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Día Mundial contra el Cáncer

Sobrevivir a un cáncer: "Ya no soy la misma persona"

Dos pacientes cuentan cómo han cambiado desde que superaron la enfermedad | La Aecc pide más investigación para llegar al 70% de curación en 2030

A Francisco Amado le detectaron un tumor cerebral hace cinco años. LORENZO CORDERO

"Cuando te dicen que tienes cáncer es como una sentencia de muerte, lo primero que piensas es que te vas a morir. Pero, ¿qué coño nos vamos a morir? ¡Hay que seguir para adelante!". Al menos eso fue lo que pensó Francisco Amado, extremeño de 48 años al que hace cinco esta enfermedad irrumpió en su vida sin avisar. Y le dio la vuelta. Le pasó un 2 de enero, de madrugada. Dormido, sufrió un ataque convulsivo. Fue tan fuerte la tensión que alcanzaron sus músculos que le fracturó los dos hombros y la pelvis. Era la primera vez que le pasaba.

En el hospital, tras varias pruebas, le detectaron un tumor en el cerebro. Le operaron de urgencia. "No me lo creía, era como estar viviendo una película. Lo primero que pensé es que se habrían confundido en el diagnóstico. Siempre he seguido una vida sana y prácticamente no conocía a mi médico de cabecera. La primera vez que entré en un hospital lo hice por la puerta grande", bromea. Reconoce que sintió miedo. Tras la operación, en la que le extirparon solo parte del tumor, llegaron la quimioterapia y la radioterapia, para lo que le derivaron a Madrid porque necesitaba una maquinaria más precisa para atacar su tumor (entonces ni si quiera había este tratamiento en Cáceres, donde vive, ahora ya sí). Y todo esto en silla de ruedas, pues las fracturas que sufrió tardaron meses en curarse.

Ahora está limpio de células tumorales, aunque en su cerebro continúa parte de la masa que generó su cáncer porque no pudieron extraerla. El sitio en el que se encontraba era de difícil acceso y maniobrar en esa parte conllevaba un riesgo vital importante. Así que ese tumor sigue ahí pero dormido, apagado por las sesiones de radioterapia, como si no existiera. Puede hacer vida normal aunque su vida, dice, ya nunca será la misma. "Es mucho mejor". "Esta enfermedad no significa esperar el fin. Yo soy como los atléticos, esto es una segunda oportunidad que me ha dado la vida, estamos en tiempo de descuento y a mí ya no me para nada", reconoce.

La sombra del cáncer

«Esto es una segunda oportunidad, estamos en tiempo de descuento y a mí ya no me para nada»

Francisco Amado - SUFRIÓ UN TUMOR CEREBRAL

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También hay momentos malos porque la sombra del cáncer siempre está. "Es como la muerte de un familiar, aprendes a sobrellevarlo y sigues con tu vida, pero no se te olvida", dice. Y por eso, por si por si acaso vuelve esa sombra, intenta no dejar nada pendiente: Jugar al golf era algo que siempre le había atraído y ahora lo practica. Y no para de viajar. Es motero. Sus vacaciones consisten en subirse a su moto con su mujer y perderse por Europa durante días. El del pasado verano fue a Cabo Norte (Noruega), uno de los sitios a los que se prometió que viajaría cuando se recuperara. Cuando llegó, se fotografió junto a su moto con una camiseta de la Asociación Española contra el Cáncer, lo necesitaba para dar por cerrada esa etapa. El cáncer le ha enseñado además a cambiar el chip. A valorar la vida. "Valoro más las cosas. Antes no le daba valor a tomarme un café o una caña con un amigo», asegura mientras planea su próxima escapada. No suelta las maletas.

Cada hora se diagnostican 32 casos. En 2030, 1 de cada 2 hombres y 1 de cada 3 mujeres lo sufrirá

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Lo mismo Rebeca Rivero (44 años), a quien hace tres años le diagnosticaron un cáncer de mama, en plena pandemia. Fue ella misma la que se detectó un bulto en el pecho, unos días después de iniciarse el confinamiento. Al principio no le dio importancia, a pesar de que su madre ya había pasado por lo mismo, hacía justo diez años. En mayo, dos meses después, acudió a su ginecólogo privado. La exploró y, aunque durante la consulta no hablaron de cáncer, ella intuía que su médico había visto algo raro. "Ese día fue el peor. No pude dormir. Pasas mucho miedo porque no sabes hasta dónde puede haber llegado el cáncer y tu cabeza y el miedo es libre. Más cuando se trata de una palabra como el cáncer, tan ligada a la muerte. Se te pasa por la cabeza que puede que no llegues a contarlo", recuerda. Aunque reconoce que sufrió más el cáncer de su madre que el suyo. El miedo entonces fue mucho mayor.

Los cambios físicos

Lo suyo fue muy rápido. Esa misma semana le realizaron una biopsia. Y al mes llegaron los resultados que confirmaron la sospecha. Pero traían buenas noticias: El suyo era un tumor de crecimiento lento y el de menor riesgo. "El cáncer de mama tiene mucha investigación y muchos avances. Los oncólogos te dicen que ya tienes que dar gracias a que el cáncer que te toque sea el de mama porque hay tratamiento", apunta. Luego siguió la operación, en la que le extirparon una mama (pasó por otras dos más para reconstruirle el pecho y darle forma) y quimioterapia y radioterapia.

Lo que peor llevó fueron los cambios físicos. Los oncólogos le advirtieron de que solo había un 1% al que no se le caía el pelo a los 15 días de recibir la primera sesión de quimioterapia. A ella se le cayó el día 16. «Tenía mechones en la almohada, en la bañera, en las manos... Me dolía el estómago de los nervios», recuerda. Aguantó dos días. Y se rapó. «Que se me cayera el pelo me hacía sentir enferma, era un rasgo de enfermedad y lo que acarrea con respecto a la sociedad, vas con pañuelo y la gente se gira, la gente te mira, la gente te pregunta. Es un signo identificativo de que tienes cáncer y das pena», comenta. No le gustaba.

El trance duró diez meses, los que estuvo de baja (es educadora social). Y ahora, tres años después, sigue limpia. Con tratamiento y revisiones, pero curada. Ya no es la misma. «"No te voy a engañar, no somos heroínas pero esto es una enfermedad dura. No soy la misma persona, es imposible ser la misma persona", asiente. Pero sí es más feliz. Ese es su reto de cada día. "Antes me estresaba mucho, me anteponía a las situaciones y me preocupaba por cosas que nunca llegaban a suceder pero ahora intento ser feliz día a día, sé que la vida puede acabar en cualquier momento, entonces, al ser tan consciente de eso, ahora disfruto mucho más".

Reconoce que eso de ser feliz lo había intentado en su vida antes del cáncer y nunca lo logró. "Nunca conseguí cambiar el chip, lo había intentado pero nunca le había dado importancia a la salud. Cuando cumplí 40 años pensé, estoy en la mitad de mi vida, me quedan, mínimo, otros 40. Y de repente, al año siguiente, me diagnostican un cáncer de mama. Y me dije no Rebeca, estás muy equivocada, la vida puede acabar ya", insiste. A ella esta enfermedad le ha hecho, asegura, "mejor persona, más sensible y más empática". "El mensaje es que el cáncer está ligado a la muerte y hay que cambiar el chip. Hay cánceres más agresivos pero no todos son muerte", insiste.

El de Rebeca y el de Francisco son dos de los 32 casos de cáncer que se diagnostican cada hora en España, donde esta enfermedad es la segunda causa de muerte. En 2030 uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres lo sufrirán. Hoy es el día mundial contra esta enfermedad y el Estado ha declarado la iniciativa ‘Todos Contra el Cáncer’ como Acontecimiento de Excepcional Interés Público, (2022-2024). Para la Asociación Española Contra el Cáncer (Aecc) es una oportunidad "sin precedentes para concienciar y movilizar a la sociedad española sobre la importancia de sumar los recursos y las capacidades de todos en torno a un gran programa de acción contra el cáncer, que incremente los recursos disponibles para proyectos de prevención, investigación, atención y divulgación".

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