Cáncer

Acompañantes en el proceso del cáncer

Tres de cada diez pacientes necesitan ayuda psicológica para adaptarse a la enfermedad oncológica | Miedo, ansiedad y depresión son los síntomas más comunes

Desde la izqda., Vanesa Parada, Loli González e Iria Núñez, del equipo de la asociación canguesa ADICAM.

Desde la izqda., Vanesa Parada, Loli González e Iria Núñez, del equipo de la asociación canguesa ADICAM. / FDV

Ágatha de Santos

Paliar el impacto emocional que genera un diagnóstico de cáncer. Ésta es la labor de los psicólogos que atienden a pacientes oncológicos. Se calcula que cerca de un 30% de los diagnosticados requieren apoyo psicológico para afrontar una enfermedad compleja y que tiene repercusiones a todos los niveles, según Elisa Alonso, psicóloga en el equipo de atención psicosocial a personas con enfermedades avanzadas (EATS) de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Vigo.

“Cuando alguien tiene cáncer no sólo es la propia persona quien ve una amenaza de salud con todas sus repercusiones: físicas, sociales, laborales, familiares y muchas veces también económicas, sino que la familia también se ve afectada porque lo que le pasa a un miembro, repercute en la familia como sistema que es”, explica esta psicóloga, que lleva cerca de 25 años acompañando a enfermos de cáncer en el proceso.

Por esta razón, los equipos psicológicos no solo trabajan con los enfermos, sino también con sus familias, a quienes acogen y acompañan. “Para nosotras –explican desde el equipo de la Asociación de Diagnosticadas de Cáncer de Mama y Ginecológico (ADICAM) de Cangas–, lo ideal es que esto se produzca ya antes del diagnóstico, ya que durante las pruebas diagnósticas la persona se encuentra en una situación de incertidumbre importante”.

La intervención psicológica podrá necesitarse durante todo el proceso de la enfermedad o ser algo puntual. “Hay pacientes a quienes acompañamos desde su diagnóstico hasta el final del tratamiento y el postratamiento, y otros que acuden para que les resolvamos una duda en un momento concreto. En cualquier caso, es importante pedir ayuda si se necesita”, explica la psicóloga de la AECC Vigo. Solo el equipo psicosocial de la asociación viguesa realizó el pasado año 4.074 sesiones psicológicas a pacientes y familiares y un millar de intervenciones de trabajo social. Alonso recuerda que cuando ella comenzó en la AECC era la única psicóloga. Poco después entraría su compañera y actualmente trabajan cinco psicólogos y dos trabajadores sociales, con las agendas repletas. “Esto quiere decir que cada vez más gente pide ayuda psicológica, aunque aún hay mucha que no lo hace”, afirma.

El cáncer no solo repercute en la salud física; también en la emocional, aunque ambas no parezcan tener idéntico peso en el sistema sanitario, según las asociaciones de enfermos de cáncer. “Los recursos de psicólogos y psiquiatras son muy limitados. Desde el nacimiento de ADICAM, una de sus reivindicaciones ha sido que haya profesionales de la psicología desde el momento del diagnóstico y que formen parte del comité medico que trata a los pacientes. Nos referimos a psicólogos de la sanidad pública y no que esta atención esté delegada en entidades de ámbito privado”, explican desde el equipo psicológico de ADICAM, formado por Loli González, Vanesa Parada e Iria Núñez.

“No solo el paciente de cáncer ve una amenaza de salud; toda la familia se ve afectada también”

Los psicólogos reconocen que el diagnóstico de cáncer y el de recidiva tiene una serie de características que hacen que su afrontamiento sea difícil. Una, la naturaleza de la enfermedad. “Ésta puede llegar a ser crónica y tiene una etiología desconocida; hay que enseñarles a vivir con ella”, dice Alonso. .Otra es esa incertidumbre o esa incapacidad de control que percibe el paciente y que provoca que experimente ansiedad, depresión y malestar emocional, síntomas muy comunes. Otra, los efectos secundarios de los tratamientos, que en muchas ocasiones son largos y conllevan cambios vitales que desafían las capacidades de adaptación del paciente.

Por todo ello, sensaciones como incertidumbre, angustia, miedo, enfado, rabia o ira suelen aparecer con el diagnóstico y van fluctuando durante todo el proceso. Sin embargo, también aparecen emociones positivas. “No todo es enfermedad, también seguimos desarrollando diferentes aspectos de nuestra vida, adaptados a las circunstancias, sin duda, pero que permiten sentir alegría, calma, satisfacción, placer... Intentamos hacer hincapié en la importancia de permitirnos sentir las emociones”, comentan desde ADICAM.

El papel de los psicólogos es ayudar al enfermo durante todas las fluctuaciones que pueda experimentar su estado de ánimo. “Intentamos darles nuevas habilidades, ayudarles a normalizar la enfermedad y a integrarla en su día a día, y a aceptar su imagen corporal si también se ve afectada”, afirma la psicóloga de la AECC.

Las mismas emociones y fases anímicas por las que pasa el paciente pueden replicarse en sus familias. “Es importante tener en cuenta el entorno. Al final, son un equipo donde a veces es necesario cambiar roles y prioridades. El cáncer es una adaptación para toda la familia”, sostienen desde la asociación de Cangas.

“Lo ideal es que el acompañamiento se haga ya antes del diagnóstico”

Una buena comunicación entre enfermo y familiares ayuda a aceptar el diagnóstico y es uno de los aspectos en los que inciden estos gabinetes. “El cáncer sigue siendo un tema tabú. Es curioso, pero aún hay personas que no quieren comunicar su enfermedad a su entorno –afirma Alonso–, lo que provoca malestar en paciente y entorno, al igual que la sobreprotección, que puede perjudicar la aceptación de la enfermedad”.

También ayuda que al frente de las asociaciones que trabajan con pacientes oncológicos haya enfermos o personas que han superado ya la enfermedad. "Es importante sentirse entendido por personas en circunstancias similares. Compartir recursos, experiencias. Pero como todo, hay personas para las cuales es útil y les beneficia, y otras que prefieren vivirlo de otra forma. El respetar la manera que tiene cada persona de llevar su proceso es un reto para todos, tanto personal como para la sociedad en su conjunto", afirman desde ADICAM.

Acompañar a estos pacientes puede ser un camino difícil para los propios psicólogos si el pronóstico médico no es bueno. Así lo reconocen. “Cuando hay un fallecimiento es duro porque se crean vínculos muy estrechos entre médico y paciente”, afirman desde ADICAM.

Por su parte, la psicóloga de la AECC reconoce que hay días en que la impotencia le puede. “El dolor es un material altamente sensible”, sostiene. Sin embargo, lo compensan todas esas otras veces en que la intervención psicológica consigue su objetivo: mejorar la salud emocional del paciente. “La experiencia te ayuda a ver que si eres capaz de no ser demasiado ambiciosa, sino realista, y de escuchar al paciente consigues muchas pequeñas grandes cosas”, comenta Alonso.

Aun con todo, valoran su trabajo. Como añaden desde ADICAM, acompañar a cada diagnosticado y a cada familia es un aprendizaje. “Tenemos un trabajo privilegiado, que nos permite conocer y acompañar a personas únicas en momentos difíciles y ser parte de una experiencia que nos marca a todos”, aseveran.

El final de la vida

Uno de los momentos más difícil de afrontar es, sin duda, el del final de la vida. El paciente suele reservarse para sí los sentimientos ante la idea de su propia muerte y los familiares tampoco se atreven a interesarse por ellos por no saber cómo gestionarlos. Así, se establece lo que Elisa Alonso llama pacto de silencio. “El paciente está sufriendo pero no se desahoga con el familiar, y el familiar no desahoga con el paciente por no saber cómo manejar la situación. Esto hace que el paciente se encuentre solo en la situación que puede que sea la más importante de su vida, y no es por falta de amor, sino de habilidades”, afirma.

Ayudar a hacer más fluida la comunicación no solo ayuda a paciente y familiar, sino que ayuda a la despedida. “Simplemente que sienta tu presencia y que valides su miedo: ‘Es normal que tengas miedo porque no es fácil para nadie’ o le preguntes: ‘Cómo estás?, ¿cómo puedo ayudarte?’ ya le estás ayudando”, explica.

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