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Paciencia

Sin brazos y con carné de conducir: "Necesito poder cumplir mi sueño"

Dani defiende que con paciencia "todo se consigue en la vida" | Él perdió ambos brazos cuando tenía 11 años a causa de una fuerte descarga eléctrica por lo que tuvo que aprender a valerse por sí mismo desarrollando una impresionante habilidad con los pies

Dani, en la calle Nueva. ÁLEX ZEA

La vida de Dani cambió para siempre en un instante que él no es capaz de recordar. Con 11 años, los problemas familiares le obligaron a buscar trabajo para mantenerse por su cuenta en Bucarest, su ciudad natal. Encontró una posibilidad en el campo, ganándose la vida como jornalero. Ayudaba a arar el terreno y también a cuidar del rebaño de ovejas del ganadero que lo contrató. Del día que perdió ambos brazos solo puede evocar que pidió un poco de leche con azúcar a los dueños de la finca, que a cambio le ordenaron limpiar una casa antigua que tenían en obras. A partir de ahí, la más pura oscuridad, solo sabe lo que le contaron.

"En esa casa me electrocuté. No recuerdo que fue lo que toqué, no recuerdo nada", cuenta Dani. "Me mantuvieron una noche en casa, vieron que no estaba muerto y al día siguiente me subieron en un coche y me tiraron en el campo. Se me pusieron los brazos en gangrena".

Después de eso, explica que un tractorista lo encontró y lo llevó al hospital más cercano, desde donde lo trasladaron a otro centro sanitario en Bucarest. "Allí tuvieron que cortarme porque si no la gangrena entraba en el cuerpo".

Cuando Dani salió del hospital, tenía los brazos extirpados a la altura de los hombros. Entonces fue cuando, asegura, empezó su aprendizaje. "La necesidad te pone a aprender. Si no puedo hacerlo, me siento y lo pienso, lo pienso y lo pienso hasta que veo cómo lo puedo hacer. Jugando con tonterías y teniendo paciencia y tranquilidad".

Pacienciatranquilidad y desarrollando una gran habilidad con los pies, con los que cocina, limpia o pone la lavadora en su casa de Churriana, donde vive de alquiler desde hace siete años. Antes vivió un tiempo en Madrid, adonde se trasladó desde Rumanía por recomendación de un amigo.

"Vine a pedir, como mi amigo me contó que había visto a un chaval como yo que estaba pidiendo en la Puerta del Sol. Me dije que lo iba a intentar porque no tenía nada en la vida», relata Dani, que añade que pedir se convirtió en su forma de subsistencia después de intentar buscar trabajo sin éxito en multitud de ocasiones. «Si te vas para alguien diciendo que quieres trabajar, te dice ¿yo qué hago contigo? No hay ninguna manera".

Dani encontró un hueco en la calle Nueva, en pleno centro de Málaga, donde día tras día se sienta en un pequeño banquillo y agita un vaso de plástico con la boca donde la gente le echa dinero. Además, tras la cuarentena, le concedieron la paga no contributiva después de tres años de trámites. Con eso, dice que puede pagar el alquiler y «comprar alguna ropa».

Un sueño por cumplir

Desde que era pequeño, Dani siempre se sintió atraído por la automoción. De hecho, tiene recuerdos de su infancia conduciendo un tractor junto a sus amigos en Rumanía.

Quedarse sin brazos no extinguió su deseo de poder conducir algún día, aunque su momento no llegaría hasta ahora, cuando está a punto de cumplir 33 años. "Estaba buscando por internet una autoescuela para personas sin brazos y me salió Irrintzi, donde un chico de Madrid, como yo, sin brazos, se sacó el permiso de conducir. Dije voy a llamar y me voy a enterar".

En esta autoescuela de País Vasco, especializada en la enseñanza para personas con discapacidades severas, disponen de un coche automático adaptado para la conducción sin brazos. A través de un pequeño joystick o mando en el suelo, se controla la dirección del volante con el pie y con la voz se dan órdenes para poner los intermitentes o tocar el claxon.

"Siempre hay que adaptar el vehículo a la persona, nunca a la persona al vehículo. Nosotros hacemos que el coche sea un traje a medida. Esos mandos que necesitan los ponemos y como tenemos taller y soluciones adaptadas, le hacemos la instalación concreta para que se pueda manejar perfectamente", explica José María, su profesor.

Con el dinero que había ahorrado durante años, la parte retroactiva de la paga no contributiva que le habían ingresado hacía poco y una parte que le prestaron sus amigos, consiguió reunir los 7.000 euros que necesitaba para pagar las clasesviajar y vivir un mes y medio en Bilbao.

"El dinero me costó ahorrarlo pero para sacarme el permiso solo un mes y medio", cuenta orgulloso.

Dani superó un primer examen práctico conjunto, en el que tenía que demostrar ante un inspector de sanidad y un coordinador de exámenes de la DGT que podía conducir con toda seguridad. Después, la prueba teórica, que aprobó con un curso intensivo en la autoescuela malagueña El Torcal. Y finalmente de vuelta a Bilbao para el examen de circulación habitual, que también superó a la primera. En total, 50 clases prácticas.

Así, este malagueño de adopción se ha convertido en el tercer hombre sin brazos que se saca el carné de conducir en España a través de esta autoescuela, el primero de Andalucía, según confirma José María. "Tenemos uno de Madrid, otro de Zaragoza y Dani de Málaga".

"Muchas personas no se lo han creído, han dicho que no era posible. Y yo me dije, vais a ver" espeta Dani esbozando una media sonrisa.

De manera que ya cuenta con un carné expedido por la DGT y tiene la L en su casa, por lo que oficialmente puede conducir. No obstante, asegura que ha cumplido solo el 30% de su sueño y se le resiste el porcentaje restante: la adaptación del coche.

"Coche tengo, el problema es el sistema, que vale 25.000 euros. Es mucho dinero, no lo voy a conseguir en toda la vida. Y necesito cumplir este sueño mío", lamenta, al tiempo que recuerda que él emprendió esta aventura porque pensaba que podría costearlo con una ayuda de la Junta de Andalucía que finalmente no será suficiente. "Entendí que me daban una ayuda completa. Eso me dio también mucho coraje para meterme. Después de sacarme el permiso, me dicen que con más de 700 euros ya no me pueden dar. Me fui para abajo, pensé que mi sueño se había acabado".

Dani sigue buscando la manera de poder costearse el sistema homologado que le permitirá conducir el coche que un amigo le ha cedido. "Me abrirá camino para irme solo, no depender de nadie. Me ha dado mucha ambición", reconoce. "Yo quería demostrar a la gente que sí se puede, que nada es imposible en la vida".

Para ponerse en contacto con Dani, se puede escribir a scapaudani5@gmail.com. La cuenta habilitada para hacer una donación es ES86 2100 4316 9321 0028 1274.

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