Voluntariado

Formas de «dar vida» en Tanzania

Reinserción social y económica de niños y jóvenes de una calle de los suburbios de Dar es Salaam. |

Reinserción social y económica de niños y jóvenes de una calle de los suburbios de Dar es Salaam. |

Estela Torres Kurylo

Estela Torres Kurylo

Ibiza

Viajar ayuda a conocer nuevas culturas, y más cuando se trata de visitar un lugar que no tiene nada que ver con lo que uno está acostumbrado. Ricardo Encinas, voluntario de Manos Unidas en Ibiza, estaba mentalizado con lo que se iba a encontrar en Tanzania, en una experiencia que la ONG organiza para que sus socios conozcan de primera mano dónde va a parar el dinero que donan. A pesar de la preparación de Encinas, hay imágenes del viaje que nunca olvidará: «El ‘agua’ que traían los niños para beber en el ‘colegio’», repite en varias ocasiones, sobre este bien esencial que asemeja a «un cortado aguado» para dar una idea de lo que los niños de un pueblo tanzano «traían en una garrafita desde su casa, porque en el centro no tenían agua potable». Cuando el voluntario habla de colegio, lo hace entre comillas, ya que, como cuenta, se trataba de un barracón con pupitres y «poca cosa más».

Aldeas de Ilolangulo y Ndomo, en Tabora, donde se trabaja en la mejora del acceso permanente y cercano al agua potable y limpia. | FOTOS DE RICARDO ENCINAS

Aldeas de Ilolangulo y Ndomo, en Tabora, donde se trabaja en la mejora del acceso permanente y cercano al agua potable y limpia. | FOTOS DE RICARDO ENCINAS

Encinas es voluntario de Manos Unidas desde que se jubiló hace dos años: «Necesitaban a alguien que manejara el correo electrónico y cuatro cosas de informática, así empecé», explica. Se embarcó en la aventura tras una conversación que surgió en la habitual jornada que organiza Manos Unidas en el pueblo de Sant Jordi para recaudar fondos.

Ejemplo de negocio gracias al microcrédito para madres solteras. |

Ejemplo de negocio gracias al microcrédito para madres solteras. |

Viaje de formación

Entrega de agua a los niños procedente del macrodepósito de un colegio. |

Entrega de agua a los niños procedente del macrodepósito de un colegio. |

Los viajes como en el que él ha participado se suelen organizar una vez al año y se dirigen a tres destinos en los que trabaja la organización «donde está la necesitad», indica el voluntario. «Este año tocaban India, Bolivia y Tanzania y la organización escoge a seis personas de los voluntarios de toda España», aclara.

Visitó dos localidades diferentes del país durante diez días a principios de este octubre. Le acompañaban cuatro voluntarias más: «Una era de Alicante, otra de Santander y había dos de Madrid», indica, además de nombrar a una quinta persona que viajaba como coordinadora de Manos Unidas: «Nuestra función allí es visitar siete u ocho proyectos de la ONG, que siempre trabaja con socios locales». Estos socios son los que transmiten sus necesidades a Manos Unidas España y desde la sede «se hace un proyecto de viabilidad y se estudia, no sólo para que se pueda llevar a cabo sino para que tenga continuidad en el tiempo», apunta el voluntario, sobre una tarea en la que Manos Unidas hace la aportación económica.

«No es una labor de fiscalizar nada, simplemente de ver lo que aquí no es tangible, porque cuando recoges dinero para un comedor social ves la comida, la gente, la cola... Pero lo que nosotros hacemos no se ve. Cuando llegas allí, te das cuenta de que vale la pena, porque el esfuerzo llega y no se queda absolutamente nada por el camino», admite Encinas.

Agua potable en el colegio

El grupo que ha viajado a Tanzania ha visto su ayuda materializada, y la de todos los que colaboran con la ONG, en los proyectos que han visitado, algunos ya terminados y otros en construcción. Uno de ellos era una prueba que se ha llevado a cabo en tres localidades del país para recoger agua potable en colegios: «Han montado depósitos de 250.000 litros que recogen el agua en época de lluvias y luego la distribuyen entre los niños para que se la puedan llevar a casa», explica Encinas. Este proyecto está previsto en otros diez colegios, y los visitaron todos para conocer «dónde van a ir ubicados los siguientes depósitos y su viabilidad».

Para estar preparados para este viaje, los voluntarios completaron una formación en Madrid para tener una idea de lo que se podrían encontrar. También se vacunaron de «tétanos, polio, cólera, malaria y unas cuantas más», explica Encinas. Lo que no estaba previsto es que uno de los tantos vuelos que cogieron se desviase por el cierre aéreo de Irán: «Teníamos que volar de Madrid a Doha, de allí a Kilimanjaro y luego a Dar es Salaam, la antigua capital de Tanzania, pero nos tuvimos que desviar a El Cairo para bordear Arabia Saudí por abajo». Una vez allí, también volaron a Tabora, «con un vuelo de tres horas desde Dar es Salaam».

«Cuesta tan poco»

Encinas recuerda que cuando llegaban a los diferentes lugares a veces no tenían que decir nada: «Simplemente nos mirábamos», señala, como uno de los efectos que provocó visitar una Unidad de Cuidados Intensivos para neonatos, o un colegio para niños sordomudos: «Allí los abandonan porque los padres no tienen recursos, por lo que la organización les ofrece dormitorios, les enseña lenguaje de signos y les proporciona conocimientos para que puedan ir a clases de Secundaria... Incluso se plantean hacerlo a nivel universitario», apunta.

De las visitas inolvidables que hizo el grupo hay otra que permanecerá en su memoria: «Visitamos a una mujer que participaba en otro de los proyectos que financia la organización y nos invitó a entrar en su casa. De grande era como un cuarto de baño de los que tenemos aquí, con un colchón, y allí dormían ella y cuatro niños», cuenta Encinas. Esta mujer formaba parte de un proyecto que da apoyo a madres solteras: «Les dan un microcrédito para que monten una especie de negocio, que puede consistir en coser ropa, vender fruta... Para que ganen dinero y vayan devolviendo el microcrédito». «Para ellos, tener cuatro tomates para vender y un sitio donde dormir es como darles media vida. No sólo para protegerse de las adversidades meteorológicas, sino por la seguridad de que no violen a la madre y que los niños estén bien», afirma el voluntario.

La población tanzana agradecía con creces esta media vida a la que Encinas se refiere: «Te agasajan», comenta, antes de contar que le regalaron una túnica estilo masai: «Siempre intentaban darte algo o que comas, pero lógicamente allí no puedes porque no estás preparado para los alimentos crudos», señala. En ocasiones se sentía «un poco incómodo de tanto agradecimiento», aunque sabe que es «su forma de dar las gracias».

Igual que se las dieron a él, es consciente de la experiencia que ha vivido: «Vengo totalmente empapado y convencidísimo del trabajo de Manos Unidas». n

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