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Basura espacial

No es la primera vez que el mundo contiene la respiración por la caída descontrolada de un cohete espacial

En los últimos dos años, esta es la cuarta ocasión en que los restos de un vehículo espacial amenazan con estrellarse contra la superficie terrestre

Imagen de un lanzamiento de un cohete espacial. EFE

España ha sido testigo de un fenómeno sobre el que la comunidad científica lleva tiempo alertando: el peligro de la caída descontrolada de enormes piezas de basura espacial sobre la superficie terrestre. Este viernes, la reentrada desbocada de los fragmentos de un cohete chino ha obligado a cerrar buena parte del tráfico aéreo españolNo es la primera vez que el mundo contiene la respiración por algo así. En los últimos dos años, esta es la cuarta vez que los restos de un vehículo espacial chino amenaza con estrellarse en zonas pobladas del planeta o, al menos, muy cerca de ellas.

Todos los incidentes de este tipo detectados en los últimos años tienen que ver con el mismo proyecto. China está construyendo una estación espacial propia para desvincularse de la plataforma internacional compartida con Europa, Estados Unidos y Rusia. Para ensamblar este monumental proyecto, la agencia espacial china ya ha realizado cuatro lanzamientos con su gigantesco cohete Long March 5B: un vehículo espacial de más 56 metros de altura y unas veinte toneladas de peso. Las misiones científicas en sí se han zanjado con éxito, pues han logrado poner en órbita y ensamblar varios módulos de la futura estación. ¿Pero qué pasa con el cohete espacial una vez ha finalizado su misión? Es ahí donde empieza el problema.

El destino final de este tipo de misiones es claro. Cuando el cohete finaliza su cometido, se desintegra. Una parte de los restos se quedan flotando por el espacio (y se convierten en la conocida como basura espacial). Otros, atraídos por la gravedad terrestre, reingresan a la atmósfera. Las piezas más pequeñas se desintegran de manera fulminante. Las más grandes caen en algún punto del planeta. La inmensa mayoría se pierden en el océano. La probabilidad de que alguno de estos restos caiga en zonas pobladas del planeta es tan remota que, según calculan los expertos, es más probable que te toque la lotería que verte golpeado por un objeto espacial.

El 11 de mayo de 2020, mientras media humanidad estaba confinada por la explosión de la pandemia de covid-19, los restos del primer cohete espacial enviado para ensamblar la estación espacial china cayeron sobre una aldea africana. El 9 de mayo de 2021, los restos del segundo lanzamiento cayeron cerca de Maldivas. El 30 de julio de 2022, el tercer vuelo provocó una lluvia de escombros cerca de Indonesia y Malasia. El cuarto y último lanzamiento ha sobrevolado el territorio español, aunque todavía no está claro dónde caerá exactamente. De ahí la inquietud de los expertos.

Sin leyes

En estos momentos, según denuncia la comunidad científica, no existen ni leyes ni tratados internacionales para regular este tipo de sucesos. Tampoco existe ninguna normativa que, de manera clara, obligue a las agencias espaciales a hacerse responsables de los posibles daños causados por los restos de sus misiones (ya sean los costes derivados del cierre temporal del tráfico aéreo o de las averías causadas por un eventual impacto).

Otra de las quejas que están sobre la mesa es la falta de transparencia de China en todo este proceso. Ni la agencia espacial ni ningún otro organismo oficial del gobierno se ha pronunciado oficialmente sobre la caída descontrolada de los restos de su misión (excepto para reprochar los "comentarios exagerados" que se están difundiendo en los países occidentales). El seguimiento de los restos está siendo realizado por entidades independientes.

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