Descubrimiento científico

La historia de los neandertales 'madrileños' que utilizaban cráneos como trofeos de caza

Una excavación del yacimiento de Pinilla del Valle (Madrid) desvela un santuario de caza inédito repleto de 'tesoros' neandertales

Un equipo de investigadoras analiza uno de los ’trofeos’ hallados en el santuario de caza neandertal.

Un equipo de investigadoras analiza uno de los ’trofeos’ hallados en el santuario de caza neandertal.

Valentina Raffio

Hace más de 40.000 años, en la zona que ahora conocemos como Pinilla del Valle (Madrid), un grupo de neandertales erigió en el fondo de una escarpada cueva su propio santuario de caza. Allí empezaron a Allí empezaron a custodiar 'trofeos' como cráneos de bisonte, ciervos y rinocerontes cuidadosamente tallados siguiendo un mismo patrón. Ahora, decenas de miles de años más tarde, el hallazgo de estas reliquias desvela la historia inédita de esta población de 'neandertales madrileños' y, según esgrimen los expertos, se confirma una vez más la increíble capacidad de los neandertales para crear sus propios símbolos y transmitir su legado de generación en generación. 

La historia de este descubrimiento, publicada este jueves en la revista científica 'Nature Human Behaviour', ha sido descrita como una de "las más excepcionales" de los últimos años. Y no tanto por el estudio del yacimiento en sí, sino por todas las pruebas que apuntan al valor simbólico de los restos hallados. Según desvelan los científicos que han liderado este análisis, encabezado por el célebre paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, estos neandertales guardaban cuidadosamente algunos de los cráneos de sus presas de caza para después convertirlos en trofeos para su santuario. 

Todo apunta a que estos habitantes prehistóricos de los valles madrileños incluso seguían una misma técnica para ensamblar sus trofeos. Los cráneos de los animales, en su mayoría de grandes herbívoros que por aquel entonces pululaban por la Península Ibérica, eran manipulados con herramientas líticas para extirpar los sesos (y las partes blandas) y dejar solo la estructura ósea. También eran modificados para quitar la mandíbula y el maxilar superior y, a su vez, para ensalzar la parte de los cuernos y las astas del animal. Así pasaban de ser simples carcasas a verdaderas insignias culturales.

Valor simbólico

El proceso de creación de estos trofeos de caza no era casual. Según explica el equipo de arqueólogos que ha liderado su estudio, el hecho de que esta población de neandertales dedicara tiempo y esfuerzo a forjar estas insignias es una muestra más de su capacidad para otorgar un valor simbólico a una serie de objetos y prácticas (algo que, por cierto, hasta hace poco solo relacionábamos con la aparición de los 'sapiens'). La creación de estos trofeos, de hecho, no fue esporádica sino que parece haberse transmitido a lo largo de generaciones de neandertales.

Esta misma conclusión también fue esbozada tras el hallazgo de las últimas 'joyas neandertales' de la Península Ibérica, rescatadas hace unos cuatro años en la conocida como cueva Foradada, cerca de lo que hoy en día conocemos como Calafell (Baix Penedés). Ya entonces, el hallazgo de unos ornamentos elaborados con garras de águila apuntó, por un lado, a que los neandertales tenían "una simbología compleja, capacidad de abstracción, lenguaje articulado" y, por otro lado, a un cierto afán por consolidar una "cultura simbólica común" tanto en el momento como de cara a las generaciones venideras.

"Algo inédito"

El estudio de este yacimiento arqueológico madrileño ha abierto la puerta a seguir investigando la cultura de los últimos neandertales de la Península Ibérica. Según explica Rosa Huguet, investigadora del IPHES-CERCA, professora de la Rovira y Virgili y coautora del artículo, "las características del conjunto publicado sugiere que los neandertales daban a los animales que cazaban un significado más allá del propiamente subsistencial". "Esto es algo muy singular ya que la acumulación intencional de cráneos en un enclave así es un hecho inédito hasta el momento", concluye la investigadora.

La excavación del santuario de caza 'madrileño' que protagoniza esta noticia arrancó hace más de dos décadas. El yacimiento de Pinilla del Valle empezó a explorarse en el año 2022, justo después de que la zona fuera declarada como bien de interés cultural. Desde entonces, durante más de veinte años, durante todos los veranos un equipo de arqueólogos se personó en el lugar en busca de restos de poblaciones pasadas. Hacia el año 2009, el descubrimiento de una larga galería (que en su día fue una cueva resguardada) abrió la puerta al hallazgo de este fascinante sitio arqueológico.

Suscríbete para seguir leyendo