actividades: «Tenemos talleres de temática flower power. Hacemos coronitas de flores, símbolos de la paz recortables, maquillajes, atrapasueños, pulseras...».
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Las animaciones con burbujas gigantes tuvieron un gran éxito. / J.A.Riera
Unos entusiastas de la decoración sesentera son los nietos de Pilar Cardeñosa, Yerai, Paula y Lucía, que muestran orgullosos sus símbolos de la paz y, en el caso de Lucía, un maquillaje con un colorido arcoíris que le atraviesa la frente. «Hay que distraer a los críos. Se hacen pocas cosas pensando en ellos, y cuando hay alguna actividad infantil hay que aprovechar», explica la abuela, que se muestra algo desencantada por el hecho de que el tiempo no acompañe a la fiesta: «Mi nieta Lucía tenía muchísimas ganas de venir a bailar».
Sobre la música, cero quejas. Suenan ‘Blackbird’ de los Beatles y ‘Good vibrations’ de los Beach Boys. Poco a poco, llegan los vecinos, como Isabel González, que también se ha traído a sus nietas: «Hemos escuchado la música y nos hemos bajado, a ver qué tal. Está bien, porque así los críos se divierten y hacen algo diferente».
![5](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/8e809649-a71d-41d1-9f3f-1575025966ba_alta-libre-aspect-ratio_default_0.jpg)
Yerai, Paula y Lucía enseñan los símbolos de la paz. / D.V.
Junto al parterre del paseo hay una animación con pompas de jabón gigantes que hace las delicias de los más pequeños. Cuando parece que, por fin, algunos niños se animan a bailar, la amenaza de lluvia se convierte en realidad y la fiesta incipiente se diluye. Los adultos recogen a los niños. La mayoría regresan a casa, aunque algunos se guarecen en los toldos. Bajo una lona que ha dejado un puesto que no se ha instalado, se refugia una docena de personas, entre adultos y pequeños.
«En el fondo, estas fiestas infantiles son una excusa para encontrarnos los adultos y tomar algo. Pero nos han fastidiado el aperitivo», admite uno de los padres mientras observa unas nubes que, a primera hora de la tarde, parecen alejarse de la isla, donde en unas horas está prevista la Flower adulta.
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