Ahorrar en gasolina se ha convertido casi más en una necesidad que en una meta. Si hace meses ya que los consumidores sienten una importante merma en su cuenta bancaria cada vez que tienen que llenar el depósito la invasión rusa de Ucrania ha supuesto un paso más en el encarecimiento de los combustibles que en casi todas las estaciones de servicio del país han aumentado sus precios y en muchos casos ya superan los 2 euros por litro en lo que a gasolina se refiere con un gasoil no muy alejado de estas cifras.

Uno de los primeros impulsos a la hora de ahorrar por parte del consumidor puede ser el de acudir a una de las denominadas “gasolineras low cost” que hay repartidas por todo el país. El problema, señalan algunos expertos en motor, es que ni la calidad del carburante es la misma ni su rendimiento. Es decir… no te cunde lo mismo que otro tipo de carburantes.

La segunda opción para ahorrar sí que se ha demostrado que es efectiva al cien por ciento. Se trata de un truco que ya aplican miles de conductores. Y no es otro que el de levantar el pie del acelerador. Podemos verlo con un ejemplo práctico. Conducir un coche a 120 kilómetros por hora gasta una media (hablamos de un modelo diésel con 10 años de antigüedad) de 6,5 litros a los 100. Si bajamos un poco la aceleración y vamos a 100 kilómetros por hora en el mismo trayecto el gasto se reduce hasta los 4 litros a los 100. Es decir: con cada viaje ahorramos casi medio viaje más. Cada dos veces que hagamos el trayecto tendremos una tercera gratis sin tener que reducir nuestros viajes pero, eso sí, bajando considerablemente nuestras visitas a la gasolinera.

El truco no es nuevo. Ni mucho menos. Hace varios años, cuando hubo otra gran crisis del petróleo, el gobierno central del por aquel entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero, llegó a bajar la velocidad en las autovías a 120 a 100 kilómetros por hora para obligar a todos los españoles a que consumieran menos combustible y por lo tanto se ahorrara. El problema es que, obviamente, de aquella hubo que cambiar (y solo para unos meses) los carteles de velocidad máxima de todas las autovías de España y eso suponía, tal y como se quejaban muchos conductores, un importante gasto de dinero público.