Controversia alimentaria

¿Comer insectos? 'No, grazie’: Italia declara la guerra a la harina de gusanos, escarabajos y grillos

El Gobierno de Meloni acota su comercialización al tiempo que la ONU y la UE la impulsan para aliviar el consumo de carne

Italia declara la guerra a la harina de gusanos, escarabajos y grillos.

Italia declara la guerra a la harina de gusanos, escarabajos y grillos.

Irene Savio

El mundo está cada vez más poblado, el consumo de carne provocan crecientes problemas éticos y medioambientales -entre ellos, que inciden sobre las emisiones de gases de efecto invernadero-, y se plantean nuevos desafíos. En estas circunstancias, la ONU ha aprobado el uso de insectos como fuente alternativa de proteína y la Unión Europea también dio luz verde en enero al consumo de larvas de escarabajos. Pero en Italia, donde la dieta mediterránea más que una forma de alimentación es un estilo de vida, estas propuestas se enfrentan a una tenaz oposición procedente de la política. 

El último ‘no, gracias’ de Italia remite al Gobierno de Giorgia Meloni. El Ejecutivo ultraderechista acaba de aprobar cuatro decretos que expresan un rotundo rechazo a que el uso de insectos pase a formar parte de la dieta italiana. Tanto es así que, para expresar su negativa, hace días se organizó incluso un acto en Roma, en el que participaron el ministro de Salud, Orazio Schillaci; el de las Empresas y Made in Italy, Adolfo Urso, y el de Agricultura y Soberanía Alimentaria, Francesco Lollobrigida, muy cercano a la primera ministra. 

Las nuevas legislaciones citan expresamente las harinas de grillo domésticolangosta migratoriagusano de la harina ('Tenebrio molitor') y larvas de escarabajo de la cama o estiércol ('Alphitobius diaperinus') autorizadas hasta ahora para consumo humano (en forma congelada, desecada o en polvo) por la Comisión Europea, por sugerencia de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Y aunque no prohíbe integralmente el uso de harina de estos insectos para la producción de cualquier alimento, las normas italianas exigen que los productos elaborados con estos ingredientes se vendan en estanterías separadas en supermercados y tiendas.

Prohibidos en pasta y pizza

Además, también se exige que estos alimentos lleven etiquetas específicas que señalen cómo han sido producidos (aunque este extremo también viene recogido en la legislación europea). Más aún, el ministro Schillaci ha explicado que estas harinas serán prohibidas para la elaboración de productos “típicos” italianos como la pasta y la pizza, aunque sobre este punto hay menos claridad.

“Es fundamental que estas harinas no sean confundidas con la gastronomía Made in Italy”, ha dicho, en todo caso, Lollobrigida. “De esta manera, los que quieren comer estos productos lo podrán hacer, pero los que no, y creo que hablamos de la mayoría de los italianos, podrán elegir”, ha continuado el ministro-. En la misma línea, el Gobierno de Roma también ya ha anunciado que planea pedir la inclusión de la gastronomía italiana en la lista de cocinas protegidas por la Unesco, la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

El plantón llega en paralelo a otro proyecto de ley anunciado por el Consejo de Ministros italiano y que también vetaría la producción de carne sintética por “precaución”, junto con la puesta en marcha de multas de 10.000 a 60.000 euros para los que no cumplen con la prohibición. “No existen pruebas científicas excluyentes de efectos nocivos relacionados con el consumo”, ha argumentado Schillaci. Sin embargo, esta última propuesta, aún no en vigor pues tiene que recibir el visto bueno del Parlamento, ya ha recibido diversas críticas pues no prohíbe la importación de estos productos y tampoco está claro a qué se refiere con carne “sintética”, ya que una de las técnicas más eficaces y usadas hoy para la elaboración de estos alimentos es la producción a partir de células madres de seres vivos.

Recursos limitados

El tema plantea además interrogantes más globales. En un reciente documento, la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) explicaba por qué, en un mundo en el que la producción agrícola ya está bajo presión y los recursos naturales son cada vez más limitados, los insectos comestibles pueden ser una solución. 

El organismo citaba en particular cuatro motivos para justificar su postura. El primero de ellos: estos productos “ofrecen energía, grasa, proteínas y fibra y, según el insecto, pueden ser una buena fuente de micronutrientes, como zinc, calcio y hierro”. De igual manera, el organismo puntualizó que otras razones son que los insectos comestibles son alimentos infrautilizados, pueden ofrecer nuevas oportunidades económicas y son ecológicamente sostenibles

“Los grillos necesitan 12 veces menos piensos que el ganado para producir la misma cantidad de proteína”, ejemplificó la FAO. Por ello, “la cría de grillos ha evolucionado con rapidez en los últimos años en Asia suroriental”, ha considerado la organización de la ONU. 

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