«Hemos venido a empaparnos de la cultura ibicenca al máximo», aseguraba Víctor Carrasco, un alicantino que llevaba en la isla de vacaciones desde el martes. Era uno de los muchos turistas que se acercaron a a presenciar una de las fiestas tradicionales más esperadas del verano ibicenco.
Jesús celebró el día grande de sus fiestas patronales con total normalidad a diferencia de los años anteriores a causa de las restricciones de la pandemia, en una jornada marcada por las tradiciones. La mañana se inició con una misa en honor a los difuntos y un pasacalles a cargo de la Asociación Musical Nuestro Padre Jesús Cautivo. Llegadas las 11 horas, tuvo lugar la misa solemne en honor a Nuestra Señora de Jesús. Empezaron a sonar las campanas, que no cesaron hasta finalizar la ceremonia, y una procesión recorrió las calles, antes del ball pagès con la Colla de l’Horta, que animó a los allí presentes.
Para refrescar la mañana se repartió sangría, acompañada de orelletes, que endulzó el día a más de uno: «La misa ha estado muy bien, divertida, pero ahora viene lo mejor: comer y beber», afirmó una vecina de Puig d’en Valls que se había acercado al pueblo vecino para asistir a la misa.
Aunque es una festividad que se celebra cada año, esperan con ganas su llegada: «Nosotros somos de aquí y hay que venir a las fiestas de nuestro pueblo. Hemos venido todos los días de fiesta y esta noche estaremos en primera fila para ver a Joven Dolores», explicaron David Martínez, Andrea Torres, Carla Arroyo y Nadia Alba, un grupo de amigos que había quedado para asistir a los actos.
El desfile de carros puso punto final a la mañana con un recorrido por las calles de la población al compás de la colla de l’Horta, cuyos componentes iban subidos en los carros.
Por la tarde estaba prevista la tradicional ofrenda de frutos, antes del concierto de Joven Dolores que puso fin a la jornada.