Temporal
Cinco horas atrapado en un columpio en el municipio valenciano de Paiporta por la DANA
Un fotoperiodista de Levante-EMV narra la angustias tras desbordarse el barranco y refugiarse en la atracción de un parque
Alfredo Castelló
“Ha faltado un pelo; he visto peligrar mi vida”. Lo narra un fotoperiodista del diario de Levante-EMV que se vio atrapado en el municipio valenciano de Paiporta cuando se desbordó del barranco. Pasó más de cinco horas subido a una atracción de un parque con un torrente de agua bajo sus pies, que arrastraba todo lo que encontraba a su paso, entre ello decenas de vehículos.
Cuando llegó la noticia de que el barranco de Paiporta podía desbordarse, el redactor gráfico de Levante-EMV se desplazó hasta la localidad de l’Horta Sud para tratar de tomar imágenes de lo que estaba sucediendo. “En una de las calles principales la Policía Local no me dejaba pasar. Giré por una de las calles y dejé el vehículo aparcado cerca de un parque”, narra.
El agua adelantaba a los coches
El barranco del Poyo comenzó a desbordarse y la situación se complicó. “La gente trató de sacar sus coches y el agua empezó a adelantarles. En un visto y no visto el agua nos llegaba por encima de los tobillos pero llevaba ramas y entramos en el parque. El torrente de agua creció y nos tuvimos que subir a la atracción del parque”, relata el fotográfo de Levante-EMV.
El torrente de agua cogió tal fuerza que empezó a arrastrar los vehículos. “Veía pasar las luces encendidas en los coches arrastrados por la corriente”. Sobre esa atracción, con otras tres personas más, pasaron más de cinco horas. “A las dos de la madrugada el caudal empezó a bajar. Con el agua por las rodillas trataron de refugiarnos en la casa de una chica del grupo de supervivientes que se había formado. “En su casa olía mucho a gas y nos subimos a la vivienda de otro de los hombres que esta ahí, donde hemos pasado la noche”, relata.
Al amanecer el fotoperiodista fue recorriendo Paiporta inmortalizando la tragedia. “Era dantesco. Coches apilados en calles, viviendas bajas destrozadas, sin luz ni agua...” narra. Tras una alerta (falsa) de una nueva crecida del rio han vuelto a refugiarse en una casa, hasta que al mediodía ha decidido emprender un camino a pie y regresar hasta su domicilio en Valencia. “Estoy vivo de milagro. Ha faltado un pelo”, afirma.
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