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Arte&letras

Libros | ‘Llámame Teresa’ de Anna R. Alós, la vida real de una prostituta de principios del siglo XX

La periodista y escritora Anna R. Alós habla en primera persona de su nueva novela, ‘Llámame Teresa’, basada en la vida real de una prostituta de principios del siglo XX en Buenos Aires y Barcelona

Anna R. Alós di

«Estás tardando en acabar tu novela», dije entre risas a Luis Racionero en el barcelonés Dry Martini cuando estaba escribiendo su último libro. «No bromees con la narrativa, es el género más difícil», se molestó mi amigo, lo que palió rápidamente dando un sorbo a su piña colada. Del autor de Cercamón aprendí algo valioso: «Solo escribe, sin pudor, sin pensar en quién te va a leer, solo así te reconocerás en tus palabras». Ahí estaba, precisamente, lo que yo necesitaba escuchar para profanar la hoja del pánico, la primera.

«Nunca he dibujado un esquema, es la narración la que viene a mí para que yo le dé forma»

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¿Cuántas veces habré empezado a escribir una novela y la habré destruido? No era la historia, era yo el problema. Demasiados perjuicios, demasiadas personas en las que pensar, demasiado trabajo diario y facturas por pagar. Hay otra recomendación que seguí llegado el momento, regalo de Antonio Gala: «Escribir es un trabajo, no un hobby, o sea que póngase un horario y quizá así lo consiga». 

Y llegó el momento. Me puse un horario y tuve la osadía de lidiar con la narrativa. Porque lo es, es una osadía. La novela comenzó hace seis años, la tarde que Bibi, mi madre, murió para siempre. Cuando ya sus huesos eran cenizas, contaba a mis hijos, Bárbara y Albert, sentados los tres a la larga mesa de mi cocina, esas anécdotas que forman parte del duelo. La de la cabra que mi padre paseaba de niño y que en el invierno de 1937 encontró cocinada sobre la mesa, la del primo asesinado por no se sabe quién, las piedras que Bibi vestía con retales para simular que eran muñecas... También la de una amiga secreta de la abuela que se llamaba Treseta y que había nacido en Preixens, Lleida. La conocí cuando ella era anciana y yo rozaba la adolescencia. Al preguntar quién era, los adultos se miraban y disimulaban. Guardé la pregunta, y cuando consideraron que tenía edad para escuchar la respuesta supe que había sido una prostituta popular por su belleza, que se había casado con un rico industrial textil catalán y que en la vejez había… ¡Ojo, spoiler! «Has de escribirlo todo, no se pueden perder estas historias», dijeron mis hijos. 

Final en Ibiza

Todos los que me podían informar acerca de Teresa habían muerto, y aun así, sumando anécdotas, pude reconstruir parte de su vida. Otras tres mujeres conviven con ella en las páginas. Dorotea y Lolita, existieron. Verónica, no; la inventé porque mi protagonista necesitaba algo tan necesario como una amiga que se ocupara de lo que ella abandonaba. Es el poder de la narrativa, mejorar la realidad, o empeorarla si es necesario.

Tuve otra recomendación. «Tenga siempre a mano un lápiz, y cuando le sobrevenga una idea escríbala en cualquier lado, rápido». Esta fue de Camilo José Cela y le hice caso, solo que lo escribo en el teléfono. Nunca he dibujado un esquema, ni un plan, es la propia narración la que viene a mí para que yo le dé forma. Así he aprendido algo muy valioso: la venganza se puede controlar. Solo espero que mi gente del más allá, si existe, no entre en cólera por lo que cuento. Por cierto, he mantenido una promesa: no desvelar el nombre de quién fue esposo de Teresa.

Escribí en Barcelona, en el Empordà, en la India, en Dubái, en la Cerdanya, y la terminé en Ibiza. Mi novela viajera, escrita sin pudor, descansa ya.

Llámame teresa Anna R. AlósRoca Libros. 288 páginas. 20,90 euros

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