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Rosa Pich: "Tener 18 hijos ha sido una opción libre de mi marido y mía"

A sus 59 años, la escritora catalana está a punto de sacar el tercer libro

Rosa Pich, madre de 18 hijos, en Barcelona.

Rosa Pich, madre de 18 hijos, en Barcelona. / Ferran Nadeu

Anna R. Alós

Proviene de una familia de 16 hermanos y ha tenido 18 hijos en diecinueve años, en una vida que no había planeado pero se dejó atrapar. Es diseñadora de estampados textiles y ha trabajado mientras los hijos iban llegando. Parece tener el don de la ubicuidad: tienen tiempo para jugar a pádel, animar a sus hijos en sus competiciones deportivas, es 'influencer' (su cuenta @comoserfelizconunodostreshijos tiene 115.000 seguidores en Instagram) imparte conferencias por todo el mundo, y no es difícil encontrarla en muchos de los eventos que se celebran en Barcelona. A sus 59 años, está a punto de sacar el tercer libro.

-¿Alguna vez imaginó su vida?

 -No, me ha sorprendido a lo grande en desgracias y alegrías. Enterré dos hijos al inicio de casarme, por cardiopatías, me recomendaron no tener más, y al siguiente lo llamamos ‘bebé’ muchos años. No me quería encariñar porque pensaba que se iba a morir. Es Perico y hoy tiene tres hijos.

-¿Cómo se supera la muerte de dos hijos?

 -Han sido tres. Con 22 años murió Carmineta. La fe ayuda mucho y yo la tengo. Mi marido murió hace pocos años, el pequeño tiene cáncer, aunque ha remitido. ¿Qué más me puede pasar? Tengo una hija pendiente de una operación. De pequeña pensé que se va a morir. '¿para qué ponerle 'brackets'?', pensaba yo. Y la niña vive y ha tirado adelante. Es Lolita, tiene 17 años.

-En su Instagram ha contado el cáncer de Rafa, el pequeño.

 -Lo del cáncer es nuevo para la familia. Entramos en un mundo de calvos, de gente que arrastra los pies, que hoy está y mañana no…Rafa me decía: 'Mamá, graba para tus seguidores que les hará ilusión'.

-Su Instagram es muy activo.

 -Me metió mi hijo Juampi, tengo siete millones de visualizaciones y no compro seguidores ni monetizo. A la gente le gusta la autenticidad, cuento mi día a día y me paran por la calle. Si hubiera hecho esto cuando los niños eran pequeños, lo hubiera petado.

-¿Se ven todos a diario?

 -Las cenas son sagradas, nos reunimos todos en una mesa redonda de dos metros de diámetro y con una rueda que gira. En un golpe de ojo veo lo que hacen todos y solo hay una conversación; los móviles están vetados, apunto temas que quiero hablar en la cena y además invitamos a gente, de todos aprendemos.

-Imagino, a tenor del número de hijos, que pertenece usted al Opus Dei.

 -No es cuestión de religión, hay métodos para no tener tantos hijos. He disfrutado mucho en la cama con mi marido y tener 18 hijos ha sido una opción libre de mi marido y mía, en nuestra cama no se ha metido nadie.

-Después de tantos embarazos. ¿Dónde quedó su aspecto más seductor?

 -Mi marido me veía estupenda siempre, las curvas seducen, los ojos brillan, la maternidad embellece. El embarazo es el mejor antioxidante, hormonalmente recicla. Hay una renovación del cuerpo en cada hijo y aumenta la creatividad. La naturaleza es sabia, y eso que vomitaba todo el día.  

-Su libro 'La vida es bella' se ha traducido a 14 idiomas.

 -Y no era yo la más lista de la clase. Después escribí otro y el tercero saldrá ya. '¿Cómo puedes sonreír?', me preguntan. Pues porque mi energía es del todo positiva y eso reflejo en mis libros. Intento poner un gramo de esperanza.

-A la hora de traer hijos al mundo, ¿no se ha cuestionado la situación de la Humanidad?

 -Traigo hijos para que lo mejoren. La convivencia es un plus a sumar a una carrera universitaria. Hay cosas que no se aprenden en un máster. Doy conferencias de estilo de vida por todo el mundo, incluso las he dado en Rusia con la KGB pisándome los talones, y en China la gente subía al tren ocho horas para escucharme.

-¿Ha tenido ayudas estatales?

 -Pocas, que se pongan las pilas porque la pirámide está invertida y cada vez somos menos. Mis hijos van a pagar muchas pensiones y pañales, o ayudan o no sé qué pasará.

-¿Hay disidentes entre los hijos?

 -En las familias numerosas hay de todo: el guapo, el feo, el que la lía, el paciente… En la adolescencia cada uno hace su proceso, algunos se apartan, no obligo a nada, pero al final lo que se vive importa. Se desvían pero vuelven. El corazón es un órgano inmenso, da para mucho, cada hijo es único y así hay que quererlo.

-La compra no ha de ser fácil. ¿Cocina?

 -No cocino muy bien. Tengo ayuda cuatro horas al día. Cuando compro son 25 kilos de patatas, diez docenas de huevos, productos de temporada, legumbres, arroz, pasta, y casi siempre plato único: macarrones con carne, patata con huevo duro. Somos austeros, no hay croissants. Ahora somos pocos, nueve.

 -¿Qué opina del enlace entre dos personas del mismo sexo?

-La familia natural, con un padre y una madre, es lo que me ha llevado a la felicidad, aunque entiendo que no todo el mundo está llamado a eso. A día de hoy la familia tradicional está siendo apartada y creo que es una injusticia moral para las siguientes generaciones.

-¿Cómo reaccionaría ante un hijo o una hija homosexual?

- Respeto la dignidad de todas las personas pues todo ser humano la tiene innata, y como católica estoy llamada a un amor incondicional por todos los seres humanos. Tengo opinión sobre las prácticas homosexuales, pero no soy yo quién para juzgar.

-¿Qué piensa sobre los vientres de alquiler?

- Estamos poniendo un precio a vidas humanas y son tratadas como objetos. Veo la vida de un hijo como un regalo, no como un derecho. Mi marido y yo recibimos todos nuestros hijos como un don, no como una propiedad. Y la muerte de mis hijos ha sido también visto desde una perspectiva sobrenatural, Dios sabe más.

-¿Qué le da miedo?

-El demonio, pero no podrá conmigo. No creo en la reencarnación, esto es una vida de paso, mueres y pasas a la vida eterna, a gozar para siempre. En mi siguiente libro hablo de ello, del cielo.

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