Entrevista

Carmen Posadas, escritora: "Me divirtió que Pardo Bazán quisiera enmendarle la plana a Conan Doyle"

Carmen Posadas ha embarcado a Emilia Pardo Bazán en su última novela, "El misterioso caso del impostor del Titanic" (Espasa). La escritora gallega protagoniza esta aventura detectivesca que combina ficción y realidad, y cuya idea lanzó, sin pretenderlo, el juez del Tribunal Supremo Manuel Marchena: "Los jueces siempre tienen historias increíbles", cuenta la novelista.

La escritora hispanouruguaya Carmen Posadas.

La escritora hispanouruguaya Carmen Posadas. / Carolina Roca

Rafa López

Vigo

¿Qué tiene que ver entonces el juez Marchena con este libro?

Me tocó a su lado en una cena y me contó la historia con la que empieza la novela, "El moscardón": una señora tiene premoniciones [al ver un moscardón que se ahoga en su plato] y le dice a su hijo que no se embarque, pero el hijo se embarca a pesar de todo. Ella está convencidísima de que el chico está en el Titanic, pese a que le llegan postales de él de otros lugares. Esa anécdota que él me contó hizo que me interesara por los españoles que se embarcaron en el Titanic. Fueron 10, de los cuales sobrevivieron 7, y 3 murieron. De uno apareció el cadáver, pero de los otros dos no. Me sorprendió mucho que tanto la familia del "moscardón" como otra de origen asturiano compraron cadáveres.

Lo hacían para que se pudiese certificar la muerte y no quedarse en un limbo durante 20 años. Tenía que pasar ese tiempo para heredar y que la viuda pudiera casarse de nuevo, ¿no?

Exacto. La familia tampoco podía mover el dinero. O sea, era una complicación. En ese momento tan dramático, las familias tomaron la decisión de comprar un cadáver. Luego me enteré de una especie de leyenda sobre gente cuyo cuerpo no había aparecido y había casos de impostores. De unir ambas cosas sale la novela.

Emilia Pardo Bazán era devota de las novelas de misterio, se adelantó en una década a la mismísima Agatha Christie con su relato "La gota de sangre" (1911). ¿Fue siempre admiradora de la escritora gallega?

La conocí en el colegio. Había leído “Los pazos de Ulloa”, pero después no leí nada suyo hasta la pandemia, cuando leí “Morriña”, “Insolación”, La madre Naturaleza”... Me fasciné absolutamente. Está no solamente a la altura de Galdós, sino a la de sus contemporáneos franceses, todos tan laureados y cotizados. Después, Chema Paz Gago me habló de su faceta como escritora de novela policíaca. Era muy polifacética y tenía intereses de lo más variados.

También era una gran aficionada a lo que ahora llaman "true crime": entrevistó a la asesina del crimen de Fuencarral (1888), cuya víctima, Luciana Borcino, era viguesa.

¡Anda! No lo sabía. Sí, se entrevistó con esta mujer y fue a su ejecución. También me divirtió que quisiera enmendarle la plana a Conan Doyle, diciendo que el personaje de Sherlock Holmes era muy plano y que ella iba a crear un detective con más facetas psicológicas. Estaba interesada en las teorías de Freud, que empieza a escribir más o menos por esa época.

Pardo Bazán fue muy rompedora, e insignes escritores, como José María de Pereda, le negaban su acceso a la Academia. Usted, en su momento, también rompió estereotipos.

Sí, salvando todas las distancias [risas], yo también he sido víctima de muchos prejuicios. Ahora es distinto: hay una escritora que parece una punk, otra con aspecto de señora venerable de 80 años, otra que parece una vampiresa... No hay un perfil de escritora, pero cuando yo empecé a escribir, hace cuarenta y tantos años, había un cliché de cómo tenían que ser: pelo blanco, gafas, faldas largas… Yo iba de minifalda y tenía 30 años. No daba el perfil de escritora en absoluto.

¿De dónde le viene su pasión por la historia del Titanic?

A bordo del Titanic iban tres uruguayos, y uno de ellos era amigo de la familia. Siempre había oído las historias de este señor, Ramón Artagaveytia, que recojo en la novela. Tenía mucho dinero y le encantaba viajar. Ya se había salvado de milagro de un naufragio en el que murió mucha gente. Para quitarse el miedo decidió embarcarse en el barco más seguro del mundo, el insumergible Titanic, y mire cómo acabó la cosa.

Uno de los escenarios de la novela es una casa indiana como las que existen en Galicia y Asturias. ¿Ha vivido en alguna?

Viví en un barrio de Montevideo llamado El Prado, en el que todas las casas son como de indianos. Son contemporáneas a las españolas y también muy heterogéneas: hay alguna que parece un castillo gótico, otras que parecen modernistas… Nosotros vivíamos en una que parecía un enorme chalet suizo, con 4 plantas y un inmenso jardín con los árboles más raros que se puede imaginar. Ese ambiente lo he vivido de niña y sé cómo son esas casas, no me fue muy difícil recrearlas.

Escribió una biografía de La Bella Otero que se convirtió en miniserie. ¿Ve esta nueva novela adaptada a una serie o película?

Sí, hace poco me han llamado de una productora que estaba interesada en llevarla, pero estas cosas son larguísimas. Tengo ahora lo menos cuatro novelas en proceso de convertirse en películas.

Al hilo del título de la novela, ¿ha sentido alguna vez el "síndrome del impostor"?

Todos los días de mi vida tengo ese síndrome [risas]. He descubierto que es algo muy femenino. Nunca fui a la universidad. Cuando empecé a escribir creía que estaba fuera de mis posibilidades, así que empecé escribiendo para niños. Enseguida me dieron un premio nacional, lo que me dio mucho ánimo, pero tardé en publicar novela, por miedo a que la carroza se convirtiese en calabaza otra vez.

Ha pasado la barrera de los 70 años. ¿Las novelas son mejores con el poso que da la edad?

Con los años se ganan ciertas cosas y se pierden otras. Se gana oficio, experiencia, técnica… pero también se pierde mucha frescura, y yo lucho siempre por mantener viva la ingenuidad que tuve al principio de mi carrera. Para un escritor, tener una mirada ingenua es importantísimo. Es así como te das cuenta de las cosas que tienes alrededor; si no, es que ni las ves.

De adolescente, en la década de los 70, vivió en Moscú. ¿Cómo ve todo lo que está pasando?

Estoy absolutamente aterrada. No solo por Putin, que es brutal. Todo lo que está pasando en Estados Unidos me parece aterrador. Trump ha nombrado al frente del Pentágono a un tipo que dice que el ejército es cosa de hombres blancos; como el equivalente al ministro de Sanidad, ha elegido a Kennedy, que es un antivacunas; al frente de la Inteligencia, a una señora que es amiga de Putin… Uno mira alrededor y piensa: "paren el mundo, que yo me bajo".

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