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Medusa inmortal

Dido Carrero, investigadora: "Se sabía que esta medusa era inmortal, pero ningún equipo científico hasta ahora ha sido capaz de descifrar su genoma"

"Hay células adultas del animal que vuelven atrás y pueden convertirse en otras diferentes; exploraremos este mecanismo, muy importante para la medicina regenerativa"

La investigadora Dido Carrero. IRMA COLLIN

La ovetense Dido Carrero Muñiz es, junto a su compañera María Pascual Torner, la investigadora principal de un estudio con relevancia internacional y que lleva sello asturiano: la secuenciación del genoma de la medusa inmortal. Un equipo de la Universidad de Oviedo, liderado por Carlos López Otín, ha logrado situar de nuevo al Principado en el mapa de la ciencia mundial y descifrar las claves de la vida eterna que contiene un ser diminuto (de cuatro milímetros) que habita en el mar Mediterráneo y en aguas de Japón.

La joven bióloga molecular Dido Carrero (Oviedo, 1994) lleva dos días recibiendo llamadas telefónicas sin parar. El hallazgo, publicado el lunes en la revista americana "Proceedings of the National Academy of Sciences", ha despertado el interés de muchos medios de comunicación. "Estamos un poco saturadas", afirma la investigadora postdoctoral. Su trabajo, puntualiza, no persigue el sueño de la inmortalidad humana, sino que sienta "una base" para buscar mejores respuestas frente a las numerosas enfermedades que hoy se asocian al envejecimiento.

¿Por qué una medusa y no otro animal?

Nos centramos en esta medusa (Turritopsis dohrnii) porque estaba descrito que era el único animal capaz de revertir de una fase adulta postreproductiva a pólipo (es decir, de rejuvenecer). Sí que hay otros animales que se aproximan un poco a la inmortalidad, como es el caso de la hidra (un diminuto pólipo de agua dulce pariente de las medusas), pero la hidra simplemente se mantiene, mientras que la medusa que nosotros secuenciamos es capaz de volver a un estado anterior. Al leer esta información, Carlos López Otín, junto a otro investigador del grupo, Guillermo Mariño, llegaron a la idea de investigar las claves genéticas que poseía la medusa Turritopsis dohrnii y que le conferían esa capacidad de revertir-rejuvenecer.

Si se sabía que era la única especie inmortal existente en el mundo, ¿por qué no se logró descifrar su genoma hasta ahora?

Es una especie difícil de aislar, de trabajar... Ha sido investigada por muchos grupos, pero nosotros hemos sido los primeros en secuenciar su genoma.

¿Cómo fue el proceso de trabajo: desde la captura de la medusa hasta el análisis de todos sus genes?

Esta medusa vive en aguas del Mediterráneo y de Japón. Mi compañera María Pascual viajó a Italia, a la costa de Santa Catalina, para aislar un ejemplar y traerlo a Asturias en una furgoneta manteniendo unas condiciones ideales para su supervivencia. Como Oviedo no tiene mar, colaboramos con el Acuario de Gijón, que nos prestó un apoyo fundamental. En esas instalaciones pudimos mantener la especie y hacerla crecer. Se tomaron muestras de ADN y se mandaron a secuenciar.

¿Esa medusa inmortal se sigue conservando en Asturias?

Sí, está en la Universidad de Oviedo, en el departamento de Biología de Organismos y Sistemas. Son medusas muy pequeñitas, así que tenemos varios ejemplares.

¿Cuántas personas han trabajado en el estudio?

Del laboratorio de Carlos López Otín somos aproximadamente diez. También han participado científicos de otros centros, como por ejemplo en la fase de pesca de la medusa. Aunque trabajamos en paralelo con otros proyectos, todo ello nos ha llevado cinco años.

Aparte de conocer a fondo por qué esta medusa es inmortal, ¿qué les ha aportado la secuenciación de su genoma?

Nosotros secuenciamos el genoma de esta especie y también de otra del mismo género de medusa pero que no tenía esa capacidad de ser inmortal. Comparamos ambos genomas y encontramos aspectos que solo estaban presentes en la medusa inmortal. Fue así cómo pudimos describir una serie de mecanismos que intervienen en el proceso de envejecimiento y que podían ser responsables de la inmortalidad.

¿La medusa inmortal cuántas veces es capaz de volver atrás en el tiempo?

No existe un número límite. Simplemente lo hace cuando las condiciones del medio son las idóneas para volver a su estado de pólipo. No es que lo haga diez veces y luego ya no lo puede hacer más.

Una vez secuenciado el genoma, ¿ahora qué viene?

Durante nuestra investigación también hemos realizado un estudio de transcriptómica, que consiste en analizar qué genes están activos a lo largo de las diferentes fases del proceso de reversión. Fruto de ello, hemos visto que se activan una serie de genes relacionados con la pluripotencia celular, que es la capacidad que tiene una célula para poder convertirse en otro tipo de célula. Por ejemplo en un humano sería la transformación de una célula de la piel a otra del hígado. En la medusa, una célula diferenciada y adulta vuelve atrás y tiene la capacidad de convertirse en cualquier tipo celular. Y eso es muy importante para la medicina regenerativa. Nosotros ahora queremos seguir explorando este mecanismo, también utilizar otras técnicas como la proteómica, trasladar los cambios en genes a otros modelos celulares o animales para luego poder encontrar una relación con el humano.

¿El trabajo abre una nueva puerta para revertir enfermedades asociadas a la vejez?

Aunque quizá nosotros no nos centremos tanto en ello y sí en cuestiones más generales sobre el envejecimiento, nuestro estudio puede servir a muchos otros laboratorios como base para explorar los genes que intervienen en enfermedades concretas relacionadas con la vejez.

¿Cree que este trabajo demuestra que Asturias tiene capacidad para situarse en la primera línea de la ciencia?

Sí lo creo y no solo por nuestro laboratorio. Tenemos grandes potencias y promesas en la ciencia cuyos descubrimientos son muy relevantes a nivel internacional.

Usted ha conseguido mantenerse en Asturias, ¿se siente afortunada?

No me hubiese importado haberme ido fuera, de hecho, casi que lo buscaba. Pero sí que considero que soy afortunada en comparación a otra gente que ha tenido que irse porque no le quedaba más remedio y que le gustaría estar aquí. En ese sentido, Asturias ofrece muy pocas posibilidades a los investigadores jóvenes y no tan jóvenes. Desarrollar una carrera científica en Asturias es muy difícil por no decir imposible. Hacerlo aquí es una labor titánica.

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