CABALGATAS DE REYES
La lluvia no detiene la llegada de los Reyes Magos a Sant Joan
Es uno de los pueblos de Ibiza que les quedaba por visitar y a pesar de la lluvia de este lunes por la tarde, esta no ha sido un impedimento para que sus majestades repartieran regalos en Sant Joan. La cabalgata ha sido más breve que en otros puntos de Ibiza, pero no por ello menos emotiva para los niños. Cerca de 80 vecinos del pueblo salieron a la calle para seguirla.
Veinte minutos antes del inicio de la cabalgata de los Reyes Magos parece no haber un alma despierta en Sant Joan. Quizá sea el tiempo o quizá se deba a que es día de Reyes y las familias disfrutan de los regalos que llegaron esta madrugada en la calidez del hogar. La carretera que lleva al pueblo desde Ibiza da precisamente esta impresión. En algunos de los contenedores que hay al borde de la calzada se dejan ver con facilidad varios papeles de regalo que ya han cumplido su misión, pero no hay ni una sola persona. Hasta hace poco llovía en Ibiza y en Santa Eulària. Aquí también ha llovido, pero las gotas de agua no paran a sus majestades, a las que se espera en el pueblo a las seis de la tarde.
Quienes se han animado a presenciar este encuentro están en el interior del bar restaurante San Juan. Fuera, los más valientes, porque hace bastante frío, son un grupo de pequeños que juegan junto a los charcos y saltan para intentar alcanzar el alumbrado navideño.
Cuatro de ellos son Pau, Sergi, Ángel y Bruno, de entre ocho y nueve años. Todos ellos confirman que ya han abierto esta mañana sus regalos. «Me han traído el FIFA 25 para la Nintendo», susurra con vergüenza Pau, que admite haber probado ya el conocido videojuego de fútbol.
Probar los videojuegos
Sergi también ha abierto un regalo de este estilo, aunque la primera vez que lo menciona parece ser todo lo contrario: «He pedido 13.500 pavos y me los han traído», comenta con emoción. Ojalá fueran tan generosos los Reyes, puede pensar cualquiera. Sin embargo, Sergi ha adquirido este importe en el Fortnite, un famoso juego de acción que le gusta mucho.
Antes de que las sirenas de la Policía anuncien que los Reyes Magos se acercan, Ángel y Bruno tienen tiempo de dar a conocer lo que han encontrado bajo el árbol. Al primero le han regalado un juego «de multivisión», que explica que funciona con unas gafas que se ponen «al revés». El segundo, en cambio, pidió un saco de boxeo, y es lo que le han traído los Reyes, aunque admite que aún no ha tenido tiempo de probarlo: «Es que lo tenemos que montar», explica.
Pasados unos minutos, los vecinos del pueblo salen de sus escondites para recibir a los Reyes. Son al menos 80 personas las que se colocan a ambos lados de la calle frente a la iglesia de Sant Joan. «¡Los Reyes están allí!», «Ya vienen, ¡lo sabía!», gritan alto los más pequeños. Los adultos que les acompañan silban y aplauden, y este es el único sonido que se oye junto a los gritos de emoción de los niños que corren a por los caramelos que lanzan sus majestades y sus ayudantes. Los Reyes ya no van acompañados de música, como sí ocurrió el día anterior. Parece que el no parar de estos días les está pasando factura. Incluso en algún momento hasta tienen una ligera dificultad para sacar los caramelos de sus bolsas. Cada uno de los Reyes viaja a bordo de la caja de una picop y los vehículos van bastante rápido como para que sean muchos los caramelos que vuelen a su paso.
Rápido sin caramelos
En Sant Joan sus majestades desfilan dos veces y en la segunda vuelta a Baltasar ya le da para terminar todos los caramelos que llevaba. No es que haya lanzado muchos, tal vez es que trajera pocos. En esta ocasión acaba lanzando hasta la bolsa de caramelos vacía y deja un sabor algo agridulce al apenar a los pequeños que han corrido a atraparla y se han dado cuenta de que el premio no es el esperado.
Miki, de once años, no se ha dado cuenta de este detalle, pero aun así apunta que esta cabalgata ha sido un poco «meh», una expresión que suele utilizarse para indicar indiferencia. «Ha sido tranquila y ha pasado superrápido», comenta la adulta que le acompaña.
A Miki le han traído un patinete clásico que ya ha probado. A su lado, Rafa, de 12 años, detalla que su regalo han sido unas gafas de realidad virtual de Meta: «He podido jugar en un laboratorio de huesos y en un escenario de ataque de gorilas», indica. A la más pequeña de los tres, Coco, de nueve años, le han traído un libro para colorear flores, cuenta con alegría.
La misma emoción es la que muestran los más pequeños cuando cerca de las 18.20 los tres Reyes Magos descienden de los todoterrenos y se dirigen a pie hacia la iglesia. Los niños y las niñas les hacen un pasillo y algunos tienen la suerte de que sus majestades les choquen la mano, aunque no intercambian palabras. Están congelados, tímidos o agotados, una de tres o todo a la vez. Van a hacer su última entrega de regalos hasta el año que viene. Para apresurarse se saltan también la adoración al Niño Jesús. Tres sillas les esperan en el exterior de la iglesia y no tardan en ocuparlas.
A su alrededor, los pequeños están emocionados porque saben que aún les puede caer algo, pero no entienden nada cuando el primero al que llaman es a Daniel Torres, un adulto que pasa entre risas a recoger este obsequio inesperado.
Tras él se van alternando los nombres de los pequeños que suben con ilusión y prisa a por sus regalos. Algunos corren demasiado y no se atreven ni a abrazar a los Reyes. Su interés en ese momento se centra en descubrir qué hay bajo el envoltorio. «¡Ábrelo!», reclama una voz entre la veintena de los menores que se han juntado cerca de los de Oriente a quien ya ha salido ganando tras esta velada.
Sus padres y abuelos sacan los móviles para llevar este momento al recuerdo, mientras varios de los nombrados suben más de una vez a recoger regalos, como Lara, de seis añitos. A ella los Reyes acaban de regalarle «una muñeca, un juego para construir una torre y otra muñeca», cuenta, sin olvidar matizar que esta última la ha intercambiado con su hermana porque la tenía repetida. En cambio, con su hermano Daniel, de casi dos años, los Reyes han ido a lo fácil: «El regalo estrella, que son sus coches», señala su madre Lidia, mientras el pequeño saca uno a uno los mini vehículos del paquete que los contiene. Como él, muchos pequeños tienen aún por delante esta noche para disfrutar de los regalos.
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