Mujeres con endometriosis reclaman que su enfermedad sea reconocida para tener bajas laborales por reglas dolorosas e incapacitantes, además de equipos sanitarios multidisciplinares para lograr un diagnóstico precoz.

Precisamente esta semana se ha conocido que las bajas por reglas dolorosas entrarán finalmente en la reforma de la ley del aborto que el Ministerio de Igualdad está preparando.

Este punto de la norma es algo que asociaciones como MoviEndo Spain y la asociación de Afectadas de Endometriosis Crónica (Adaec) llevan pidiendo desde hace años. Así, la delegada de MoviEndo Spain en Mallorca, Mayte Moner, asevera que esta enfermedad puede llegar a incapacitar «muchísimo». «Afecta a tus relaciones familiares, de trabajo, a tu calidad de vida... Se puede convertir en un problema laboral porque no está reconocida para cogerte una baja».

De hecho, uno de los objetivos de la asociación que Moner representa, así como de Adaec, es visibilizar la enfermedad ya que, por ejemplo, en Balears en torno al 10% de mujeres la sufre. Según cifras aportadas por la conselleria de Salud y Consumo del Govern balear, hasta 2.709 mujeres padecían esta enfermedad en las islas en 2017, de las que 215 precisaron ingreso.

Tardanza en el diagnóstico

La presidenta de Adaec, Soledad Domenech, asegura que a nivel mundial esta enfermedad afecta al 15% de las mujeres en edad fértil. Desde la fundación no han dejado de trabajar a nivel institucional para mejorar la salud de quienes la sufren.

Uno de los principales problemas a lo que se enfrentan las mujeres que lo padecen es la tardanza de su diagnóstico: la media es de 9 años. En el caso de Domenech tardaron 11 años en dar con lo que le pasaba. «Empecé con problemas ginecológicos cuando tuve la regla. Siempre las tuve muy dolorosas, incluso no podía asistir al instituto porque tenía fiebre y vómitos», narra.

Su primer ingreso hospitalario fue con 16 años por una hemorragia. A los meses sufrió otra y le recetaron unas pastillas anticonceptivas que las tomó hasta que decidió ser madre.

«En cuanto dejé las pastillas, la enfermedad dio la cara. Los doctores comprobaron que tenía quistes ováricos de gran tamaño. Uno de ellos tenía seis centímetros y ahí fue cuando me dijeron que tenía endometriosis», subraya Domenech.