Voluntariado

Crece la implicación de los jóvenes en las ONG españolas

Los estudios sobre este ámbito detectan que las nuevas generaciones se interesan más por la labor altruista en materias como el cambio climático, el medio ambiente, los animales o el ocio

Imagen Voluntaria con una menor de edad

Imagen Voluntaria con una menor de edad / / E. D.

Pedro Fumero

En el año que finaliza se ha producido un leve incremento de la implicación de jóvenes como voluntarios en ONG de todo el país. De esta manera se rompe una tendencia registrada en años anteriores de progresivo alejamiento de la población juvenil de dichas entidades. También se percibe un creciente individualismo, lo que choca con los valores fundamentales de estas iniciativas comunitarias. Cristino Barroso, profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna (ULL), señala que, en los últimos análisis sobre esta realidad, se aprecia que entre los jóvenes aumentan las críticas a determinadas organizaciones que tienen voluntarios, pero, a la vez, sube su interés por participar en el voluntariado en diversas causas, como el medio ambiente, el cambio climático, el feminismo, la protección de animales o la cultura y el ocio.

También se observa que a muchos ciudadanos de entre 20 y 30 años les interesa el asunto de la vivienda y participan en entidades que trabajan en este campo. En opinión de Barroso, la clave está en que muchos no dan el paso para participar en ONG y ayudar en la resolución de ese problema.

El profesor de la ULL recuerda que ese interés coincide con un retraso en la edad media de emancipación de la población juvenil en todo el país, que se sitúa entre los 27 y los 30 años. Respecto al voluntariado social y sanitario, el perfil refleja que la mayoría son mujeres, de entre 30 y 50 años. Y en el ámbito de la Protección Civil y las emergencias, la mayoría son hombres, apunta Barroso.

En el Archipiélago, las islas que tienen más voluntarios son Tenerife, Gran Canaria y La Palma. Además de una población residente más elevada, la mayor implicación en actividades de forma altruista está vinculada con la existencia de oficinas de voluntariado impulsadas por ayuntamientos, cabildos o el Gobierno canario. En cualquier caso, admite que en algunas entidades se aprecia un "envejecimiento" de los voluntarios. Y, curiosamente, este fenómeno también se aprecia en las asociaciones vecinales.

Los valores principales de la cultura de voluntariado son la solidaridad (ayuda mutua, sentido de comunidad, identificación e identidad), la generosidad (dedicación desinteresada, altruismo, disponibilidad), el compromiso (responsabilidad) y la empatía (comprensión, conexión emocional).

"La valoración de la acción voluntaria comienza en casa y también es necesaria en otros escenarios (escuela, comunidad, empresa, administraciones); el voluntariado está directamente relacionado con la cultura cívica, política y social de un país, de una zona", afirma Barroso, que la pasada semana participó en la Jornada Técnica sobre esta materia promovida por el Gobierno de Canarias.

La acción de voluntariado también significa la capacidad de organizar actividades comunitarias, así como la participación continua o programada en eventos sociales, culturales, sanitarios, ambientales, de protección civil o de cooperación internacional, entre otras, apunta el docente.

Según diversos estudios y análisis, entre el 10 y el 12% de la población en Canarias participa de alguna forma (directamente, como socios, como colaboradores, de forma coyuntural o puntual, o de forma estructural) en actividades voluntarias, lo que ubica a las islas en la media estatal.

Por áreas de intervención, el voluntariado social y sociosanitario es el preponderante, aunque crece el ambiental y el cultural y se sostiene el de cooperación internacional y el de Protección Civil.

Entre los retos y condicionantes del trabajo altruista, Barroso menciona varios aspectos. Uno de ellos es la insuficiente visibilidad y reconocimiento social e institucional. También cita el desinterés, desconocimiento, desconfianza o apatía por parte de la población en relación con la acción voluntaria y las entidades de voluntariado. Apunta que, aunque no es mayoritaria, existe una actitud de rechazo al voluntariado, sobre todo en redes sociales y en las encuestas.

También se aprecia una excesiva dependencia de instituciones públicas y privadas, que implica también una dificultad. Además, existen desigualdades territoriales, entre islas e incluso dentro de una misma isla, por la diferencia de recursos y oportunidades para ejercer como voluntario. Y la precariedad económica de los ciudadanos de diferentes edades también puede limitar el tiempo y los recursos que las personas pueden dedicar al intervenciones altruistas. Como una debilidad, menciona la financiación limitada, lenta y dependiente de algunas administraciones o entidades privadas.

Falta de coordinación

Barroso percibe que, en algunas ocasiones, existe falta de coordinación entre ONG o entre entidades e instituciones públicas; una gestión obsoleta o ineficaz, y carencia de formacion. Según el profesor universitario, en determinadas ocasiones, la acción voluntaria sustituye al trabajo remunerado, lo que genera conflictos éticos, legales y de explotación laboral. Este especialista también aprecia otras circunstancias personales que limitan la participación en ong y acciones voluntarias, como la timidez, la baja autoestima o la desconfianza en sí mismo.

Para cambiar la actual tendencia, este profesor de Sociología propone, por ejemplo, fortalecer desde las instituciones la cultura del voluntariado, así como invertir en formación y recursos para las organizaciones. Otra idea consiste en crear o renovar sistemas de certificación y premios, que valoren la labor de los ciudadanos que actúan de forma altruista.

Y sugiere facilitar horarios flexibles y proyectos específicos que permitan compromisos temporales, sin afectar la continuidad de programas. En esa línea, recuerda que el voluntariado digital o virtual "constituye una estrategia nada desdeñable". Entre las amenazas externas, explica que "abunda la cultura de la apatía, pues en la sociedad actual se da más importancia a los problemas que a las soluciones, ni siquiera aportamos alternativas o maneras distintas de hacer las cosas".

Según Barroso, "el voluntariado está bastante arraigado en la sociedad canaria, con una larga tradición de solidaridad y colaboración, amplia participación, diversidad en campos de acción, de redes de colaboración con cierto apoyo institucional". El voluntariado en el Archipiélago ofrece una gran flexibilidad, "permitiendo a las personas participar según sus intereses y disponibilidad". 

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