Un rayo en la noche del sábado y las condiciones meteorológicas adversas por la ola de calor acabaron provocando el que es hasta la fecha el peor incendio del verano... y de la última década en la Comunitat Valenciana. El incendio que se inició en la Vall d’Ebo, en la Marina Alta, ha devorado ya alrededor de 3.500 hectáreas, afectaba a seis términos municipales y había obligado a evacuar a cerca de un millar de vecinos de la zona.

Así, además de la Vall d’Ebo, donde se originó el primer foco, el fuego alcanzó a lo largo del día las localidades de la Vall de la Gallinera donde los habitantes de dos de sus pedanías, Benialí y Benirrama, tuvieron que ser desalojados al final de la tarde; la Vall d’Alcalà, donde también se procedió a la evacuación de sus vecinos, la Vall de Laguart, Adsubia y el interior de Pego en la que varios diseminados y urbanizaciones tuvieron que dejar sus casas.

En total, cerca de mil personas tuvieron que pasar la noche fuera de sus viviendas ante el riesgo de que las llamas pusieran en peligro su seguridad. Para ello, se habilitaron con ayuda de la Cruz Roja dos instalaciones: el Espacio Vecinal de Pego y el Colegio Ambra. El principal problema, tal y como relató el secretario autonómico de EmergenciasJosé María Ángel, estaba en el constante cambio del viento que hizo imprevisible su evolución. "Oscila entre Levante y Poniente", explicó el responsable de la Generalitat.

La variación del viento solo fue uno del cóctel de factores que provocaron su desborde. También favorecieron la expansión del fuego las características del terreno con una orografía pronunciada, desnivel, lugares con difícil acceso para el personal de extinción (que según explicaron fuentes de Emergencias se vio en situaciones de riesgo) y una gran masa forestal que servía de combustible para las llamas.

A ello se sumaron las condiciones climáticas «muy desfavorables» provocadas por la temida ola de calor y que habían situado a la Comunitat Valenciana en riesgo extremo. Así, durante la jornada de ayer, la zona donde se propagaban las llamas rozaba los 40 grados durante la parte central del día y contaba con una humedad en torno al 20 %. Las tormentas secas de la noche del sábado acabaron siendo la chispa.

Esa confluencia de factores hicieron que el rayo caído sobre las 21:40 horas de la noche del sábado acabara desencadenando el peor incendio de los últimos diez años en la Comunitat Valenciana. Ya a mediodía el fuego había arrasado 2.200 hectáreas, superando las 1.300 del que hasta la fecha era el peor incendio del verano, el de Venta del Moro. Su evolución a lo largo de la tarde fue dejando atrás otros registros como el de Carcaixent en 2016 (2.600 hectáreas) y superara el de Llutxent en 2018 en el que el fuego calcinó 3.300 hectáreas, también a principios de agosto. No obstante, sigue lejos de los 28.879 de Corte de Pallàs en 2012.

La amenaza de la ola

Pero el de la Vall d’Ebo no ha sido el único fuego de un fin de semana amenazado por la excepcional ola de calor. Ante ello la Generalitat procedió el viernes a ordenar el cierre de 17 de los 22 parques naturales, incluido el de la Marjal de Oliva y Pego, cercano a las llamas de la Vall d’Ebo. El objetivo era minimizar la intervención humana en las áreas forestales a sabiendas de que la meteorología convertía el terreno en un polvorín tal y como, por desgracia, se ha acabado comprobando el fin de semana.

La combinación de las altas temperaturas, la baja humedad y las tormentas eléctricas del sábado por la noche dejaron varios conatos de incendio en diferentes localidades aunque finalmente fueron los de Calles, en la comarca de los Serrano, y Les Useres, en el interior de Castelló, los que más preocuparon durante todo el día sin llegar a los niveles del de la Vall d’Ebo. Por el camino, los cuerpos de bomberos extinguieron incendios en la Vall d’Uixó, Riba-roja del Turia, Cox y Bocairent, entre otros.