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III Muestra de Blues de Sant Josep

El ‘blues’, esa «música tan rica que nació de algo tan feo» como la esclavitud

El uruguayo Martín Burguez ofrece en la sala Can Jeroni una clase maestra, mitad charla, mitad concierto, sobre ‘La guitarra del blues’, centrada en cómo ha evolucionado ese estilo a lo largo del tiempo y quiénes han sido sus principales intérpretes

Martín Burguez durante su clase magistral.

La masterclass promete con sólo ver la guitarra que Martín Burguez afina (con el móvil) minutos antes de que dé comienzo en la sala Can Jeroni (Sant Josep) su charla/concierto: una Fender Telecaster, justo la preferida de Muddy Waters, bluesman de la escuela de Chicago de cuya técnica dice el uruguayo que se empapó escuchando sus discos y viendo vídeos, quizás ese en blanco y negro en el que canta y toca ‘Rollin Stone’. Otro fanático del blues, Miquel Botja, se encarga de presentar la clase maestra de Burguez: que si llegó a Barcelona hace un año y desde entonces «no para de conquistar plazas», que si «las bandas se lo rifan», que piensa sentarse en la primera fila por si se le pega algo de su maestría...

En esta III edición de la Muestra de Blues y Músicas de Raíces negras de Sant Josep, recuperada tras la pandemia, el concierto de Los Deltonos y esta clase magistral son dos de los principales alicientes, pese a que a esta última apenas acude una decena de personas. La lección de Martín Burguez es, básicamente, sobre la historia del blues. El uruguayo empezó a tocar a los 15 años, tras una epifanía musical en la escuela: le iluminó ver a un compañero rasgando una guitarra. En cuanto llegó a su casa pidió a su madre que le buscara una vieja (seguro que aún no era una Fender) que estaba arrumbada en algún cuarto. Ocurre a veces que hay canciones que nos cambian la vida, que funcionan como un interruptor que activa una parte del cerebro hasta entonces adormecida. A Burguez le ocurrió tras escuchar en aquella adolescencia dos vinilos que un día le prestó un amigo: uno de Fleetwood Mac (quién sabe si ‘Tusk’) y otro de Freddie King (por cómo habla de él, lo idolatra).

Esos dos discos le «marcaron», confiesa. Empezó a indagar en el blues, en su técnica y, sobre todo, en su historia y en sus orígenes, íntimamente ligados a la esclavitud: «El blues, esa música tan rica que nace de algo tan feo», exclama poco antes de interpretar uno de los instrumentales del robusto Freddie King, ‘Hide away’ (¡ay si llega a tocar ‘Going down’!, se lía en Can Jeroni). «Hay esferas en el blues. Conforme investigas, compruebas que es todo un mundo», detalla Burguez. Cada esfera encierra otra, y otra y otra más, como matrioskas. Cada artista se contagia de los que le precedieron y añade algo nuevo: capas y más capas de aportaciones que, con el tiempo, moldean ese estilo.

«Fui hacia atrás en el tiempo para poder tocar como ellos», explica. Llegó a «enfermar», a «contagiarse» en ese viaje al pasado del blues, especialmente cuando conoció el West Coast blues

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Como el telescopio espacial James Webb, que intenta captar la luz primigenia, la que brilló tras el Big Bang, Burguez se adentró tanto en el pasado que llegó hasta los orígenes, al Delta Blues, al Country Blues, a la guitarra de Robert Johnson: «Fui hacia atrás en el tiempo para poder tocar como ellos», explica. Llegó a «enfermar», a «contagiarse» en ese viaje al pasado del blues, especialmente cuando conoció el West Coast blues y a su máximo exponente, el tejano T-Bone Walker. Descubrió entonces el jump blues y su vínculo con el swing. El virtuoso Burguez se topó también con el blues de Chicago y con Muddy Waters, un tipo «tocado por una varita mágica» que, además, tenía una guitarra como la suya.

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