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Luz sobre un episodio desconocido de la Guerra Civil.

El plan desesperado de la República para ganar la guerra: entregar Balears a la Italia de Mussolini

El periodista Manuel Aguilera desvela en un libro la intención del dictador fascista de colonizar las islas con cien mil italianos

Manuel Aguilera, autor de ‘El Oro de Mussolini’. B. RAMON

Una investigación pone de relieve la intención del Gobierno de Largo Caballero de ceder Balears y Canarias a Italia y Alemania respectivamente a cambio de que ambas potencias retiraran su apoyo a Franco 

Cuando la República todavía no había perdido la Guerra Civil, pero ya vislumbraba que la podía perder, se planteó una solución desesperada: entregar Balears a la Italia de Mussolini y Canarias a la Alemania de Hitler a cambio de que las dos potencias retiraran su apoyo a Franco. Este plan, que llegó a estar sobre la mesa de un Consejo de Ministros encabezado por Largo Caballero, ha salido a la luz gracias a la investigación del periodista e historiador Manuel Aguilera (Palma, 1978), que acaba de publicar El Oro de Mussolini. Cómo la República planeó vender parte de España al fascimo (Arzalia Ediciones).

Inauguración de la Vía Roma, antigua Rambla de Palma, en abril de 1937.

«Es una investigación de quince años que empezó en 2005 en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. Hacía mi tesis doctoral sobre las diferencias dentro del bando republicano entre comunistas y anarquistas, y revisando el archivo privado del historiador inglés Burnett Bolloten me encontré por casualidad con las actas de la negociación entre el Gobierno de la República y el de Mussolini. Unas cien páginas que incluían la negociación con la Alemania de Hitler. Me pareció escandaloso y empecé a investigar», explica Aguilera.

Con aquel punto de partida, el periodista fue tirando del hilo hasta reconstruir una operación que, de haber fructificado, habría cambiado el rumbo de la Guerra Civil —no, no estaba todo contado sobre aquel conflicto— y por supuesto de Balears. Los dos protagonistas de la bautizada como Operación Schulmeister fueron Luis Araquistain, embajador de la República en París y viejo amigo de Largo Caballero; y un personaje de novela, José Chapiro, espía e intelectual de origen ucraniano que negoció en secreto la entrega de los dos archipiélagos durante aquellos convulsos primeros meses de 1937.

«En un encuentro celebrado en Mónaco, el enviado de Mussolini comunicó a Chapiro que quería traer a cien mil italianos a Balears y exigió al menos dos bases aéreas. En ese momento había unos 400.000 habitantes en las islas, lo que significaba convertir a uno de cada cinco residentes en italianos. Araquistain envió un informe completo a Largo Caballero sobre las condiciones de Mussolini, y quedaron en responder en persona porque no querían dejar nada por escrito», explica Aguilera.

En aquel contexto, con las potencias europeas muy pendientes de lo que sucedía en España, no era prudente airear una operación de estas características. «No podían permitirse que se filtrara nada. Hubo tres reuniones con los italianos y cuatro con los alemanes. Los alemanes no fueron tan explícitos sobre sus condiciones porque antes de plantearlas querían un documento oficial del Gobierno republicano en el que afirmara su disposición a llegar a un pacto», manifiesta el periodista.

El Gobierno de Mussolini, menos receloso, ya tenía planes para Balears. «Cuando el espía republicano les dijo que en Balears no había trabajo ni casas para alojar a cien mil italianos en las islas, le respondieron que ya habían localizado una serie de fincas privadas y que las iban a comprar pagando al contado», señala.

La compra de s’Albufera

De hecho, este periodista pudo completar la investigación cuando en 2020 encontró «la prueba italiana», los documentos que acreditan que Mussolini compró 18 kilómetros cuadrados de s’Albufera en 1938. La adquirió a la familia Gual de Torrella a través de una empresa pantalla, Celulosa Hispánica, por cinco millones de pesetas. Fue una operación secreta en la que estuvo implicado un espía de la confianza del dictador italiano y los mismos Gual de Torrella figuraban como accionistas. «Querían construir allí veinte casas coloniales y el primer envío iba a ser de cien italianos. Querían crear un centro de italianidad, que con el tiempo se extendería a través de matrimonios con mallorquinas y la compra de más propiedades. Se trataba del mismo modelo colonial secreto que ya habían puesto en práctica en Túnez», explica Aguilera.

El rastro de Celulosa Hispánica de s’Albufera se pierde en 1967, más de veinte años después de la muerte de Mussolini. No hubo colonización italiana de Mallorca, como tampoco fructificó la Operación Schulmeister. «Reino Unido no lo hubiera permitido, habría intervenido», señala el periodista. «Además en mayo de 1937 hay una crisis y Azaña destituye a Largo Caballero. Le sustituye por Juan Negrín, que cambia de estrategia. Rompe con Alemania e Italia, e intenta comprar a Francia y Reino Unido ofreciéndoles el Marruecos español, ventajas comerciales y los puertos de Maó y Cartagena en febrero de 1938, que eran las mejores bases navales españolas», concluye el investigador.

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