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Protección de la costa

Casi 170 kilómetros de playas valencianas están en riesgo por la subida del nivel del mar

Piden agilizar trámites que faciliten las obras menores a los municipios

Playa del Pinet en la pedanía ilicitana de la Marina que se ha quedado casi sin orilla. Axel Álvarez

Casi 580.000 personas viven repartidas entre los 65 municipios de la franja costera de la Comunidad Valenciana, uno de los territorios considerados como especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático. Con 341 playas que comprenden 275,2 kilómetros, la erosión crónica convierte cada anuncio de temporal en una pesadilla. Desde Vinaròs a Pilar de la Horadada pasando por Nules, Valencia, Sueca o Denia, el Ministerio para la Transición Ecológica tiene contabilizados hasta 166 kilómetros y 37 áreas con riesgo potencial significativo de inundación. Urbanizaciones enteras, paseos o negocios en puntos donde la subida media del agua podría alcanzar casi un metro.

La radiografía que ofrece la Dirección General de la Costa y el Mar arroja datos socioeconómicos abrumadores de lo que se mueve en el litoral. El valor catastral de los bienes asediados por los eventos extremos asciende a 36.060 millones de euros. Gran parte del suelo ocupado corresponde a uso residencial, con una densidad de construcciones alta y un nivel de exposición también alto al embate del oleaje en el caso de la provincia de Alicante, y algo menor en Valencia y Castellón.

El 64,8% de los arenales valencianos han visto menguar su superficie de manera exagerada en la última década, al encadenar fenómenos cada vez más recurrentes e intensos. El paso de la borrasca Gloria, en enero de 2020, desdibujó de tal manera todo el frontal mediterráneo de norte a sur que sus estragos aún son visibles. El temor late, pues, en cada localidad costera cuando la concatenación de olas de calor terrestres de estos días y las marinas van cargando de energía el Mediterráneo. Un escenario preocupante si además se produce alguna inestabilidad atmosférica, como alertan desde la Agencia Estatal de Meteorología y el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.

El Plan Estratégico Nacional para la Protección de la Costa frente a los efectos del cambio climático, elaborado para el Miteco, recoge actuaciones para la gestión de esos escenarios. Según el Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, el EUCC Coastal & Marine y la Universidad de Las Palmas, el daño es más acusado en las playas de la provincia de Valencia. En Castellón solo el 18,8% está libre de afectaciones, mientras que en Alicante el 43% tiene severo retroceso.

La propuesta del Gobierno ha sido recibida con escepticismo por los ayuntamientos más afectados, que reclaman procedimientos claros, transparentes e inversiones. Además de presentar sus alegaciones municipales individualizadas, la Conselleria de Emergencia Climática y Transición Ecológica ha enviado al departamento de Teresa Ribera una amplia hoja de peticiones.

Algunas de las actuaciones, señalan desde conselleria, deberían contemplar la subsidiariedad y que los municipios pudieran acometer obras menores y de urgencia sin la tramitación ordinaria actual. El documento elaborado por la Secretaria Autonómica de Emergencia Climática y Transición Ecológica y la Dirección General de Cambio Climático insiste en la interlocución fluida con todas las administraciones y colectivos afectados. Apremian, además, a la priorización de las intervenciones programadas con un calendario realista. Se insiste en que los instrumentos y planificación deberán basarse en unidades físicas y medioambientales, pero no administrativas.

Renaturalización

Destaca, entre las aportaciones del Consell, la necesaria inclusión de un plan para la recuperación de sedimentos en embalses. Algo clave, según los expertos, para la renaturalización y el fortalecimiento de la resiliencia de la costa.

José Serra, catedrático de Costas de la Universitat Politècnica de Valencia, advierte de que si a la erosión crónica se une la elevación del nivel del mar por el aumento de la temperatura de la superficie marina el panorama no es "nada halagüeño". La solución que viene poniendo en práctica el Miteco, aportar arena cuando el mar la engulle de forma periódica, "no es la solución".

"Ha de estar el mayor tiempo posible en la playa pero los sedimentos se quedan en los embalses", remarca. Su propuesta pasa por la construcción de arrecifes artificiales a unos doscientos metros de la orilla. Una herramienta ya probada frente a la Malva-rosa por la Fundación Deportiva Municipal de Valencia y que permite reducir la energía del oleaje, desgrana.

Serra asegura que el sistema permitiría retener sedimentos en la playa durante diez, quince y hasta veinte años. Además apunta que muchos municipios ven "muy viable" estas construcciones, que contribuyen a la recuperación de los ecosistemas subacuáticos.

"Hay que actuar de una forma seria y permanente porque si sumamos el coste de las distintas actuaciones que se realizan para regenerar playas y reparar paseos marítimos tras cada temporal se podría llevar a cabo una actuación integral", explica. E insiste en que los trasvases de arena que se realizan desde las playas del norte hacia las del sur son una inversión efímera. Hasta el siguiente temporal.

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