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Fiestas

Día de Todos los Santos en Ibiza: ‘Panellets’ contra calabazas

La venta de disfraces para las fiestas de Halloween ya supera a la de Carnaval

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'Panellets' en la pastelería Can Coves. Vicent Marí

A pesar de que la fiesta se implantó por estos lares cuando ella ya era adulta, Lina Marí tiene bien claro por qué Halloween ha arrinconado al Día de Todos los Santos: «Todo lo que sea fiesta es bienvenido y, además, a los niños les encanta», asegura en la cola de Can Vadell. Nada que ver con la opinión de otro cliente que sale de esta pastelería con cerca de un kilo de panellets y que frunce el ceño cuando se le pregunta por la tradición importada en los últimos lustros: «Esto de Halloween es una tontería que no sé de dónde viene y que es un desastre», responde, cortante, mientras sigue su marcha.

Pero hay un dato más que revelador del arraigo de la festividad de origen anglosajón por estos lares. En la popular tienda de disfraces La Cucaña, ya hace seis años que Halloween supone la época con más carga de trabajo de todo el año, por encima incluso del carnaval.

Los disfraces

«Llevamos desde el lunes pasado con la misma intensidad», confiesa la propietaria, Damaris Ortega, con una riada de clientes hormigueando por el establecimiento. De hecho, un vigilante se encarga de regular el acceso ante la permanente cola que se forma en la entrada de la calle Aragón.

Durante la semana pasada, los niños copaban la atención en La Cucaña, sobre todo a la salida del colegio por las tardes. La demanda de trajes infantiles suele ir marcada por el cine fantástico, «pero en las últimas temporadas no ha salido ninguna película que haya marcado tendencia», explica Ortega.

Por ello, Harley Quinn del ‘Escuadrón Suicida’, ‘Los Payasos Asesinos’, ‘It’ o ‘La Novia Cadáver’ siguen siendo los principales referentes, junto a las calaveras de las catrinas del Día de Muertos de México. En cambio, a pocas horas de la noche de Halloween, son los jóvenes y los adultos los que llenan la tienda. Lo que más piden son lentillas de colores y maquillaje, «lo fácil para ir después de fiesta», apunta Ortega.

Marc Boned y Aurora Marí, de 19 y 18 años, buscan pintura blanco para maquillarse una calavera antes de salir por la noche. Ambos aún conocen las tradiciones de sus antepasados en Tots Sants, como la trencada de fruits secs. «A mis padres y abuelos no les gusta que se pierdan estas tradiciones», admite Boned.

Juana Ramírez, de 65 años, se lleva un disfraz de bruja para su nieta Elia, de cuatro. Pese a la brecha generacional, la abuela disfruta igualmente de Halloween. «Aunque ahora no me disfrazo a mí me encanta. Desde que se puso de moda, siempre me maquillaba y me vestía con lo que tuviera en casa, como en carnaval».

Mercat Nou

Los pasillos del Mercat Nou también se han engalanado para la ocasión con calabazas de Halloween, telas de araña o calaveras. Pero el ambiente queda lejos del ajetreo típico de una víspera de festivo, ya que, al habitual cierre de las pescaderías en lunes, se suma que numerosos puestos han aprovechado para hacer puente. No es el caso del Forn Can Coves, lleno de gente mayor. Vienen a por los panellets, elaborados con una masa de almendras, azúcar, patata o boniato hervido, huevos y ralladura de limón.

Los dulces tradicionales de estas fechas se decoran con piñones o almendras, aunque ahora se combinan con otros de café, fresa o coco. Margalida Guasch los preparaba ella misma en años anteriores, pero ahora prefiere comprarlos por comodidad. Guasch se lleva una bandeja solo de dulces con piñones, pero «la mayoría suele llevarse unos cuantos de todas las variedades», explica María José de Dios. La dependienta confiesa estar sorprendida por «el ansia de panellets» pese la subida de su precio. Cabe tener en cuenta que, en las pastelerías de la ciudad, los más caros, los de piñones, cuestan entre 30 y cincuenta euros el kilo, según la procedencia del fruto.

Impulso a la literatura

Además de la parte lúdica y gastronómica, estos días de homenaje a los difuntos también pueden servir para fomentar la lectura reivindicando la narrativa fantástica y de terror. Así, en la librería El Barco de Papel, librería especializada en libros infantiles, destaca estos días una exposición de las obras de este género.

«Aunque a algunos niños les da miedo, suelen tener una curiosidad innata por esa alteración que les producen los temas tenebrosos», destaca Katerina Segarra. «Uno de los libros más vendidos para los niños que se inician en la lectura se llama ‘La Casa de los Monstruos’, de Maggie Bateson, apostilla».

Igualmente, la librería Sa Cultural aprovecha la festividad para sacar todo su catálogo de literatura gótica, con especial atención a los clásicos, como Edgar Allan Poe, Lovecraft, Stephen King o la colección de la editorial Valdemar. «Ayuda a que se venda un poco más, aunque está lejos de Sant Jordi o Navidad», precisa Pedro González, que recibe la visita de dos niñas vestidas de diablesas. Son Paula y Emma, que reclaman al librero unas chucherías exclamando «truco o trato».

Aunque ahora se haya impuesto este lema de Halloween, Lina Marí, en la cola de Can Vadell, recuerda que, de pequeña, también se iba de puerta en puerta por las calles de Vila recitando «que teniu res per ses ànimes?». «Ni manco pes cossos», respondían los adultos. «Idò mal se us caigui es cul a trossos», remataban los niños.

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