Uno de los afectados por la DANA en Picanya: "Esto era mi hogar. Ahora es la casa del demonio"

A los pies del barranco del Poyo, lo que durante más de seis décadas ha sido el hogar de Gloria Serrador y su marido, Juan Soucase, ahora es una montaña de escombros. "Esto era mi hogar -señala el jubilado - Ahora es la casa del demonio". Y es que la brutalidad con la que la riada descendió por el barranco el pasado 29 de octubre devastó casi la totalidad del palacete familiar en Picanya en el que ella se instaló en el año 1957. Ese en el que nueve años después, en el 66, su marido, natural de Turís, se trasladó y crearon una familia que a día de hoy completan sus dos hijos y cuatro nietos "guapísimos", presume la mujer.

Ha pasado casi un mes desde aquella fatídica tarde que marcó un antes y un después en la vida de este matrimonio. Pasan los días, pero todavía no acaban de asimilar lo que ha ocurrido. Saben que va a tener que pasar mucho tiempo hasta que el pueblo vuelva a la normalidad, una normalidad que dudan, verán con sus propios ojos por su avanzada edad. Con 88 años él y con 80 ella, ahora lo único que quieren es "que nos dejen la casa como estaba". "¿Tú crees que me la van a dejar como estaba? -se pregunta el anciano - Nos dicen que la arreglarán y que nos darán algo de dinero. Pero mira como está. Eso ya no lo van a ver mis ojos conforme ha quedado".

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Los muebles aparecieron en la estación

Ahora el matrimonio se ha instalado en casa de su hija, que vive unos metros más abajo en la misma Avenida Ricardo Capella. Ahí es donde acudieron a refugiarse el día de la catástrofe. "Me llamó mi hija y nos dijo que nos fuéramos ahí, que estaríamos más seguros porque el agua no paraba de subir. Cuando salimos el agua me llegaba hasta la cintura. Tuve que subir 21 escalones hasta llegar al primer piso para ponerme a salvo", rememora el afectado. "La riada arrastraba los coches y se estampaban contra todo. El agua venía con tanta fuerza que derribó las paredes de la casa y mis muebles aparecieron en la estación", recuerda desde lo que era el salón de hogar.

Su mujer no recuerda una riada de estas dimensiones "y eso que viví en esta misma casa la del 57", comenta. Cabizbaja y con los ojos llenos de lágrimas, la mujer responde a las preguntas que amigos y vecinos le hacen mientras pasan a comprobar que están bien.

-"¿Cómo estáis, Gloria?", le pregunta una vecina.

-"¿Cómo voy a estar? Mira cómo se me ha quedado la casa", lamenta Gloria.

-"Lo importante es que estáis vivos. Eso es lo único que tenéis que pensar ahora"

-"Con lo bonita que la tenía. Todo el mundo me decía que parecía un palacio", se rompe la jubilada.

"No los vamos a dejar solos"

Con los recuerdos de toda una vida arrasados por el fango y con un futuro incierto y lleno de incógnitas, el matrimonio pasa las horas mirando como los militares del Ejército de Tierra trabajan sin descanso para completar la instalación de un puente 'Mabey' para volver a conectar Picanya con el barrio de Vistabella. Su máxima prioridad ahora "es que mi hija pueda volver a trabajar cuanto antes, porque ella tiene una inmobiliaria y tenía la oficina en la casa. Lo ha perdido todo también. Eso es lo que más me duele", confiesa la anciana.

Sus seres queridos advierten: "Vamos a estar muy pendientes de ellos y no los vamos a dejar solos. Son muy queridos en el pueblo y nos vamos a dejar la piel para que puedan volver a su casa. Se lo merecen", afirma una vecina de Juan y Gloria.