Violencia sexual

¿Cómo se reeduca a un agresor sexual menor de edad? Las claves de los programas

Las agresiones grupales cometidas por adolescentes en los últimos meses han desencadenado una alarma política y social aunque las cifras indican que la reincidencia en los delitos sexuales de los menores es la mitad que en el resto de delitos

Exterior del centro comercial Magic de Badalona.

Exterior del centro comercial Magic de Badalona. / ZOWY VOETEN

Patricia Martín

El mito de que los violadores no se pueden reeducar para que no vuelvan a cometer agresiones sexuales es “falso”, según mantienen los especialistas y ponen de manifiesto los datos. Y más si los delincuentes son menores de edad, cuando su conducta es aún más moldeable. Aunque las agresiones grupales cometidas por adolescentes en los últimos meses han desencadenado una alarma política y social, las cifras indican que la reincidencia en los delitos sexuales de los menores es del 16%, la mitad que en el resto de delitos. El trabajo que se realiza con estos agresores, tanto por parte de las administraciones como por las entidades del tercer sector, da resultados. Pero, ¿cómo se les reeduca? ¿Qué intervenciones se realizan para que no vuelvan a agredir?

A continuación, especialistas y educadores explican cómo se trabaja con los jóvenes delincuentes sexuales, tanto en los centros de menores como en el régimen abierto y de libertad vigilada.

Tener en cuenta el perfil

Para abordar su reinserción, los educadores tienen presente el perfil de los agresores. Algunos son menores de 14 años y, por tanto, inimputables, pero el grueso tienen 14 o 15 años (el 35%) y también hay bastantes adultos jóvenes de entre 18 y 19 años. “No existe un perfil único pero podríamos hablar de dos grupos de jóvenes, factor que hay que tener presente a la hora de trabajar con ellos”, explica Alba Alfageme, psicóloga especializada en violencias machistas. El primer grupo son los que solo cometen delitos sexuales y el segundo el que tienen un perfil delincuencial completo.

Los trastornos

La mayoría de ellos, apuntan los especialistas, suelen padecer trastornos mentalescomo autismo o déficit en las relaciones sociales, toman drogas, adolecen de falta de educación sexual y consumen mucho un tipo de porno que les lleva a “erotizar la violencia”, apunta Alfageme. Además, muchos vienen de entornos violentos o con una realidad emocional disfuncional.

Proceso hacia la asunción de responsabilidades

La mayoría de estos jóvenes, tras cometer el delito, viven un proceso que va desde la negación, pasando después por la justificación, la asunción de responsabilidades y, por último, la mayoría llega al afrontamiento, según los especialistas. En las primeras fases de negación o justificación sus excusas van desde “estuvimos toda la noche tonteando, quería rollo seguro”; “estaba muy excitado, no sé que me pasó”; “lo vi en el porno, me excitaba y quería hacerlo”; “estaba bebida y era mi oportunidad” o “no era consciente del daño que hacía”. 

La comunicación

A través de entrevistas grupales y personales, los educadores trabajan, en primer lugar, las competencias comunicativas. “La sexualidad consentida requiere entender lo que dice el otro, parece una obviedad pero hay gente que no entiende lo que el otro comunica”, explica Santiago Redondo, profesor de Criminología y Psicología de la Universidad de Barcelona. Redondo ha trabajado para el Ministerio de Interior y diversas autonomías precisamente en los proyectos psicoeducativos que se realizan con violadores. Con los adultos, los primeros programas comenzaron en Barcelona, en 1996, y después se extendieron a toda España. A partir de los años 2000 se activaron con menores. Tras su dilatada experiencia asegura que la reeducación "funciona, en la mayoría de los casos".

Trabajar desde la vulnerabilidad

También se trabajan sus distorsiones cognitivas, las justificaciones de las agresiones, poniendo en cuestión sus creencias, "pero no desde un punto de vista moralizante, sino planteando el problema y abriendo el debate, para que ellos mismos encuentren la solución”, según Redondo. Una manera de trabajar con estos chavales -que a lo largo de su vida suelen haber sufrido violencia, dificultades de integración o enfermedades mentales- es desde su historia personal. “Cuando hay heridas que no han sido curadas, a través de la reparación de su propio dolor, a veces se dan cuenta de cómo han actuado”, añade Alfageme. A partir de ahí, se trabaja la asunción de responsabilidades.

Las emociones

También se trabaja con ellos las emociones. Muy a menudo “tienen un repertorio emocional limitado del ‘tipo me gusta, no me gusta’, y hay que desarrollarlo para que aprendan a reconocer en otros y en sí mismos 30 o 40 emociones”, incide el profesor Redondo. La principal emoción que se busca promover es la empatía, para que sepan reconocerla y sentir el dolor del otro, en este caso de las víctimas, y que eso les impida volver a violar. 

Masculinidades y porno

En los delitos sexuales tiene mucho que ver el machismo patriarcal, por lo que se trabaja con los adolescentes agresores para que deconstruyan la masculinidad tóxica y aprendan a no cosificar a las mujeres. “Con las violaciones en grupo no buscan el placer, sino el poder sobre las niñas, por lo que se trabaja con ellos para que entiendan los privilegios masculinos pero también las presiones y los prejuicios que hay contra los hombres que no actúan según el modelo establecido”, explica Lázaro Carrillo, socio de la cooperativa ‘Reeducant les violències’, que realiza formación antimachista para jóvenes. En cuanto a los mandatos del grupo, se promueve “que sean líderes positivos, no solo hacia las mujeres, sino hacia toda la comunidad”. Por último, a través de la educación afectivo sexual se trabaja el respeto hacia el otro, la igualdad y se ofrece una mirada crítica sobre el porno.

La familia

Toda la literatura científica recomienda que la reeducación de los agresores niños y jóvenes se complete con intervenciones en su entorno familiar y social. De forma que desde el entorno no se les siga lanzando mensajes que contradigan las enseñanzas terapéuticas y se pueda revertir lo aprendido. También se procura que tenga apoyos para que continúe su camino en el ámbito educativo o laboral.

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