Es la estación del optimismo y el renacimiento y, sin embargo, en un primer momento puede causar precisamente todo lo contrario: tristeza y pocas ganas de hacer nada. La primavera provoca fatiga y desmotivación a una de cada diez personas. Los cambios que se producen en el ambiente, tanto de luz como de temperatura, afectan a nuestro cuerpo que lo manifiesta en forma de bajo estado de ánimo y cansancio inusual cuando desarrollamos aquellas actividades que marcan nuestro día a día, incluso las más sencillas y que se no requieren ningún tipo de esfuerzo.

¿A qué se debe? 

Ante el cambio de estación, nuestro cuerpo ha de adaptarse a las nuevas condiciones de luminosidad y de temperatura, a lo que hay que añadir cambios en la humedad y la presión atmosférica, la eclosión de la vegetación… Además de la llegada de la primavera, también tenemos que afrontar el cambio horario, que supone dormir una hora menos, desplazar el horario de las comidas, del trabajo y otras actividades, y todo ello unido conlleva al malestar anímico. 

El aumento de la temperatura en una época en la que aún no se ha realizado el cambio de armario y se llevan atuendos invernales también puede sumar. Todo ello parece contribuir a una disminución de las endorfinas, la llamada hormona de la felicidad, que hace que nuestro ánimo decaiga y nos sintamos sin apenas fuerzas físicas y psíquicas. La situación actual y la sobrecarga laboral también podrían estar detrás de una dificultad mayor para adaptarse a la nueva estación.

La astenia primaveral se manifiesta con síntomas como una sensación de tristeza sin motivo justificado, tono vital bajo, falta de memoria, dolor de cabeza, trastornos del sueño (somnolencia diurna, una gran necesidad de descanso) dificultad de concentración, aturdimiento, irritabilidad, falta de apetito, pesadez articular... Sin embargo, la medicina clásica no reconoce este cuadro clínico y asegura que los síntomas que se asocian a la astenia primaveral pueden deberse a otras enfermedades que se manifiestan de forma subclínica y que, por tanto, el paciente no sabe que las padece, como trastornos respiratorios y alergias. Por eso es recomendable que si la situación dura más de lo que se considera normal, entre 15 y 20 días, se visite al médico.

¿Qué podemos hacer? 

Se trata de una situación normal: el organismo tiene que adaptarse a los cambios y necesita un tiempo para hacerlo. Aunque esa sensación de bajón y falta de energía desaparecerán por sí sola en cuestión de días o semanas, es recomendable mantener unos hábitos de vida saludables, no dejarse llevar por la apatía y fomentar actividades suaves y ejercicio moderado que motiven y estimulen. Aunque el buen tiempo anime a alargar el día, se aconseja llevar un horario regular de sueño y de comidas.

Uno de los mejores aliados para recuperar la energía y el buen ánimo es una dieta sana y equilibrada, rica en verduras, frutas y cereales. Se aconseja empezar el día con un buen desayuno y acabarlo con una cena ligera. Los cereales aportarán grandes dosis de hidratos de carbono y ácido fólico, necesarios para poder hacer frente a las situaciones cotidianas, ya que son la principal fuente de energía y buen funcionamiento del organismo. 

Por el contrario, no es recomendable tomar demasiadas grasas o calorías, ya que ralentizan la digestión y propician un estado de letargo que nos mantiene más apáticos y distraídos. Lo mismo sucede con los hidratos procedentes de azúcares refinados. Son un aporte de energía de mala calidad, ya que al absorberse rápido hacen que se aumenten los niveles de glucosa en sangre, produciendo un efecto rebote que nos aumenta la energía para rápidamente producir el efecto contrario de calma, nada recomendado en estados de astenia.

En ocasiones, el aporte de una dieta variada no es suficiente, y es preciso un aporte vitamínico o mineral complementario. Pero en ningún caso, los suplementos vitamínicos y de minerales pueden transformar una dieta poco equilibrada en saludable. Es fundamental mantenerse activo y, para ello, el deporte y la alimentación deben jugar un papel importante, pues la astenia no solo tiene efectos a nivel físico, sino que también afecta al estado de ánimo y por ello hay que procurar buscar emociones nuevas y placenteras.

Para mantener la energía en el mejor nivel también es importante mantenerse bien hidratado bebiendo abundantes líquidos y realizar actividad física, moderada y regular, todos los días. Por ejemplo, una caminata de 30 minutos al aire libre a una hora en la que el sol todavía no queme para que poder absorber toda su vitalidad. También es crucial respetar las horas de sueño y dormir lo suficiente, por eso se evitará el deporte intenso en las horas previas a irse a la cama porque pueden dificultar el sueño y se respetará la obligada “desconexión” al final del día: nada de móviles u ordenadores al menos dos horas antes de acostarse.