Susana Cardona Torres, Historiadora y conservadora del Museu Etnogràfic d’Eivissa: «El ‘ball pagès’ goza de buena salud, pero no hay que bajar la guardia»

Susana Cardona Torres viajará en unos días a Cataluña para presentar el 10 de agosto en el festival ‘EbreFolk’ de Roquetes su libro ‘El ballar antic a Eivissa’, que editó el Consell insular en 2022. Esta obra, que parte de una beca de investigación que le concedió en 2005 la entonces máxima institución de las Pitiüses, aporta nuevos datos y pone de relieve el valor del ‘ball pagès’ y las ‘ballades’ como un parte importante de «la cultura y el patrimonio inmaterial insular».

Maite Alvite

Maite Alvite

Ibiza

La historiadora Susana Cardona Torres es una enciclopedia viviente en lo que a ball pagès se refiere. No en vano ha dedicado varios años de su existencia a estudiar a fondo esta parte tan importante del patrimonio cultural inmaterial ibicenco, que le ha apasionado desde siempre. El libro ‘El ballar antic a Eivissa. Context social, aspectes evolutius i recuperació de balls i ballades’ es el resultado de este trabajo concienzudo. La publicación, editada por el Consell de Eivissa, la presentó en diciembre de 2022 en Sa Nostra Sala, en Vila, y el próximo 10 de agosto a las 19.30 horas hará lo mismo en Cataluña.

La autora de ‘El ballar antic a Eivissa’ muestra algunas imágenes de la publicación.   |  TONI ESCOBAR

La autora de ‘El ballar antic a Eivissa’ muestra algunas imágenes de la publicación. | TONI ESCOBAR

La cita será en la novena edición de ‘EbreFolk’, «un campus dedicado a la difusión de la música y baile tradicionales» que se celebra en el municipio tarraconense de Roquetes. Lo cuenta la propia autora con su obra en la mano, que, recuerda, parte de «la memoria final de la beca de investigación ‘Història oral i inventari de balls tradicionals de les Pitiüses: orígens, variants locals i evolució», que le concedió en 2005 el entonces Consell de Eivissa y Formentera y que dirigió Lina Sansano.

Imágenes de los ibicencos que participaron en 1912 en una ‘ballada’ benéfica en el Parc Güell, en Barcelona.   | T.E./ LAS FOTOS DEL LIBRO CEDIDAS POR ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA Y ARXIU NACIONAL DE CATALUNYA

Imágenes de los ibicencos que participaron en 1912 en una ‘ballada’ benéfica en el Parc Güell, en Barcelona. | T.E./ LAS FOTOS DEL LIBRO CEDIDAS POR ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA Y ARXIU NACIONAL DE CATALUNYA

Material gráfico

Fue, por tanto, hace 19 años cuando Cardona empezó a sumergirse en el estudio del baile tradicional ibicenco. Lo que sabía hasta entonces lo había aprendido en la colla a la que pertenecía, la de Sant Jordi. «Entregué el primer borrador de la beca en 2006, pero después de un año tenía tal saturación de ball pagès que guardé toda la documentación en un cajón y no fue hasta 2020 que decidí dar al proyecto un empujón definitivo revisando y actualizando toda la información», explica.

Antes de entrar en detalle en el contenido del libro, muestra algunas de las fotografías más peculiares e interesantes que lo ilustran, entre ellas la de la portada, una ballada en Sant Antoni en 1913. En ella se puede apreciar que «todavía la gente salía a bailar con la vestimenta de gala y, en el caso de los hombres, con el atuendo tradicional y no con traje y corbata, como fue lo habitual durante décadas a partir de principios del siglo XX».

La también conservadora y coordinadora de actividades del Museu Etnogràfic d’Eivissa (Santa Eulària) se detiene en la página 112. Allí hay dos imágenes cedidas por el Arxiu Fotogràfic de Barcelona y el Arxiu Nacional de Catalunya sobre un festival benéfico de bailes tradicionales de la colonia balear residente en Barcelona que se celebró en 1912 en el Parc Güell. «Aquí se puede apreciar la forma antigua de llevar la emprendada, que era al cuello y no prendida a los hombros, como ahora», comenta mientras señala la fotografía de la parte superior.

El valioso material gráfico de este libro, en muchos casos inédito, procede no solo de archivos sino «también de colecciones particulares», como las de Juan Antonio Marí, Joan-Albert Ribas o Joan Murenu.

Fuentes orales

Para hacer este trabajo, además, Cardona recurrió a «referencias históricas, artículos literarios y periodísticos, fuentes archivísticas y a estudios de antropología, etnología, danza y musicología, entre otros». Pero, sin duda, fue el trabajo de campo y los testimonios aportados por decenas de personas la base fundamental de la obra de Cardona.

‘El ballar antic a Eivissa’, dice, reúne «más de 70 entrevistas realizadas a particulares y miembros de colles en Eivissa y también en Formentera», a donde viajó en dos ocasiones.

Su forma de documentarse tuvo poco que ver con la empleada en los primeros estudios y publicaciones locales sobre ball pagès, «realizados en la década de los 40 por Isidor Macabich y Manuel Sorà». Mientras ellos «buscaron en archivos y documentos históricos una información que atesoraba principalmente el pueblo ibicenco», ella optó en 2005, sobre todo, por «dar voz a los últimos protagonistas de las ballades populars no organizadas». Ese fue uno de los objetivos de su libro, una guía de nueve capítulos en la que aborda diferentes aspectos del ball pagès y las ballades populars y de su contexto.

Cardona entrevistó a personas de edad avanzada sin ninguna vinculación con las agrupaciones folclóricas que tenían el ball pagès como única forma de ocio y que «explicaban un forma de bailar y unos rituales que se echan en falta en las ballades concebidas como espectáculo». El primer testimonio que tuvo presente fue el proporcionado por sus propios abuelos. La historiadora, además, habló para hacer este trabajo con integrantes de las agrupaciones folclóricas, que también le proporcionaron información valiosa.

Los orígenes

La autora comienza ‘El ballar antic a Eivissa’ hablando del contexto histórico y desterrando algunas falsas creencias que se mantuvieron durante décadas. Deja claro, entre otras cosas, que el origen púnico que atribuyen Isidor Macabic y Manuel Sorà al ball pagès «no tiene ningún fundamento histórico». A Cardona no le gusta «hablar de orígenes, pero sí de paralelismos y similitudes». «La base de estos bailes, que beben de muchos sitios, provenía de una sociedad agrícola», señala. «Está probado que hay unos arcaísmos que se han conservado gracias a que los bailes que se empiezan a popularizar en toda España en el siglo XVIII, fandangos, boleros y jotas, no llegan a cuajar en la sociedad rural ibicenca, así que el ball pagès tiene una antigüedad importante, pero desde luego no de 2.000 años», subraya.

Más que ‘festeig’

En el tercer capítulo del libro la historiadora se detiene a explicar cuándo se hacían las ballades y por qué. «El ballar antic se suele asociar al festeig y tiene vinculación con él, pero era mucho más que cortejo, era una forma de ocio, de socializar, y la manera en la que culminaban diades como las matances o trabajos colectivos como desgranar el maíz», explica. Las ballades, añade, «estaban vinculadas a los trabajos agrícolas y al calendario litúrgico».

Durante el invierno, detalla, «los bailes eran más privados, en el ámbito familiar». En esa época se organizaban xacotes en el interior de las casas.

En verano, a partir de Sant Joan, es cuando tenían lugar «los bailes públicos, en el exterior, siembre junto a zonas de aguas vivas, es decir, pozos y fuentes». De las ballades vora pou i fonts, Cardona encontró referencias del siglo XIX y principios del XX.

A diferencia de ahora, que no importa la edad ni el estado civil, antes quienes bailaban eran las mujeres y hombres jóvenes solteros, mientras que el resto se limitaba asistir a las ballades como público.

Al borde de la desaparición

Explica la historiadora ibicenca que ya en los años 20 del siglo XX «se empezó a observar una desafección a las tradiciones» y que «la Guerra Civil puso casi un punto y final a las ballades». «En la posguerra estaban prohibidas las reuniones y peligró la continuidad del baile tradicional ibicenco», afirma.

A partir de los años 40 llegó lo que Cardona llama «la folclorización del ball pagès» y se crearon la Agrupació Folklòrica d’Educació i Descans y después el Grup de Danses de la Secció Femenina, que «establecieron un discurso en las formas de vestir y bailar que han heredado las colles actuales». Su aparición, señala, fue positiva en muchos sentidos porque, sin ellas, «habría desaparecido, sin duda, el ball pagès». Esos primeros grupos de baile organizados recuperaron el uso de joyas y piezas de indumentaria tradicionales y participaron en concursos y certámenes convirtiendo las ballades en «un espectáculo público».

Fue en los años 60 cuando nacieron las dos primeras colles de la isla, la de Sant Miquel de Balansat y la de San Josep de Sa Talaia.

La costumbre de bailar junto a pozos y fuentes se empezó a recuperar a partir de los años 70, con la aparición de diversos estudios de autores como Joan Marí Tur, que «publicó un calendario de antiguas ballades a pous i fonts que sirvió de referencia a los nuevos grupos folclóricos que se iban creando».

Nuevas coreografías

La autora dedica un capítulo a las distintas modalidades de ball pagès. Durante su investigación, verificó que las coreografías con más solera son la curta, la llarga, sa filera y las nou rodadades, declaradas en 2012 Bien de Interés de Cultural Inmaterial por el Consell de Eivissa.

«Cuando entrevisté sobre todo a gente sin vinculación con agrupaciones folclóricas la mayoría me explicó que solo conocían dos bailes: la curta y la llarga», señala Cardona, que sostiene que fue en el momento en que las ballades se convirtieron en un espectáculo público cuando se empezaron a incorporar nuevas coreografías, «basadas la mayoría en la llarga».

«En 2005, cuando empecé mi investigación, había cierto reparo en reconocer que, especialmente a partir de los años 70, se habían comenzado a crear coreografías nuevas», señala la historiadora, que pone de ejemplo a la Colla de Buscastell, en Sant Antoni, «que en la actualidad sigue incorporando nuevas modalidades de baile».

A Cardona le parece bien «siempre que se respete la tradición». «Es una señal inequívoca de que el ball pagès no queda anclado en el pasado y que está mirando al futuro, pero una cosa es evolucionar y otra reinventarse, se puede innovar, pero hasta cierto punto», opina.

La primera nueva modalidad a la que hace mención en el libro es la conocida como «giratomba o ses dos balladores», de la que encontró las primeras referencias a comienzos del siglo XX. Luego llegaron otras coreografías más sofisticadas como es molí o sa palmera.

En busca de variantes locales

Destaca Cardona que uno de los objetivos que se planteó con su investigación era descubrir si el ball pagès que se bailaba en la isla de Eivissa tenía variantes según la localidad. Lo que concluyó es que «pudo haber en su momento particularidades», pero ella no las encontró «debido a que todo está muy unificado y hay mucha colaboración entre las agrupaciones folclóricas». Lo que sí señala es que cada colla en Eivissa «intenta preservar su propia identidad y estilo de baile».

Destaca como aspecto positivo que haya integrantes de estas agrupaciones de baile tradicional que se planteen «flexibilizar y cambiar cosas para ganar en espontaneidad, transmitir complicidad entre los balladors y que se lo están pasando bien».

La música y los instrumentos tienen un apartado propio en el libro, al igual que la vestimenta. Respecto a este capítulo Cardona hace la siguiente observación: «Cuando se empiezan a crear las colles de ball pagès se atribuyen ciertos bailes al uso de unas indumentarias determinadas y se crean unos prototipos de trajes que son reales, pero que no representan a todo el conjunto, que es mucho más rico». «Antiguamente, la gente se vestía con lo que tenía y no tener emprendades no era un impedimento para bailar», remarca.

Presente y futuro

En palabras de la historiadora ibicenca, «se puede afirmar que en la actualidad el ball pagès goza, en general, de buena salud y que todos los trabajos que se hicieron décadas atrás para recuperar este bien de interés cultural inmaterial han dado sus frutos».

Una muestra del «buen momento» que atraviesa el baile tradicional ibicenco es, por ejemplo, el proyecto en el que el Consell de Eivissa está trabajando para crear en Sant Rafel el complejo cultural ‘Ses Nou Rodades’, destinado a promocionar el ball pagès y el patrimonio inmaterial de Eivissa. «También está sobre la mesa poner en marcha un expediente para declarar Bien de Interés Cultural Inmaterial las ballades vora pous i fonts», añade.

A pesar de este buen momento, Cardona considera que hay que ser «prudentes». «Ahora mismo hay mucha gente que baila y hay relevo generacional, pero creo que nunca se tiene que bajar la guardia cuando hablamos de según qué expresiones culturales o de patrimonio cultural inmaterial», señala. «La sociedad actual tiene mucha oferta de ocio y es muy cambiante, ¿quién te dice que dentro de unos años no se pueda producir una desafección hacia el baile?», apostilla.

Con su libro, Susana Cardona aspira a que los lectores «se pregunten cosas y reflexionen y que se genere debate». Ella opina que en las colles actualmente hay cosas que se están haciendo muy bien, pero no todas. Su mayor preocupación ahora «es la transmisión correcta de esta tradición para que el ball pagès no se desvirtúe».

«Es muy importante no solo enseñar las coreografías sino también explicar el contexto y contar que lo que se está haciendo ahora es una recreación de lo que bailaban nuestros antepasados y una forma de conectar con nuestras raíces», remarca.

Para la autora de ‘El ballar antic a Eivissa’, que se puede encontrar en la Llibreria Mediterrània de Vila, es crucial transmitir a las generaciones futuras, además de las distintas modalidades de baile, «unos valores para que la gente aprenda a querer el ball pagès, porque, si no, es difícil que lo vaya a ejecutar bien».

Nuevos proyectos

Después de hablar detenidamente de este libro, Susana Cardona hace referencia a sus nuevos proyectos. Ahora mismo tiene entre manos una nueva investigación centrada en este caso en «la joyería ibicenca tradicional».

Lo que está haciendo, detalla, es el catálogo de la exposición ‘Joies d’Eivissa. Història, tradició i identitat’, que se inauguró en febrero en Santa Eulària con motivo del 30 aniversario del Museo Etnogràfic d’Eivissa y que se podrá visitar hasta el próximo 19 de diciembre. En él, adelanta, se incluirán fotografías de piezas de particulares que no están en la muestra. Al igual que le ocurrió con el ball pagès, esta nueva investigación, asegura, le está resultando «apasionante».

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