Mayores artistas de Ibiza: «Me concentro en pintar y no siento el dolor»

El profesor de pintura Walter Hector Kopecky y sus exalumnas, de la tercera edad, reflexionan en el parque de la Paz sobre lo que significa para ellos el arte

Toni Escandell Tur

Toni Escandell Tur

Cruz Roja organiza los viernes por la mañana una carpa en el parque de la Paz (llamada ‘Xarxa Segura +65’) un punto de atención y ayuda a las personas mayores. Ayer acogió una exposición de Walter H. Kopecky, que comenzó a pintar de adolescente e impartió clases durante más de 20 años en la Llar Eivissa.

El parque de la Paz, en Vila, fue el lugar en el que ayer por la mañana se expusieron diferentes obras de Walter Hector Kopecky (94 años), argentino residente en Ibiza que comenzó a pintar aproximadamente a los 15 años en su país natal y que impartió clases (durante más de 20 años) en el centro para personas mayores la Llar Ibiza. De hecho, ayer más de una de sus exalumnas se acercó al artista en este punto de la ciudad para rememorar viejos tiempos de su etapa en la Llar.

Esta muestra se organizó bajo una carpa de Cruz Roja, entidad que cada viernes (de 10 a 12 horas), en el parque de la Paz, monta un estand de información y ayuda (llamado ‘Xarxa Segura +65’) en el marco de ‘Fem-ho possible’, un programa integral de atención a personas mayores. Entre otros aspectos, en el estand de los viernes se organizan actividades como esta para dejar bien claro que la tercera edad es una etapa más de la vida, que las personas mayores también tienen mucho que aportar a la sociedad y que merecen un buen trato, tal y como subrayan Laura Moreno (jefa de departamento de Intervención Social en Cruz Roja) y María Ángeles Azorín (integradora social y técnica de proyecto comunitario en Cruz Roja). Azorín y la técnica Marta Tur son las ideólogas de ‘Fem-ho possible’.

Kopecky se trasladó a Ibiza a finales de 1997, cuando ya estaba a punto de jubilarse. Mientras está sentado en este parque, la gente le dice que ha dejado huella. A su lado tiene a una exalumna (Pilar Asensio) y, mientras habla con este diario, le reconoce y le saluda con gran ilusión Antonia Osma, otra de sus antiguas discípulas. Ella también pinta y ha tenido la oportunidad de exponer sus obras. Osma demuestra que, además de las lecciones de pintura, las clases en la Llar también eran un espacio de socialización: «Fui su alumna durante mucho tiempo y en sus clases me lo pasaba estupendamente. También hacíamos gachas y de todo. ¿Comidas, cuántas habremos hecho?», se pregunta Osma.

En sus inicios, para Kopecky la pintura era un medio para ayudar económicamente en casa: «A los 14 años tuve que salir a ganarme la vida para mantener a mi madre, que era viuda. Mi padre falleció tres meses antes de que yo naciese». Así, trabajó y estudió al mismo tiempo. Cursó el bachillerato nocturno y se preparó académicamente para ser profesor de Educación Física. En Argentina trabajó en el Banco Nación y dice que pinta «por satisfacción personal». Su padre, de otra manera, también fue artista. Era pianista.

El artista Walter H. Kopecky comenzó a pintar cuando era un adolescente y ha vendido cuadros en la calle en Argentina e Ibiza

Kopecky ha llegado a tener entre 160 y 170 alumnos en Ibiza. También fue profesor en Argentina, donde ya conseguía vender cantidad de cuadros en la calle. A día de hoy continúa pasando por el centro de mayores: «Adoro ese lugar». «Lo más importante es enseñar a dibujar. El buen dibujante puede llegar a ser un buen pintor», asegura Kopecky, quien destaca que sus inspiraciones son los paisajes, el mar y Vincent van Gogh. En sus cuadros, que ayer en la calle se podían comprar, aparecen fachadas de casas, barcas o personas. Mientras señala las obras, declara: «Todo esto está hecho con espátula, no se ha usado ningún pincel. Limpiar la espátula es mucho más rápido y fácil».

Poco antes de la llegada de Kopecky a la carpa de Cruz Roja, su exalumna Pilar Asensio (80 años) recuerda que se inició en la pintura gracias al argentino, al que todavía llama ‘profe’: «La pintura fue un gran descubrimiento. La experiencia de esas clases fue buenísima. Tomé mucho interés y ahora ya pinto sola en casa». De hecho, explica que en su casa tiene «unos 70 u 80 cuadros»: «Y puede haya más y todo». Opina que la pintura puede llegar a ser terapéutica, ya que requiere concentración y, por lo tanto, evade de los problemas: «Yo vivo con dolor y la pintura me ayuda mucho, estás concentrada en ello y parece que no sientes tanto el dolor».

Lo que más le emociona son las alabanzas que recibe por parte de sus nietos, para quienes pinta cuadros expresamente: «Tengo cuadros reservados para cuando se casen. Me dicen ‘¡Abuela!, este para mí, este para mí, este otro para mí’. Eso me llena». Pilar Asensio pinta siempre con pincel, sus obras son de estilo naíf y ya ha expuestos en el parque de la Paz y en otros muchos puntos de la isla. De hecho, tiene un perfil de Instagram (@pilarasensioharo) en el que se encuentran algunas de sus pinturas. También fue costurera y trabajó para la moda Adlib.

Actualmente participa en exposiciones con la Asociación MultiArt Ibiza (AMAE). Fue a clases de Kopecky durante «unos cinco o seis años» y expone con Ana Mendo, que también fue alumna del artista argentino. Asensio ha elaborado cuadros de paisajes, de naturaleza, espardenyes (también las confecciona), flores, casas típicas ibicencas, Dalt Vila, payesas o de las Casas Colgadas de Cuenca, su tierra de origen: «Para hacer los barrotes hay que tener mucha paciencia».

Los voluntarios de este viernes en el parque de la Paz eran Yonscar Gutiérrez, Elena Cabrera, Andrea Briseño y Anney Abad. Esta última tiene 41 años y es de Venezuela. Vive aquí desde hace un año y cinco meses y hace un año, aproximadamente, que es voluntaria en Cruz Roja. Participa en diferentes programas y esta no es la primera vez que colabora en este estand del parque de la Paz: «Siempre había querido ayudar, pero en la parte de Venezuela donde vivía no había Cruz Roja. Poder colaborar me aporta mucha satisfacción».

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