cabalgatas de reyes | Santa Eulària

La magia de los caramelos que vuelan

Centenares de padres, niños y jóvenes salen a las calles del municipio para seguir la llegada de los Reyes Magos que desembarcaron puntuales este domingo en Santa Eulària. Desde la escuela de vela, sus majestades desfilaron en carruajes hacia la plaza de España, sin faltar a su habitual parada en la capilla de la Virgen de Lourdes para adorar al Niño Jesús.

Estela Torres Kurylo

Estela Torres Kurylo

Más de cien personas caminan por el paseo marítimo de Santa Eulària este domingo por la tarde. Se dirigen como hormiguitas hacia la escuela de vela, donde desembarcarán en breve los Reyes Magos, que vienen desde Oriente a repartir regalos e ilusión. Las nubes oscuras no faltan a su encuentro. Seguramente se trate de las mismas que han hecho que algunas comunidades del país quisieran adelantar la llegada de sus majestades al sábado. También sopla un poco de viento, pero no es suficiente como para frenar la espera. Los niños se amontonan agarrados a las barandillas del paseo. Por un momento parece que lo que las soporta es su deseo de verlos de cerca: «¡Reyes!, ¡Reyes!» empieza a gritar un pequeño después de que su madre y todos los presentes vean asomarse por el espigón de la marina la embarcación en la que navegan. Llegan más que puntuales a esta importante cita. Ya han pasado por Sant Carles, donde tenían previsto entregar regalos en la parroquia, y a las 18.20 traen su magia dorada a este otro pueblo de Ibiza.

Aquí también tendrán lugar encuentros entre familiares y amigos. «Nosotros por ahora estamos aquí», envía en nota de voz una mujer acompañada de su hija y su marido antes del desembarco. Las quedadas son también un ingrediente imprescindible de la noche del cinco de enero.

La noche de los encuentros

Esta familia espera, y hace bien. En apenas cinco minutos la pasarela del barco toca tierra y sus majestades empiezan a desfilar hacia sus carrozas. Cerca de ellas hay más de 300 personas, que les reciben con aplausos más cálidos que la temperatura. El ambiente también está adornado con olor a geranio, que no es algo preparado. Hay decenas de personas subidas a las macetas que hay frente al restaurante Estel, donde están plantadas estas flores rojas, y las estarán pisando sin querer.

Baltasar es el primero en tomar asiento, y también el primero en hacer volar los caramelos. Desata la energía que todos tenían guardada para este momento. Se desenfundan bolsas de tela y paraguas que hoy tienen un cometido diferente: conseguir el mayor número de caramelos posible.

«Quedaos parados en un sitio que cogeréis más», recomienda Rosa a los tres pequeños que van hoy a su cargo. A uno de ellos se le escapa que Melchor es su preferido antes de que, sin obedecer, los niños vuelvan a salir corriendo hacia donde ven que han caído más caramelos. La canción ‘Todo es posible en Navidad’ suena como un himno que les anima a seguir. El tema de David Bisbal compite junto al mítico ‘All I want for Christmas is you’ de Mariah Carey, que suena en otra de las carrozas que lleva a los Reyes, tras las que bailan todo tipo de artistas.

Las familias piensan en reubicarse a medida que la cabalgata avanza. Hay tres mujeres que se adelantan en cadena para no perderse entre la multitud, también padres para los que el carrito empieza a ser más un impedimento que una comodidad: «Llévalo tú y yo la cojo», comenta una pareja cuya hija es aún pequeña para mostrar la inquietud que despierta este momento.

A diferencia de ella, un pequeño de unos tres años que camina cogido de la mano de sus padres va gritando: «¡Melchoor!», a medida que ve su coche desfilar por la calle de Sant Llorenç. A él, sin embargo, le ha extrañado algo: «Melchor va vestido como Papá Noel», duda ante sus padres. Probablemente su confusión se deba a la barba blanca que ambos comparten. Su gracia y la cara de alegría de aquellos que cogen caramelos a hombros de sus padres no tiene precio.

«Venga mami que los estamos perdiendo», urgen dos niños mientras se dirigen por una calle paralela a la cabalgata. «Subamos a la calle principal», señala la madre, antes de que uno de los pequeños manifieste su alegría: «¡Hay una señora que me ha regalado sus caramelos!». «¡Tenemos postre de sobra!», le responde el otro.

No perder ni un detalle

En esta calle principal, la de Sant Jaume, las tres carrozas se detienen a las siete de la tarde. Lo hacen justo ante la capilla de la Virgen de Lourdes, donde se ha acumulado mucha gente. Los tres Reyes se dirigen al interior de la capilla para adorar al Niño Jesús y para ello, el párroco del pueblo, Josep Lluís Mollà, sostiene su figura ante las majestades. En ese mismo lugar un reducido coro de voces femeninas canta ‘Ya vienen los Reyes Magos’, antes de que los tres de Oriente se dirijan de nuevo hacia sus carrozas.

No tardan en retomar la cabalgata y hacer que los caramelos vuelvan a ser el foco de atención. No importa dónde caigan. Los niños y niñas se tiran al suelo, se meten entre las piernas de la gente. No importa que el suelo esté mojado. Hoy todo tiene una explicación. «¡Gaspaar!», grita alto un niño de cinco años que está junto a dos amigos. «¡Gaspaar!», repiten al unísono. Uno de ellos está especialmente interesado en hacer una petición al Rey Mago. Quiere encontrar su regalo bajo el árbol, y no cualquiera le vale: «¡Quiero el iPad 16 Pro!», reclama. No se ha dejado ni un detalle. Si alguien le estuviera grabando ya sería un viral como el vídeo de un niño que el año pasado gritaba a Baltasar: «¡El patinete!». Él como tantos otros de la isla desvelarán este lunes si sus majestades han atendido a tan exclusivos ruegos. Si no, al menos, tendrán muchos caramelos. 

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