Historia

Un ‘Katiuska’ como el que bombardeó al ‘Deutschland’ en Ibiza

El ibicenco José María Prats ofrece una conferencia sobre el bombardero SB-2 durante la presentación oficial en La Sénia de la réplica exacta de ese modelo soviético, con el que fue atacado el acorazado alemán ‘Deutschland’ en Ibiza en el año 1937

José María Prats ofrece la charla en el hangar de La Sénia donde está la réplica del ‘Katiuska’. | D.I.

José María Prats ofrece la charla en el hangar de La Sénia donde está la réplica del ‘Katiuska’. | D.I. / José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Justo cuando escribía ‘El bombardeo del acorazado Deutschland’, José María Prats Marí se enteró de que en La Sénia (Tarragona) estaban construyendo una réplica de uno de los protagonistas de aquel libro: un Tupolev SB-2M-100A ‘Katiuska’, el bombardero de alta velocidad (Skorostnoi Bombardirovschik) que el 29 de mayo de 1937 atacó al buque de guerra alemán que estaba anclado en la bocana del puerto de Ibiza. Y allí fue a verlo: «Quería comprobar su tamaño natural para poder describirlo. Quería meterme dentro de él para notar las sensaciones que tenía el piloto a sus mandos». Se lo encontró a medio construir por el alcalde de La Sénia, José Ramón Bellaubi, marino mercante, escritor, expropietario de una fábrica de muebles, «manitas», expresidente de la Associació del Camp d’Aviació de la Sénia y miembro del Centre d’Aviació Històrica. Bellaubi, que ya había hecho la réplica de un Polikarpov I-16 ‘Mosca’, estaba en esos momentos armando, con madera y aluminio, el esqueleto del ‘Katiuska’.

Prats, a la izquierda de la imagen, junto al alcalde de La Sénia, en medio. | D.I.

Prats, a la izquierda de la imagen, junto al alcalde de La Sénia, en medio. | D.I. / José Miguel L. Romero

Tras aquella visita, Bellaubi le dijo a Prats que en cuanto estuviera listo el ‘Katiuska’ le llamaría para que diera una charla sobre ese bombardero. Hace un mes lo acabó (o casi, pues está a falta de algunos detalles; actualmente está trabajando en un Bf-109). El pasado sábado, 26 de noviembre, y con motivo de la presentación del SB-2 replicado, Prats, capitán de navío en la reserva y expiloto de la aviación naval, ofreció una conferencia en la que contó cuál fue la contribución de aquel formidable avión soviético en la Guerra Civil y tan ligado a la historia de Ibiza. Entre los 200 asistentes había descendientes de algunos de los pilotos españoles que volaron en los SB-2. Uno acudió desde Francia.

El SB 2 construido en La Sénia. | D.I.

El SB 2 construido en La Sénia. | D.I. / José Miguel L. Romero

El ‘Katiuska’ permitió a los soviéticos «poner en práctica las nuevas ideas militares concebidas en el periodo de entreguerras», concretamente, «la doctrina de la batalla profunda», explicó Prats en esa charla: «La doctrina de la batalla profunda surge tras la Primera Guerra Mundial, donde se produjo una parálisis estratégica de los dos bandos, en una guerra de trincheras y en grandes pérdidas humanas. Se dieron cuenta de que la guerra no podía basarse en intentar destruir al ejército enemigo. Los objetivos debían ser otros: los centros del poder del adversario. Había que atacar la voluntad de lucha, desmoralizar, separar el centro de mando del brazo ejecutor. Había que arrasar las vías de comunicación, los centros de mando y control, los centros logísticos y de abastecimiento, y conseguir superioridad aérea». Y para eso nada mejor, en ese momento, que el SB-2: «Era un avión muy rápido, el que más de su época. No necesitaba escolta de cazas al principio... hasta que llegaron los Bf-109 alemanes». Pero tenía defectos: «Al ser muy rápido tenía poca cuerda alar. Las alas eran muy estrechas, de manera que su pilotaje no permitía fallos. Si iba muy rápido, no había manera de aterrizarlo. Si iba muy lento, se desplomaba. Había que ser muy buen piloto, de ahí que se perdieran tantos al principio, porque no sabían cómo volarlo». Muy vulnerable, de alto mantenimiento y difícil de volar, se estrenó en la Guerra Civil española.

El ‘Katiuska’ permitió a los soviéticos «poner en práctica las nuevas ideas militares concebidas en el periodo de entreguerras», concretamente, «la doctrina de la batalla profunda», explicó Prats en esa charla

Tripulaciones rusas delante de un SB-2. | D.I.

Tripulaciones delante de un SB-2. | D.I. / José Miguel L. Romero

El alcalde de La Sénia comenzó a hacer la réplica del ‘Katiuska’ «tras encontrarse restos de los que cayeron» en aquella localidad, que hasta 1938 fue un aeródromo republicano: «Lo ha hecho a tamaño natural, con aluminio y madera, como los originales. Parece de verdad. Incluso el embajador de Rusia le envió repuestos y ruedas originales del SB-2».

Ruedas: desde Rusia con amor

Cuando Yuri Korchagin, embajador ruso en España hasta el pasado mes de octubre, visitó La Sénia hace cuatro años, su alcalde, José Ramón Bellaubi, aprovechó para pedirle algo que, en principio, debió extrañar al diplomático: unas ruedas originales de un SB-2. Korchagin fue a La Sénia para rendir homenaje a un ruso que murió y está enterrado allí. «Las ruedas originales —comenta el alcalde por teléfono— son difíciles de encontrar. Pero se lo apuntó. Al cabo de dos meses las tenía». En 2021, el embajador volvió: «Y le pedí unas hélices». No han llegado, quizás porque con la guerra de Ucrania «ya no somos tan amigos».

Bellaubi ha sido piloto (de ahí su afición por la aviación histórica), marino mercante y estuvo al frente de la industria de muebles de su padre desde que este murió en un accidente. Se describe como «un manitas» que ha aprendido la carpintería «al construir los aviones. No tenía experiencia». Empezó a hacer réplicas tras conseguir (antes de ser alcalde) que el Ayuntamiento restaurara la antigua casa de mando del aeródromo de La Sénia y que fuera museizado. A raíz de una exposición empezó a recrear la cabina de un Polikarpov I-16 ‘Mosca’: «Le fui cogiendo gustito y acabó convertido en un avión. No vuela, pero tiene hélices originales, instrumentos, motor… Y parece que ha volado». Invirtió ocho años en él. En el SB-2, una década: «Y aún faltan algunas cosas, como los alerones».

Sus proyectos (como recuperar un Bf-109) «no son proyectos». Lo aclara: «Los empezamos y los acabamos cuando sea, pero divirtiéndonos. Todo a base de diversión, de tranquilidad y de que si tenemos cuatro euros los invertimos en aluminio y vamos haciendo. Y si no, nos sentamos delante a mirar el avión y a tomarnos una cerveza». Empezó solo a construir el ‘Katiuska’ y luego se sumaron Heribert García y Albert Huguet.

«Nada más llegar a España —contó Prats en la charla—, se empleó a los ‘Katiuskas’ para intentar interrumpir el paso del Estrecho, para lo que bombardearon, ya a finales de octubre de 1936, el campo de aviación de Tablada (Sevilla), donde aterrizaban los Junker del general Francisco Franco con los soldados que traía desde África». Además, bombardearon todos los aeródromos del bando nacional que había alrededor de Madrid, «como los de Toledo, Salamanca, Ávila y Segovia, para destruir su aviación y evitar así que Franco concentrara su Ejército de África sobre Madrid». Y lo consiguieron: «Franco intentó entrar en la capital por el Oeste, por la carretera de la Coruña y por la de Burgos, pero no pudo. Y quiso entonces hacerlo por Guadalajara con la ayuda de los italianos, pero ahí los ‘Katiuskas’ pillaron a un convoy italiano compuesto por 500 camiones, una división. Los bombardearon continuamente, para lo cual fueron relevándose los SB-2. Destruyeron la división. Y eso provocó que Franco se diera cuenta de que no podría tomar Madrid aún y cambiara de objetivo. Miró hacia el Norte, a su industria».

En ‘misión especial’

Los ‘Katiuskas’ de la ‘Misión Especial del Gobierno Soviético en España’ (denominación similar a la que ahora emplean los rusos en Ucrania) apenas operaron en el Norte: «Estaban demasiado lejos de sus bases en Albacete. Demasiado riesgo, pues sobrevolaban territorio nacional. Apenas contribuyeron. Pero sí lo hicieron en la zona de defensa de Málaga y Almería, además de dedicarse a buscar a los cruceros nacionales ‘Baleares’ y ‘Canarias’, que interceptaban el material que suministraba la URSS a España desde el Mar Negro». Por eso un SB-2 bombardeó al ‘Deutschland’ que estaba anclado en el antepuerto de Ibiza: «Porque se equivocaron pensando que era el ‘Canarias’». El piloto Nikolai Alekseevich Ostryakov, el navegante-observador y ametrallador Giorgy Levinsky Korneevich y el ametrallador de cola Vasili Andreevich Lobozova (cuyos nombres averiguó Prats después de décadas en las que se creía que habían sido españoles los que estaban al mando de aquel avión), casi adelantan el inicio de la Segunda Guerra Mundial al bombardear al acorazado ‘Deutschland’.

La República inicia entonces la ofensiva de Aragón (invierno 1937-1938) «para evitar que Franco se dirija de nuevo hacia Madrid tras tomar el Norte: «Los ‘Katiuskas’ vuelven a entrar en acción, pero hay un problema: los pilotos asesores rusos ya se han ido de España. La estrategia militar rusa de atacar centros de mando y logísticos y concentraciones de tropas ya no se sigue. Los españoles se quedan al mando y, en vez de dedicarse a bombardear esos objetivos, se limitan a dar apoyo a tropas desde el aire con un avión que no estaba diseñado para eso. Y para colmo los Bf-109 alemanes, mucho más evolucionados y rápidos que los primeros que llegaron, dominan el aire y se dedican a cazar como a patos a los SB-2».

Franco aplica entonces las teorías de la guerra relámpago alemana de Heinz Guderian y cruza rápidamente Aragón hasta el Mediterráneo, hasta Vinaroz. El frente queda dividido en dos. Es el momento en el que los republicanos «sacan a los ‘Katiuskas’ de La Sénia. Los mandan a Reus y Albacete». La Legión Cóndor, alemana, se hace cargo de ese aeródromo.

Los 20 ‘Katiuskas’ que quedan son trasladados a Albacete, donde son escondidos entre árboles: «Sin volar. Si alguno se atreve a alzar el vuelo, lo tumban los aviones de la Legión Cóndor»

Los 20 ‘Katiuskas’ que quedan son trasladados a Albacete, donde son escondidos entre árboles: «Sin volar. Si alguno se atreve a alzar el vuelo, lo tumban los aviones de la Legión Cóndor». En diciembre de 1938, el jefe de la aviación republicana, Ignacio Hidalgo de Cisneros, visita a Stalin y come con él. Le pide más aviones: «Le envía —tal como detalló Prats en la conferencia— dos grupos de bombarderos Súper Katiuskas (SB-2 Mod 103), el último modelo, pero no por el Mediterráneo, que ya dominaba Franco, sino por el Atlántico, desde Murmansk. Llegan al Havre y a Burdeos (Francia). Y desde allí a la frontera española en camiones, donde Andrés García Lacalle, comandante de la fuerza de caza republicana, detiene el envío: ¿para qué, en plena desbandada, llevarlos a España si no podrían ni montarlos? Decide devolvérselos a Stalin».

En total hubo tres envíos, de 31 aviones SB-2 cada uno, 93 en total». Al final de la guerr, «quedan 20. Algunas fuentes hablan de que eran sólo 14 o 17»

En total hubo tres envíos, de 31 aviones SB-2 cada uno, 93 en total: «En cada lote había una unidad entera, un grupo de bombarderos, constituido por dos escuadrillas de 15 aviones ‘Katiuska’ más el del jefe». Al final de la guerra, «de los 93 sólo quedan 20. Algunas fuentes hablan de que eran 14 o 17». Entonces, «los jefes del bando republicano se reúnen con los del bando nacional en marzo de 1939 para negociar la rendición. Quedan en que traigan todos los aviones a Barajas para entregarse». No todos lo harán. Tres de aquellos SB-2 escapan a Orán (Argelia francesa, entonces). Sus tripulaciones no regresarán a España hasta 1966, tras exiliarse algunos a México. Las tripulaciones que se entregan (17, en teoría) en Barajas acaban en la cárcel, donde permanecerán una temporada: «Los ‘Katiuskas’ son pintados con los colores del bando nacional y se los llevan de nuevo a Albacete, donde crean la 13ª Escuadrilla de Bombardeo Estratégico nacional. Pero ya eran chatarra, estaban muy superados por los Bf-109 y los Heinkel», concluyó la charla el ibicenco, que próximamente ofrecerá otra en Tarragona sobre el arma aérea de su época, de cuando estuvo a bordo del portaviones ‘Príncipe de Asturias’.

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