Educación

Una mirada autocrítica al uso de la tecnología

El informe «Infancia y adolescencia en entornos digitales», elaborado por la Fundación Orange y Save the Children en colaboración con GAD3, apunta que el 93% de los adolescentes considera que debería cambiar sus hábitos actuales de uso de la tecnología. ¿Significa esto que ha cambiado la percepción de los adolescentes sobre el riesgo de las redes y el uso de la tecnología?

Un menor utiliza varias pantallas a la vez.

Un menor utiliza varias pantallas a la vez. / Eduardo Parra

M. González

El uso de las tecnologías por parte de los niños y adolescentes se ha convertido en un tema central para familias, profesorado y para la sociedad en general. El informe Infancia y adolescencia en entornos digitales, elaborado por la Fundación Orange y Save the Children en colaboración con GAD3, y basado en entrevistas a más de 2.500 personas y con la participación de 17 expertos en la materia, arroja conclusiones realmente interesantes y esperanzadoras, y a que el 93% de los adolescentes considera que debería modificar sus hábitos digitales y entre las principales medidas propuestas por ellos mismos se encuentran reducir el tiempo de conexión (54%), aumentar la práctica de actividades físicas (39%) y evitar dormir cerca de dispositivos digitales (34%). 

"Según los datos que muestra el estudio, la mayoría de los adolescentes encuestados tiene claro que necesitan un cambio en sus hábitos digitales y es un dato muy esperanzador", destaca la psicóloga Vanesa Hernández, CEO de Norba Psicología. "Comienzan a ser conscientes del daño que puede suponerles el abuso de la tecnología, en términos de un mayor sedentarismo, excesivo tiempo de conexión y la exposición a información falsa. La experimentación ‘en sus propias carnes’ del tiempo que le sustrae para actividades saludables y necesarias como el deporte o dormir, o el potencial adictivo de la misma, pueden estar en la base de este cambio. Además, la mayor concienciación a nivel de sociedad sobre el exceso de tiempo que se invierte en tecnología ha contribuido también a este cambio", subraya.

"Comienzan a ser conscientes del daño que puede suponerles el abuso de la tecnología"

Vanesa Hernández

— Psicóloga

"En términos generales, considero que los adolescentes son más conscientes y están sensibilizados sobre los hábitos de uso y riesgos que tienen las tecnologías. Esto se debe en gran medida a la educación" , subraya Ainoa Míguez, pedagoga especializada en Psicología Educativa. "Además, destacaría las metodologías activas y participativas que se están llevando a cabo en los centros educativos, trabajando el tema de manera práctica, a través de proyectos o actividades que permitan trasladar los conocimientos a la vida real".

Por su parte, Rocío Álvarez, directora de Escuela de Emociones, maestra y terapeuta, apunta que "los adolescentes y los niños muchas veces son mucho más conscientes que los adultos de la realidad". "Yo imparto talleres dentro del aula con alumnado tanto de Primaria como de Secundaria y una de las cosas que más sale, y lo que más les molesta, es que los adultos están casi siempre con el móvil y no se sienten escuchados", destaca.

"El dispositivo forma parte de la realidad, lo importante es el uso que haces de él"

Rocío Álvarez

— Maestra y terapeuta

En este sentido, el informe también indica que el 14% de adolescentes considera que los adultos usan más el móvil que ellos, con una media de entre 4 y 5 horas al día. ¿Estamos siendo un mal ejemplo para ellos cuando luego todas las medidas que les imponemos son restrictivas y de prohibición? «Sin duda alguna», responde Vanesa Hernández, que considera que es "algo bastante generalizado": "Si bien es cierto, que parte del uso que hacen los padres puede ser por motivo laboral, no son inmunes al potencial adictivo de las tecnologías y podemos estar haciendo un mal uso de ellas. Conviene como padres hacer una reflexión autocrítica al respecto".

El 14% de los adolescentes cree que los adultos usan más el móvil que ellos

“Muchas veces situamos el peligro y el riesgo del mal uso de las tecnologías sólo en la juventud, sin pararnos a pensar que esto también tiene diversas consecuencias negativas en la edad adulta”, reflexiona Ainoa Míguez. “Por muchos esfuerzos que se hagan desde los centros educativos, si no damos ejemplo desde el entorno familiar y si no remamos todos en la misma dirección, difícilmente podremos exigir por su parte un uso consciente y saludable. Se trata de ser conscientes de la necesidad de establecer límites y hábitos saludables de uso, es decir, sensibilizarnos sobre la importancia de que somos nosotros quienes controlamos la tecnología, no la tecnología a nosotros". También indica que es clave "no utilizar la tecnología como un chupete tecnológico", es decir, evitar gestionar situaciones complicadas, durante las comidas fuera de casa, viajes o actividades en el extranjero...

"Es fundamental no utilizar la tecnología como chupete tecnológico"

Ainoa Míguez

— Pedagoga

"Hay muchos informes y estudios que hablan sobre la diferencia entre el placer y la felicidad. Y con muchas de las tecnologías (pantallas, videojuegos...) lo que realmente se está potenciando es el placer, que es visceral, de corta duración", expone Rocío Álvarez, que constata que los adultos "no predican con el ejemplo". "Lo ven constantemente en todas partes, en casa, en la calle, en las aulas... Y sienten que les están tratando injustamente porque la prohibición no tiene sentido, lo que hay que hacer es educarlos en un buen uso del dispositivo", apunta: "El dispositivo forma parte de la realidad, lo importante es el uso que haces de él".

En este sentido, Rocío Álvarez destaca que "la OMS catalogó la adición a las pantallas como enfermedad en 2018, antes de la pandemia". Disminución de la capacidad de concentración, necesidad de gratificación instantánea, dificultades habilidades sociales o para desarrollar habilidades de espera o aburrimiento, menor gestión emocional o problemas de atención en los estudios son algunas de sus consecuencias. "Esto hace que la dopamina y serotonina no funcionen de una manera equilibrada y no sean capaces de gestionarlo correctamente", advierte.

Información falsa

Por otra parte, el 62% de los menores del informe asegura entender bien qué tipo de información comparte en las plataformas digitales, sin embargo, más de la mitad de los adolescentes y adultos afirma no conocer cómo proteger su información personal en Internet. Además, un porcentaje muy elevado reconoce no saber diferenciar información falsa en el entorno digital. Aquí, el mayor riesgo, según Míguez, "tanto entre los jóvenes como entre los adultos existe una falta de conciencia sobre el tipo de fuentes de información a las que accedemos. Vivimos en un mundo con sobrecarga de información, pero tampoco falta la reflexión y el análisis de esa información. La información debe ser contrastada y los jóvenes necesitan aprendizajes y herramientas".

"Se necesita más información y formación, tanto para padres como para menores, en cómo proteger nuestra información personal, puesto que el riesgo es elevado: difundir información personal sin conocer a dónde va a llegar ni que uso se le va a dar", dice Vanesa Hernández. En cuanto a identificar información falsa en el entorno digital, "el mayor riesgo es la manipulación de unas mentes que están empezando a formar su opinión sobre el mundo, y lo harán de forma sesgada. Es vital fomentar el desarrollo del pensamiento crítico en estas edades, tanto en casa como en el currículo escolar".

Los porcentajes del informe en cuanto a la percepción de los adolescentes sobre su uso de la tecnología arrojan, para Rocío Álvarez, un mensaje esperanzador: "Estoy convencida de que vendrá la vuelta del otro lado del péndulo. Llegará un momento que, cuando lleguemos a un extremo, empezará a haber, y esto es una teoría mía, una corriente del efecto contrario»: "Hay que ser consciente de la situación real y estar observador. Hay que educar en valores y en autoestima, en crear ese criterio y pensamiento crítico para que ellos sepan escoger qué cosas son buenas y cuáles no".

Del control parental al "sharenting"

Según los resultados del informe, el 61% de los progenitores se apoya en herramientas para supervisar las acciones de los más pequeños (este porcentaje baja a un 56% entre aquellos con hijos e hijas de 13 a 17 años). Un 68% de los padres cree que su derecho a revisar los dispositivos es más relevante que el derecho a la intimidad de los menores. Frente a ellos, la mayoría de los adolescentes (65%) se queja de que estas herramientas de supervisión limitan su privacidad.

"Hay que seguir fomentando el control de las redes y dispositivos de los menores, así como facilitar herramientas y conocimientos en relación con su privacidad", apunta Ainoa Míguez. "En la adolescencia habrá mayor probabilidad de que respeten los límites que se han establecido y de que dejen de considerarlo como una imposición". "En el caso de las redes sociales, la mayoría de estas plataformas establecen una edad mínima de uso de 13/14 años para crear una cuenta. Es fundamental tomar medidas para garantizar su seguridad y ayudarles a desarrollar una relación sana con este tipo de aplicaciones, como TikTok o Instagram", apunta.

Un 68% de los padres cree que su derecho a revisar los dispositivos prevalece sobre el derecho a la intimidad del menor

El tema de la privacidad y el control parental es, según Vanesa Hernández, "un tema delicado y guarda relación con el riesgo que los padres perciben; a mayor riesgo percibido, mayor control ejercerán". "El punto crítico es hasta dónde ejercer este control", puntualiza. "Tal vez esta reflexión pueda ilustrarnos: si un hijo o hija nos dice que va a salir con unos amigos es lógico preguntarle quiénes son y de dónde son (instituto…) y por dónde van a salir… y nosotros le daremos permiso si entendemos que el plan es seguro y adecuado para su edad. En ese caso, no vamos a sentir la ‘necesidad’ de escuchar sus conversaciones. Si trasladamos esto al mundo digital, tal vez tendríamos que plantearnos si el acceso de menores a determinadas herramientas digitales es apropiado para su edad".

Seguridad y privacidad

"La seguridad es un agujero negro. Puedes capar y controlar ciertas cosas, pero el problema es que ellos no tienen sensación de peligro», advierte Rocío Álvarez. Además, apunta que «después, muchos padres los que publican fotos de sus hijos, pero ya no solo cuando son muy pequeños», destaca. «Estamos predicando una cosa, pero no estamos dando ejemplo", insiste. "Con eso, lo que les trasmites es que es seguro. Si ves las publicaciones que hacemos los adultos en redes, igual son más privadas de lo que pensamos": "Hay cosas que están muy normalizadas en el mundo real de los adultos y no entienden por qué ellos tienen que tener otras normas".

De hecho, en cuanto al llamado 'sharenting'el 16% cree que sus progenitores comparten mucha o bastante información sobre ellos en redes sociales y, ante esta situación, uno de cada cuatro se siente incómodo o muy incómodo. "Podríamos decir que esta es una cuestión de respeto básico hacia el/la menor, y su derecho a la intimidad y a su propia imagen. Conviene ser muy cuidadosos al respecto y considerarlos como los individuos con criterio propio a respecto, ahí están intentando poner un límite y tenemos que respetarlo. De esa forma, el/la menor sentirá validado su derecho a la intimidad y lo hará valer frente a otros fuera de casa", apunta la responsable de Norba Psicología.

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