NAVIDADES DIFERENTES
Sillas llenas para compensar las vacías: las fiestas que evitan la soledad de las personas mayores en Navidad
Iniciativas solidarias como las de la Fundación Grandes Amigos transforman las fiestas de quienes viven solas
María G. San Narciso
Pasan de las seis y media de la tarde de un domingo frío, muy frío. Las calles de Chamartín (Madrid) están bastante tranquilas en comparación con el centro de la ciudad. Donde sí hay más ajetreo es entre la planta principal y el sótano del Hotel Meliá Castilla, situado a unos pocos minutos del Paseo de la Castellana. En uno de sus salones, cientos de personas se disponen a sentarse en las mesas redondas mientras los camareros les van dejando pequeñas bandejas con pastelitos y sándwiches. De fondo suena música. Sale un coro, sale un animador. Es una fiesta de Navidad y para algunas de las personas invitadas será casi la única.
Entre las más de dos millones de personas mayores que viven solas en España existen muchas realidades. Las hay que no tienen descendencia ni pareja; las que perdieron familiares; las que viven lejos de amistades; o las que no tienen porque durante muchos años se han dedicado en exclusiva a los cuidados, cerrando así la posibilidad de tener un círculo social amplio. Les pasa sobre todo a las mujeres, por eso no es de extrañar que sean mayoría en esta fiesta, una de las 15 que Grandes Amigos ha organizado para ellas. El objetivo es que ninguna persona mayor se quede sin disfrutar de una Navidad en compañía.
Teresa Caro Sánchez es una de las invitadas. Va vestida con un cuerpo negro con texturas. Tiene una melena blanca y una espalda extraordinariamente recta para sus 84 años. "He sido bailarina de ballet. Aquí en España he trabajado con Antonio y Alfonso Paso, y con Plácido Domingo", asegura. Empezó a los cuatro y lo dejó hace 12 años, cuando llegó a España. Entre medias vivió en París, donde trabajó en el conocidísimo Moulin Rouge. "Yo vivía justo enfrente de los Archivos Nacionales. He conocido al general [Charles] de Gaulle, a [François] Mitterrand... A todos los presidentes, claro", asegura.
Sigue yendo a veces a visitar a su hijo. Familia de Pío Baroja, su padre murió cuando tenía solo dos años. Se quedó al cuidado de la familia de su tío, militar. Emigraron a Francia en 1957. "Me casé con 17 años, pero seguí trabajando", relata. "Le dije a mi marido que si no me aburría".
Recuerda aquella Francia triste que con los años se fue abriendo. También montaron una tienda de regalos. Pero las raíces tiran y hace dos años se volvió a Madrid. Se compró un piso en el barrio de la Prosperidad. "Yo vivo sola. Me levanto cuando quiero y me acuesto cuando me da la gana", cuenta riéndose. Pero no es allí donde celebrará la Navidad: lo hará con un abogado, íntimo amigo de su otro hijo, quien falleció al igual que su marido. Lo cuenta al lado de una amiga. Antes solían coincidir en Benidorm de vacaciones; ahora comparten voluntaria en la asociación.
Navidades diferentes
Mientras hablamos, un animador canta 'El día que nací yo', de Refree y Rodrigo Cuevas. Antes de él, un coro hace lo propio con villancicos, así que toca gritar un poco para hablar con Eusebia Prieto, una de las mujeres más populares de la fiesta. Tiene 92 años, aunque solo por su buen oído cualquiera diría que suma bastantes menos. Es voluntaria de la fundación desde hace mucho.
"En el último encuentro de voluntarios que hubo, le hicieron un homenaje por ser la más mayor y la que más tiempo lleva", explica a su lado Ana León, otra voluntaria que forma equipo con Eusebia, ahora que ya no hace acompañamiento físico. Durante toda la charla, León la piropea. Alaba su estado físico y su independencia, para sonrojo de la mayor. "Le pido a Dios que me quede como estoy", dice riéndose.
"Me hice voluntaria cuando se murió el marido de mi hermana. Estaba enfermo. Ella lo pasó muy mal. Le costaba mucho dejarlo solo hasta para hacer la compra. Por eso, cuando mi cuñado falleció, pensó en hacer algo por las personas que estuvieran en las mismas circunstancias. Fuimos las dos juntas, pero en su barrio no había medios. A mí me cogieron".
Habla del acompañamiento que hizo a Avelina, otra de las participantes en la fiesta, o a Cecilia, que ahora está en una residencia. O de Adela o Asunción. A otra, Felisa, la sigue llamando mientras Ana la acompaña. Todas y cada una de las personas con las que hizo voluntariado son más jóvenes, lo que en algún momento le ha provocado cierta vergüenza.
Ella sí tiene planes para las Navidades: las pasará con sus hijas, las que le insisten una y otra vez que se vaya a vivir con ellas. "Navidad es una fiesta que no me gusta. Tengo malos recuerdos. Mi padre murió en Nochebuena. Después, por problemas de la vida... No me gusta. El otro día me dijo mi hija que vendrían a buscarme para llevarme con ellas a Alcalá de Henares. Tengo que resignarme por ellas, pero por mi gusto no".
Socialización y ocio
La que pasará la Navidad sola es Teresa Barbero. Solía pasar las fiestas con su hermana, pero murió "de un ataque al corazón" el 23 de diciembre de 2022. Tenía ELA. Aun así fue "un palo gordísimo". El año pasado tomó las uvas con una vecina.
"Tampoco es que sea muy terrible estar sola. Simplemente, hay que saber aceptar los momentos en los que puedes estar solo y los que no. El problema es cuando es por obligación. A mí me gustaría poder elegir y decir que tengo tantos planes que me toca echarlos a suertes para ver a cuál voy. Pero eso ya es cosa del pasado. La realidad es que cada vez hay menos gente", lamenta.
Tiene 71 para 72. Lleva siete años con su voluntaria, Elena. También da charlas en centros educativos donde cuenta lo que es la soledad. Tiene problemas de movilidad. Se apuntó a la fundación cuando pasaba por una depresión. "Estaba muy sola. No tengo pareja, no tengo hijos, no tengo primos... La enfermera del centro de salud me habló de organizaciones que hacen visitas. Yo no conocía ninguna, pero me dijo que probase", indica. Lo hizo y ahí sigue. "Estoy feliz, me han hecho salir de mi monotonía. No salía de casa nada más que para salir al médico. Ahora, si no estoy muy achacosa, salgo a unas cuantas cosas".
"Estas fiestas tienen un doble objetivo: por un lado, ofrecer un espacio de ocio y socialización a las personas mayores, donde cambian la soledad por una experiencia positiva que contribuye a su bienestar y a su estado de ánimo, además de poder tejer nuevas amistades para el resto del año; y, por otro lado, que se sientan apreciadas y cuidadas, una percepción del ‘yo con el mundo’ que impacta en la autoestima y en la salud mental, pero que también tiene que ver con vivir con dignidad", asegura la Fundación Grandes Amigos.
En la parte final del evento hay baile. Muchas se mueven en corro mientras suenan artistas como las Azúcar Moreno o María Jiménez. Se forma una conga y hacen la ola en un momento dado. Cuando ponen 'Si antes te hubiera conocido', de Karol G, una gran cantidad de voces cantan el estribillo. Serán unas Navidades diferentes para muchos, pero esta fiesta tiene bastante mejor ambiente que algunos cotillones de Nochevieja. Más digna y sin resacas.
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