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Festejos patronales de es Cubells

Fiestas en Ibiza: ‘Bunyols’ con la receta de ‘sa mamà’

Paca Marí imparte un taller sobre cómo elaborar los ‘bunyols’, en su caso siguiendo al pie de la letra la receta de su madre, Catalina Ferrer, con motivo de las fiestas patronales de es Cubells, en las que además actuó la Musicaires Jazz Band

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Mercado artesanal en las fiestas de es Cubells

No es sencillo ser contrabajista, sobre todo desplazarte por el mundo con ese enorme instrumento. Todo es más fácil, claro, si tienes un ukelele o un violín. Pero Chema Pellico toca el contrabajo desde que le dijeron que tenía alma de contrabajista, que es como tener un llaüt y que te digan que lo tuyo es llevar el timón de un portaviones. Cada vez que tiene un concierto, como este domingo en es Cubells, primero ha de meterlo en su furgoneta, una Ford Tourneo Courier que adquirió exprofeso para transportarlo de un lugar a otro de la isla. Su voluta casi roza la palanca de cambios. Porque en moto o en un Cinquecento es tarea imposible, si bien este madrileño curtido en la calle Manuel Becerra ha visto tutoriales de compañeros de profesión que enseñan cómo encajarlos en un Mini y hasta en un Corsa.

Pellico tiene 75 años y una larga vida haciendo vibrar las cuatro cuerdas, al principio de un bajo eléctrico, hasta que le vieron tocar jazz, le dijeron aquello de su alma y le cargaron con el contrabajo (de segunda mano, de madera y comprado a un cubano, aunque «estaba un poco cascado») de por vida. Cerebrum y Blue Bar fueron sus primeros grupos, con los que tocaba rock progresivo, lo que da una idea de a qué parte del siglo XX nos referimos. En los madriles compaginaba esas bandas con la venta de libros del Círculo de Lectores y el reparto de correo, hasta que hace cuatro décadas vino a Ibiza. Aquí debía vivir en la gloria entonces: «Trabajo no faltaba. Los hoteles no cerraban y podía tocar todo el año, por ejemplo en el Hawaii (bahía de Portmany)». Vivía en la gloria, y de la música. El panorama, asegura, ha cambiado: «Ya no quieren bandas, a lo sumo dúos».

«Trabajo no faltaba. Los hoteles no cerraban y podía tocar todo el año, por ejemplo en el Hawaii (bahía de Portmany)». Vivía en la gloria, y de la música

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Hoy ha tocado con el Musicaires Jazz Band (también forma parte de la Ibiza Jazz Big Band) en el aparcamiento de es Cubells, mientras Paca Marí enseñaba en frente cómo se cocinan los bunyols. Lo ha hecho rodeada de mujeres que ya sabían cómo prepararlos, pues de vez de cuando se oía cuchichear ‘yo así no lo hago, yo echo esto o aquello’. Pero Marí ha continuado a lo suyo, siguiendo al pie de la letra lo que aprendió de «sa mamà», Catalina Ferrer: «Cada familia, cada casa tiene su receta, con sus pequeñas variaciones», ha explicado mientras echaba sobre la harina mezclada con levadura (Royal, de pastelería) la infusión resultante de mezclar el agua de hervir las patatas con anís verde y poleo. En un caballete, sujeto por una pinza de madera, ha colocado una rama de ese aromático poniol, que quienes han pasado por allí han tocado para, luego, olerse los dedos.

¿Cuál era el truqui de sa mamà? Lo piensa y no cae, hasta que se da cuenta de que «quizás» sea esa infusión (metida en una botella de cristal) que acaba de esparcir en el bol, una masa que además rocía con anís El Mono.

A la hora de freír, recomienda «equilibrio», que el aceite (de girasol) no esté demasiado caliente. Y para comerlos, Marí no sigue el consejo de sa mamà: Catalina decía de que había que consumirlos «fríos» para no tener «mal de panxa», pero Paca Marí los prefiere calentitos.

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